No dejen de leer este discurso de Rafael Díaz Balart, en mayo de 1965, pues fue una verdadera y dolorosa profecía para Cuba. ¡¡Qué parecida a la amnistía otorgada en Argentina a los terroristas, el 25 de Mayo de 1973!, además de, en dicha oportunidad, disolver la Cámara Federal en lo Penal, derogar TODAS las leyes dictadas para poder combatir al terrorismo y dejar a merced de las organizaciones terroristas a los JUECES (con mayúsculas) que tuvieron los atributos para procesar y condenar a los integrantes de éstas, con las conocidas consecuencias (asesinato del Dr Jorge Vicente QUIROGA y atentados contra otros tantos). El entonces Ministro del Interior, Dr Esteban Righi (integrante de la conducción de Montoneros), quien impulsó esta BRUTAL e IRRESPONSABLE AMNISTÍA del fugaz y desastroso gobierno de Héctor J. Cámpora, es HOY el Procurador General de la Nación, es decir la máxima autoridad de los Fiscales acusadores de quienes derrotaron a las organizaciones terroristas, impidiéndoles tomar el poder por las armas, a partir de aquel NEFASTO 25 de Mayo de 1973, en que se DESTRUYÓ LA JUSTICIA. La sociedad argentina, mirando lo que fué y es Cuba a partir de aquel Enero de 1959, en que Fidel Castro tomó el poder, quizás tenga ALGO "GRANDE" QUE AGRADECER a los civiles e integrantes de las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales y Penitenciarias que la defendieron de la BESTIAL agresión terrorista e impidieron que estas organizaciones tomaran el poder a nivel nacional en los años 70. ¡¡¡Mientras sigan sin hacerlo, seguirán rumbo a pagar las caras consecuencias!!! Un fuerte abrazo a todos. HG
En la madrugada del 6 de mayo del 2005, falleció en la ciudad de Miami Rafael Díaz-Balart. Esté usted o no de acuerdo con su posición política a través de los años, es asombroso revisar ahora, 54 años después (mayo de 1955), el profético discurso que pronunció en la Cámara de Representantes de Cuba. El discurso fue pronunciado en la Cámara de Representantes de la República de Cuba en mayo del año 1955 por el Dr. Rafael L. Díaz-Balart, en ese momento el líder de la mayoría y presidente del comité parlamentario de la mayoría en la Cámara, contra la ley que amnistió a Fidel Castro y demás asaltantes al cuartel Moncada, cuando habían cumplido solamente dos años de cárcel y después de haber sido condenados por un tribunal civil. Castro había recibido una condena de 15 años.
LA AMNISTÍA (1955) por Rafael Díaz-Balart
Señor Presidente y Señores Representantes: He pedido la palabra para explicar mi voto, porque deseo hacer constar ante mis compañeros legisladores, ante el pueblo de Cuba y ante la historia, mi opinión y mi actitud en relación con la amnistía que esta Cámara acaba de aprobar y contra la cual me he manifestado tan reiterada y enérgicamente. No me han convencido en lo más mínimo los argumentos de la casi totalidad de esta Cámara a favor de esa amnistía. Que quede bien claro que soy partidario decidido de toda medida a favor de la paz y la fraternidad entre todos los cubanos, de cualquier partido político o de ningún partido, partidarios o adversarios del gobierno. Y en ese espíritu sería igualmente partidario de esta amnistía o de cualquier otra amnistía. Pero una amnistía debe ser un instrumento de pacificación y de fraternidad, debe formar parte de un proceso de desarme moral de las pasiones y de los odios, debe ser una pieza en el engranaje de unas reglas de juego bien definidas, aceptadas directa o indirectamente por los distintos protagonistas del proceso que se esté viviendo en una nación. Y esta amnistía que acabamos de votar desgraciadamente es todo lo contrario. Fidel Castro y su grupo han declarado reiterada y airadamente, desde la cómoda cárcel en que se encuentran, que solamente saldrán de esa cárcel para continuar preparando nuevos hechos violentos, para continuar utilizando todos los medios en la búsqueda del poder total a que aspiran. Se han negado a participar en todo proceso de pacificación y amenazan por igual a los miembros del gobierno que a los de oposición que deseen caminos de paz, que trabajen a favor de soluciones electorales y democráticas, que pongan en manos del pueblo cubano la solución del actual drama que vive nuestra patria. Ellos no quieren paz. No quieren solución nacional de tipo alguno, no quieren democracia ni elecciones ni confraternidad. Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la más bárbara tiranía, una tiranía que enseñaría al pueblo el verdadero significado de lo que es tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en veinte años. Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista, que solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del Comunismo Internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje pseudo-ideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de nuestra República. Desgraciadamente hay quienes, desde nuestro propio gobierno tampoco desean soluciones democráticas y electorales, porque saben que no pueden ser electos ni concejales en el más pequeño de nuestros municipios. Pero no quiero cansar más a mis compañeros representantes. La opinión pública del país ha sido movilizada a favor de esta amnistía. Y los principales jerarcas de nuestro gobierno no han tenido la claridad y la firmeza necesarias para ver y decidir lo más conveniente al Presidente, al Gobierno y, sobre todo, a Cuba. Creo que están haciéndole un flaco servicio al Presidente Batista, sus Ministros y consejeros que no han sabido mantenerse firmes frente a las presiones de la prensa, la radio y la televisión. Creo que esta amnistía tan imprudentemente aprobada, traerá días, muchos días de luto, de dolor, de sangre y de miseria al pueblo cubano, aunque ese propio pueblo no lo vea así en estos momentos. Pido a Dios que la mayoría de ese pueblo y la mayoría de mis compañeros Representantes aquí presentes, sean los que tengan la razón. Pido a Dios que sea yo el que esté equivocado. Por Cuba.
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