LAS ADVERTENCIAS DE SAF TERMINARON CONVERTIDAS EN AQUELLO QUE HOY, ESPANTA A TODOS por Salvemos al Fútbol
Hace meses, demasiados meses, que Salvemos al Fútbol advirtió la masiva salida de barras que se preparaba en el marco de la llegada del mundial Sudáfrica 2010. El despliegue de impunidad, causas que se cerraron a conveniente velocidad, permisos de salida que aparecieron, y la increíblemente cínica actitud que asumen los responsable de esta verdadera “exportación de violencia,” son un cóctel peligroso, pero que pareciera haberse incluso vuelto inmanejable hasta para quienes desde las sombras, abonaban la más argentina de todas las frases “No pasa nada…” Justicia, dirigentes, ministros, barras, técnicos y jugadores; están todos juntos hoy en la mira de una sociedad que parece haber empezado a entender que esto, es un aquelarre. Que sujetos comprometidos con hechos de violencia son, en plenos tiempos en los que la sociedad identifica a la inseguridad como una de sus máximas preocupaciones, las quinceañeras de la fiesta. Los privilegiados. Mientras miles de argentinos accederán a lo sumo, cincuentenario de cuotas mediante, a ver al equipo de sus pasiones en un LSD, ellos –los violentos- lo harán en vivo y en directo. Ellos, los que matan, amenazan y roban; viajarán en avión, se hospedarán, comerán y vivirán experiencias seguramente únicas, situados como están en el lugar de quienes deberían estar presos. Son nombres conocidos en la crónica policial: “Bebote” Álvarez, Marcelo Mallo, Osvaldo “Dedo” Becerra. Una lista larga e interminable cuyo factor común es su cercanía a dirigentes políticos argentinos. Salvemos al fútbol intenta desde hace más de un año, que la Justicia, los organismos administrativos, y las autoridades políticas detengan éste éxodo de vergüenza. No se ha podido. Están allá. Lo ha dicho Grondona en las últimas horas “El que los combate, termina mal..” Hay sin embargo una batalla que se ha ganado: la de haberlos expuesto, la de obligarlos a hablar, la de saber que aunque se porten como los Duques de Edimburgo, la realidad ha quedado sobre la mesa. Argentina ha exportado violentos, les ha dado su pasaporte, los ha lanzado a protagonizar la arena para ellos más sedienta de sangre: la del césped.
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