AVERIGUANDO SOBRE EL ORIGEN DEL COMUNISMO
por Luis Razzolini
Uno de los autores, que a juicio de quien escribe estas líneas, es el que mejor tratara este tema, es el escritor mejicano Salvador Borrego que figura entre los más reconocidos en América, autor de más de 30 libros, alguno de ellos con más de diez ediciones.
Como una humilde contribución, que quizás nos permita iluminarnos en esa dirección, tratare de sintetizar la primera parte de su obra "Derrota Mundial".
1ra Parte
REVOLUCION COMUNISTA RUSA
Los israelitas europeos eligieron Rusia para instalarse por la extensión de sus tierras y sus inexploradas riquezas, esta corriente de inmigrantes llegó a preocupar a los rusos y en 1.743 la emperatriz Petrovna se negó a admitir más judíos.
Los rusos se mostraron hostiles con ellos por su resistencia a la fusión de sangre y costumbres, por ese motivo sufrieron persecuciones y restricciones cívicas.
Al subir al trono Alejandro II en 1885, mejoró la situación de los inmigrantes, que no tardaron en sobresalir en el comercio, las finanzas, la literatura y en el periodismo. Varios diarios judíos aparecieron en las principales ciudades rusas, por intermedio de ellos se fomentó la agitación contra el régimen imperante y a favor de la doctrina comunista delineada en 1848 por los israelitas Marx y Engels.
El primero de ellos fundará en 1864 la primera internacional para impulsar la agitación en todos los paises, especialmente en Alemania y Rusia.
En 1880, los judíos Leo Deutch, P.Axelrod, Vera Zalsulich y el ruso Plejanov, formaron la primera organización comunista, al año siguiente, en 1881 asesinaron al Zar Alejandro II, desde su inicio mostraron su signo de violencia. Su hijo Alejandro III endureció el trato con los judíos y aumentó las persecuciones y restricciones.
Proyectó una acción enérgica para convertirlos forzosamente al cristianismo y expulsar por lo menos a dos millones de ellos. Si bien el plan no llegó a cumplirse, hubo muchos detenidos y numerosos exiliados.
Alejandro III también sufrió un atentado fallido, llevado a cabo por varios judíos, entre los que se encontraba el hermano de Lenin, los conjurados fueron ahorcados.
A la muerte de Alejandro III, le sucedió en el trono Nicolás II en 1894. El nuevo zar suavizó el trato que se les daba a los israelitas, sin embargo con ello solo consiguió que estos volvieran a agitar las masas rusas. De todos modos dentro de la población seguia existiendo cierta animosidad en contra de los judíos dándose inclusive cruentos movimientos populares en su contra llamados “progrom”.
En 1899 la renovada efervescencia provocó graves disturbios obreros. Una sección del Partido Social Revolucionario que se encargaba de la acción terrorista, manejada por el judío Gershuni, realizó distintos atentados en los que murieron el ministro ruso Sipayagin, el gobernador Bogdanovich, el premier Plebe, el gran duque Sergey y el general Dubrassov.
Nuevamente apareció la represión oficial, pero en 1904, Nicolás II haciéndose eco de solicitudes de personas importantes, volvió a suavizarlas, con esta medida solo consiguió el incremento de las actividades revolucionarias.
Algunos de los principales dirigentes judíos emigraron y en 1908 se reunieron en Paris para planear una nueva etapa de agitación (Apfelbaum, Rosenfeld y Ilitch Ulianov (a) Lenin).
En 1914, debido al conflicto suscitado entre Servia y Austria-Hungría, Rusia apoyó a la primera y Alemania a las segundas, lo que dio inicio a la primera guerra mundial.
Esta decisión fue fatal por que con ella se empeoró las condiciones de vida de la sociedad rusa y favoreció el clima para que triunfara la revolución comunista.
A pesar de que su patria rusa se encontraba en guerra, los revolucionarios no cesaron en su acción de debilitar las instituciones. Se arengaba a los trabajadores diciéndoles que los obreros no tenían patria que defender, según la tesis marxista (comunista) de que la idea de patria debía extirparse de las nuevas generaciones. (En esa época no existía el Estado de Israel, ellos no tenían patria).
Sesenta y siete años después que Marx y Engels habían dado a conocer el manifiesto comunista, otros miembros de la misma raza luchaban denodadamente por hacerlo realidad.
Desde el exterior, en su periódico Social Demócrata en 1915, Lenin alentaba a los revolucionarios rusos a contribuir a la derrota de Rusia.
Con la ayuda de los alemanes, Lenin regresó subrepticiamente a Rusia y se dirigió a San Petersburgo donde Trostky había conseguido acaudillar a 30.000 israelitas y había organizado el cuartel general del movimiento marxista, junto a los judios Apfelbaum y Rosenfeld (conocidos con los nombres rusos de Zinovien y Kamenev), e iniciaron una intensa campaña para minar la retaguardia del Ejército Ruso.
La promesa de que al triunfar la revolución comunista se les repartiría tierras a todos los proletarios, fue tan bien recibida que los soldados querían dejar de pelear para llegar al reparto.
También la prédica para resquebrajar la disciplina y las jerarquías, dio buen resultado, en San Petersburgo comenzó una brutal matanza de oficiales.
Los revolucionarios contaban con un fuerte apoyo de sus hermanos de raza en el extranjero. En Febrero de 1916 se celebró un Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas en Nueva York, varios banqueros judíos-norteamericanos ayudaban económicamente este movimiento. Alguno de ellos como Kuhn Loeb, Felix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg etc. Los movía la profunda solidaridad de raza y el anhelo común de la reivindicación hebrea.
Unos buscaban con el instrumento que Marx les había entregado y los otros con la herramienta del oro y las finanzas, el súper capitalismo. Dos medios distintos pero con un solo fin, si el destino del mundo iba a jugarse en dos barajas de la política internacional, el capitalismo y el marxismo, tener ases en ambas era asegurarse el triunfo de la causa común cualquiera fuera el resultado.
En noviembre de 1917, triunfó la revolución bolchevique y el Zar y su familia detenidos y luego asesinados en julio del año siguiente.
Los rusos no tardaron en darse cuenta del engaño sufrido y se dio una violenta contrarrevolución que llegó a controlar gran parte del territorio ruso. La opinión norteamericana simpatizaba con los rusos antibolcheviques y quería que se les ayudara, pero, pero toda la prensa influenciada por los judíos, se dedicó a desinformar al pueblo.
Así por ejemplo Hebert Mathews, corresponsal del New York times en Rusia, decía el 7 de mayo de 1918, que la revolución soviética no era propiamente comunista, que una encuesta indicaba que Lenin, Trotsky y Stalin, eran anticomunistas.
Los contrarrevolucionarios solicitaron ayuda al gobierno ingles y francés, pero no la obtuvieron, en cambio los comunistas fueron generosamente apoyados y así consiguieron aplastar la contrarrevolución del pueblo ruso.
Con el triunfo de la revolución bolchevique todos los banqueros judíos en Rusia permanecieron sin ser molestados, mientras a los banqueros no judíos se les fusiló (una forma drástica de eliminar la competencia). El marxismo es anticapitalista solo contra la propiedad no judía.
(Continuará)
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