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CARTA DE UNA POETA A LA SRA. BUSH por José Ribamar Bessa Freire para Diario do Amazonas (Brasil) La escritora Sharon Olds fue convidada a almorzar en la Casa Blanca. Ella se recusó afirmando: "No almuerzo con quien me quiere comer". Sharon Olds es una mujer de coraje, inteligente y sensible. Con 63 años, presenta todavía una belleza otoñal. Escribio poemas, ganó premios y ya publicó ocho libros de poesía, entre los cuales está: "Satanás dice". Además de poeta, Sharon Olds es profesora de la Universidad de Nueva York y tiene un curso de literatura creativa. Lleva sus alumnos universitários a los hospitales donde trabajan con pacientes varias horas por semana, haciendo ejercicios de redacción con deficientes físicos y enfermos con limitación motora. Usa la poesía como terapia, probando que la poesía cura victimas de apoplejía. Hace quince dias ella escribió una carta a la primera dama Laura Bush, mandandola, con mucha clase, a bañarse. Hice la traducción de la carta para compartirla con los lectores del Diario do Amazonas. Ahí va lo que ella escribió. "Cara señora Bush, Le escribo para decirle por qué no puedo aceptar su amable invitación para participar, el día 24 de setiembre, del Festival Nacional del Libro, ni comparecer al almuerzo en la Biblioteca del Congreso, ne mucho menos al desayuno en la Casa Blanca. De cierto modo, se trata de una invitación muy tentadora. La idea de poder recitar poemas y de hablar para 85.000 personas que asistirán al Festival es tentadora. La posibilidad de encontrar nuevos lectores es apasionante para un poeta, no apenas por razones de orden personal, sino tambien por el deseo de que la poesía sirva a los que la escogen, a todos aquellos que, como nosotros, necesitan del placer y de la inspiración, interior y exterior, que la poesía proporciona. Ademas, pensar en la formación de una comunidad de lectores y escritores es, hace mucho tiempo, algo que alegra mi corazón. Como profesora de creación literária en la facultad de una importante universidad, tuve la suerte de organizar algunos talleres fuera de serie, en las cuales los profesores eran justamente mis alumnos. Durante años, ellos dieron aulas en varios lugares, entre los cuales hay diversos institutos públicos de la ciudad de Nueva York, una prisión de mujeres y una sala de oncologia infantil. Hace veinte años desenvolvemos actividades en un hospital público con 900 camas, destinadas a personas gravemente incapacitadas y deficientes físicos, propiciando con eso el nacimiento de sólidas amistades entre jovenes doctorados en Bellas Artes y sus alumnos, hospitalizados crónicos que con su humor, su corage y su sabiduria acabaron conviertiendose en nuestros profesores. Nosotros convivimos con personas que no pueden hablar y casi no pueden moverse, pero que son capaces de escribir sus nuevos poemas apenas con un dedo del pie, letra a letra, en un gran tabuleiro alfabético de plástico. Fue asi que conocemos de cerca la pasión por la escritura y descubrimos su esencia. Delante de una mujer completamente paralítica que no puede hablar y solo consigue mover los ojos, uno de nosotros sostiene un pequeño cuadro alfabético de cartulina y muestra para ella primero la A, despues la B, a seguir la C, o D hasta llegar a una letra, que es la primera letra de la primera palabra de la primera linea del poema que la mujer construyó en su cabez durante toda la semana. Ella, entonces, levanta los ojos para decir que sí cuando ve que tocamos la letra correcta. Cuando eso sucede, surge para nosotros inmediatamente la certeza de que el ser humano desea crear y quiere expresarse, de forma personal, con precisión, honradez e ingenio, de la misma forma que percibimos la importancia de la escritura, que celebra el valor de la historia singular y de la música que toca dentro de cada persona. Por eso, la perspectiva de participar de un festival de libros me pareció maravillosa. Era una oportunidad única