Más allá de algunas distorsiones habituales, el valor de ésta información (que transcribimos más abajo) estriba en resaltar la especificidad báltica en relación al sentido de la lealtad y el honor como algo inseparable de su caracter nacional.
¡¡¡¡Los últimos pueblos europeos en aceptar el cristianismo: lituanos y letones
-o sea, los pueblos europeos que fueron fieles hasta más no poder a sus antiguos dioses y a sus ancestros-
son los mismos que conservan hasta hoy la lealtad, el honor y el orhgullo de que sus mejores hombres hubiesen formado filas en las Waffen
SS! Y eso a pesar de haber resistido sagrada y heroicamente la diabólica opresión bolchevique-sovietica durante 50 años y a pesar del actual chantaje del imperialismo capitalista globalizado (verbigracia, del Consejo de Europa) que no quieren que estos dos pueblos valerosos rindan homenaje a los más bravos de entre ellos y que ofrendaron su sangre por la Patria y por la Raza.
Nunca imaginaron que les saliera al paso un político magno, como el actual Presidente de Letonia, ANDRIS BERZINS (el reconocimiento de su corage se esparza entre todos los patriotas de todos los pueblos del mundo), para quien honrar a los guerreros de las Waffen SS es lo que corresponde ser hecho por toda persona bien nacida.-
Petra Petrus de Petris
ECOS DE HITLER: EL AMOR DE EUROPA POR LA ULTRADERECHA
por
Michael Goldfarb, Varsovia (Polonia) - GlobalPost
En Lituania que se haga una marcha solemne para honrar a los veteranos de las SS no es un evento marginal. El presidente de Letonia, Andris Berzins ya los elogió en la televisión la semana pasada:
“Es una locura pensar que son criminales de guerra, me parece que no es aceptable deshonrar a estas personas, ante las cual debemos inclinar nuestras cabezas”. Y así, en muchos puntos de Europa empieza a ganar fuerza una corriente ultra nacionalista de derechas.
En los Países Bálticos celebran su liberación de la Unión Soviética a mediados de marzo.
Lo peor del invierno gris se encuentra en las calles, pero eso no impide que la gente en Vilnius, capital de Lituania, y en Riga, capital de Letonia, haga una marcha solemne para honrar a los héroes que lucharon
para mantener a la Unión Soviética a raya.
Entre los que marchan están los grupos que honran a los que llevaban el uniforme de las Waffen SS, el brazo militar de la
célebre unidad paramilitar nazi. Estas marchas de veteranos de las SS no son eventos marginales. Miles de personas marchan y miles más acuden para animarlos.
Los miembros del partido gobernante son los que solicitan los permisos para los desfiles.
Los manifestantes son defendidos por el Gobierno.
El presidente de Letonia, Andris Berzins elogió a los veteranos de las SS en la televisión letona la semana pasada, “Es una locura pensar que son criminales de guerra”, añadió Berzins:
“Muchas personas perdieron sus vidas por el futuro de Letonia. No veo ninguna base para negar esto... me parece que no es aceptable deshonrar a estas personas, ante las cual debemos inclinar nuestras cabezas”, dijo.
El pasado nazi no sólo se inmiscuye en la vida pública el Día de la Independencia.
En 2008, el Parlamento lituano aprobó una ley que prohíbe la exhibición de símbolos soviéticos y nazis.
En 2010, un tribunal local lituano dictaminó que las esvásticas estaban exentas de esa ley, porque las cruces torcidas fueron “patrimonio histórico de Lituania, más que símbolos de la Alemania nazi”.
Sería más fácil aceptar esa explicación si la multitud no animara a los manifestantes con gritos de “Juden Raus” o “Fuera los judíos”, como han atestiguado los testigos.
La tolerancia oficial de las marchas en honor a aquellos que lucharon con las SS es parte de una tendencia general en los Países del Báltico y a lo largo de las fronteras de Europa: un abrazo de una forma de nacionalismo excluyente que pertenece al siglo XIX, en lugar de a la economía globalizada del siglo XXI.
Es el tipo de nacionalismo que sustenta la teoría de Hitler de “un pueblo y un imperio (el Raich)”.
Cuantificar la fuerza de los ultranacionalistas es casi imposible. Dovid Katz, un profesor estadounidense con sede en Vilna que dirige Defendinghistory.com, dice que es considerable.
“El ultra-nacionalismo de derechas es una tendencia real en muchos puntos de Europa y está siendo una corriente dominante. Muchos de sus seguidores son jóvenes y tienen un gran dinamismo”. Katz añade: “Es demasiado duro imaginar que estos países de la UE y de la OTAN estén adoptando esta ideología nativista”.
Ciertamente, los homólogos de los Estados bálticos en la UE y la OTAN están profundamente preocupados. El 11 de marzo, la Embajada de Estados Unidos en Vilnius respaldó un desfile alternativo, “Celebrar la libertad”, organizado por los principales defensores de los derechos humanos.
El Consejo de Europa publicó en febrero un informe sobre la marcha nazi en Letonia. Decía: “Todos los intentos para homenajear a las personas que lucharon en las Waffen SS y colaboraron con los nazis deben ser condenados. Cualquier reunión o marcha que legitime de cualquier forma el nazismo debería ser prohibidos”.
El informe llegó a afirmar que la CE, “no puede sino expresar su preocupación por cualquier intento de justificar la lucha de las Waffen SS y colaborar con los nazis, ya que corre el riesgo de alimentar el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia…”.
Ese es el punto clave.
El respaldo de la colaboración con los nazis por parte de algunos dirigentes da aliento a los racistas y xenófobos violentos. Se discrimina a las minorías y mantiene un lugar oficial para el tipo de odio racial que se ha regado demasiado en la tierra que se encuentra en el país entre el Báltico y el Mar Negro.
La razón de este resurgimiento del horrible ultranacionalismo es una pregunta sin respuesta de la historia: ¿qué fue peor: Hitler o Stalin? Esto puede parecer una pregunta para la sala de reuniones, pero no aquí.
En los países entre el Báltico y el Mar Negro, la pregunta es profundamente emocional.
Se ha reformulado de esta manera: ¿La sangre de alguien que murió luchando contra la Unión Soviética grita más fuerte desde la tumba que la de alguien que murió peleando con los soviéticos contra los nazis? ¿Y qué pasa con aquellos que fueron simplemente asesinados sin que hubieran empuñado un arma?
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