que me ofrecian para hablar de nuestras experiencias de creación literaria. Pense en la posibilidad de vender y autografiar algunos libros y de conocer algunos ciudadanos de Washington, DC. Pense tambien que podria intentar encontrar una manera respetuosa -ya que soy su convidada- para manifestar mi firme convicción de que no deberiamos haber invadido Iraq. Podia aprovechar su invitación para denunciar publicamente que invadir otra cultura y otro país -con consecuentes pérdidas de vidas y mutilaciones de nuestros bravos soldados y tambien de la población civil de Iraq en su propio territorio- no surgió como un deseo de nuestra democracia. Al contrario, fue una decisión tomada 'de arriba' e impuesta al pueblo americano con un lenguaje manipulado y con informaciones falsas. Esperaba mostrar mi miedo por estar viviendo en las sombras de la tirania y del chauvinismo religioso, que es el extremo opuesto de aquello que nuestra Nación aspira: la libertad, la tolerancia y la diversidad. Traté de convencerme que debia participar del Festival, para aprovechar esa oportunidad y protestar -como una americana que ama a su país y sus principios- contra esta guerra no declarada y devastadora. Entretanto, desistí. No acepto la invitación, doña Laura Bush, porque no podria soportar la idea de tener que compartir el pan con la señora. Se que si me sentase a su lado para comer, me sentiría como si estuviese perdonando lo que considero acciones salvages y arbitrarias de la administración Bush. Aquello que me vino a la mente era que yo estaría recibiendo los alimentos de la mano de la Primera Dama de un gobierno, cuya administración detonó esta guerra y desea su continuación a cualquier precio, a punto de permitir la 'rendición extraordinária': el transporte de personas para otros países donde seran torturadas por nuestra orden. Muchos norteamericanos que tenian orgullo de nuestro país sienten ahora vergüenza y angustia por el actual régimen de sangre, mutilaciones y fuego. Imagine las toallas limpias de su mesa, los cubiertos brillantes y las llamas de las velas y no pude aguantar. Atentamente Sharon Olds * CARTA DE UMA POETA À SRA. BUSH por Jose Ribamar Bessa Freire para Diario do Amazonas A escritora Sharon Olds foi convidada a almoçar na Casa Branca. Ela recusou afirmando: "Não almoço com quem quer me jantar". Sharon Olds é uma mulher corajosa, inteligente e sensível. Com 63 anos, apresenta ainda uma beleza outonal. Escreveu poemas, ganhou prêmios e já publicou oito livros de poesia, entre os quais: "Satanás diz". Além de poeta, Sharon Olds é professora da Universidade de Nova York, e lá ministra um curso de literatura criativa. Leva seus alunos universitários aos hospitais, onde trabalham com pacientes várias horas por semana, fazendo exercícios de redação com deficientes físicos e doentes com limitação motora. Usa a poesia como terapia, provando que poesia cura vítimas de apoplexia. Há quinze dias, ela escreveu uma carta à primeira dama Laura Bush, mandando-a, com muita classe, lamber sabão. Fiz uma tradução da carta para compartilha-la com os leitores do Diário do Amazonas. Ai vai o que ela escreveu. "Cara senhora Bush, Escrevo para lhe dizer porque não posso aceitar o seu amável convite para participar, no dia 24 de Setembro, do Festival Nacional do Livro, nem comparecer ao almoço na Biblioteca do Congresso, nem muito menos ao café-da-manhã na Casa Branca. De certo modo, trata-se de um convite extremamente tentador. A idéia de poder recitar poemas e de falar para 85.000 pessoas que assistem ao Festival é tentadora. A possibilidade de encontrar novos leitores é apaixonante para um poeta, não apenas por razões de ordem pessoal, mas também pelo desejo de que a poesia sirva aos que a escolhem, a todos aqueles que, como nós, necessitam do prazer e da inspiração, interior e exterior, que a poesia proporciona. Além do mais, pensar na formação de uma comunidade de leitores e escritores é, há muito tempo, algo que alegra o meu coração. Como professora de criação literária na faculdade de uma importante universidade, tive a sorte de organizar algumas oficinas fora de série, nas quais os professores eram justamente os meus alunos. Durante anos, eles deram aulas em vários lugares, entre os quais diversos institutos públicos da cidade de Nova York, uma prisão de mulheres e uma sala de oncologia infantil. Há vinte anos desenvolvemos atividades num hospital público com 900 camas, destinadas a pessoas gravemente incapacitadas e deficientes físicos, propiciando com isso o nascimento de sólidas amizades entre jovens doutorandos em Belas Artes e os seus alunos, hospitalizados crônicos que com o seu humor, a sua coragem e a sua sabedoria acabaram se convertendo em nossos professores. Nós convivemos com pessoas que não podem falar e quase não podem se mover, mas que são capazes de escrever o seu novo poema apenas com um dedo do pé, letra a letra, num grande tabuleiro alfabético de plástico. Foi assim que conhecemos de perto a paixão pela escrita e descobrimos sua essência. Diante de uma mulher completamente paralítica que não pode falar, e só consegue mover os olhos, um de nós segura um pequeno quadro alfabético de cartolina, e mostra para ela primeiro o A, depois o B, a seguiro C, o D, até chegar a uma letra, que é a primeira letra da primeira palavra da primeira linha do poema que a mulher ficou redigindo na sua cabeça durante toda a semana. Ela, então, levanta os olhos para dizer que sim quando vê que tocamos a dita letra. Quando isso acontece, surge para nós imediatamente a certeza de que o ser humano deseja criar e quer se expressar, de forma pessoal, com precisão, honradez e engenho, da mesma forma que percebemos a importância da escrita, que celebra o valor da história singular e da música que toca dentro de cada pessoa. Por isso, a perspectiva de participar de um festival de livros me pareceu maravilhosa. Era uma oportunidade única que me ofereciam para falar das nossas experiências de criação literária. Pensei na possibilidade de vender e autografar alguns livros e de conhecer alguns cidadãos de Washington, DC. Pensei também que poderia tentar encontrar uma maneira respeitosa - já que sou sua convidada - para manifestar minha firme convicção de que não deveríamos ter invadido o Iraque. Podia aproveitar o seu convite para denunciar publicamente que invadir outra cultura e outro país - com a conseqüente perda de vidas e mutilações dos nossos bravos soldados e também da população civil iraquiana em seu próprio território - não surgiu como uma vontade da nossa democracia. Ao contrário, foi uma decisão tomada 'de cima' e imposta ao povo americano com uma linguagem manipulada e com informações falsas. Esperava mostrar o meu medo por estar vivendo nas sombras da tirania e do chauvinismo religioso, que é o extremo oposto daquilo que a nossa Nação aspira: a liberdade, a tolerância e a diversidade. Tratei de me convencer que devia participar do Festival, para aproveitar essa oportunidade e protestar - como uma americana que ama o seu país e os seus princípios - contra esta guerra não declarada e devastadora. No entanto, desisti. Não aceito o convite, dona Laura Bush, porque não poderia suportar a idéia de ter de compartilhar o pão com a senhora. Sei que se me sentasse a seu lado para comer, me sentiria como se estivesse perdoando o que considero ações selvagens e arbitrárias da Administração Bush. Aquilo que me vinha à mente era que eu estaria recebendo os alimentos da mão da Primeira Dama de um governo, cuja administração detonou esta guerra e deseja a sua continuação a qualquer preço, a ponto de permitir a 'rendição extraordinária': o transporte de pessoas para outros países onde serão torturadas por ordem nossa. Muitos
norte-americanos que tinham orgulho do nosso país sentem agora vergonha e
angústia pelo atual regime de sangue, mutilações e fogo. Imaginei as
toalhas limpas da sua mesa, os talheres brilhantes e as chamas das velas e
não pude agüentar". |