EL
CHOQUE DEL TREN BALA
por
Oscar Taffetani
(APe).-
Dicen que el Tren Bala va a andar a 320 kilómetros por hora, sin tiempo
para mirar ni para oír ni para pensar en seres vivos -sean árboles o niños
o perros- que se paren cerca de las vías.
El Tren Bala le costará al país unos 4.000 millones de dólares, que
formarán parte de la nueva deuda externa, ésa de la que nadie habla.
Los exiguos 1.000 km de vía del Tren Bala serán andados por pasajeros
pudientes, quienes pagarán boletos de entre 300 y 400 pesos para moverse
entre las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
En ese recorrido no habrá escalas. No habrá molestos pueblitos de la
pampa sojera y cerealera. No habrá apeaderos, viejos o nuevos, en donde
bajen o suban trabajadores silbando bolsito al hombro; ni viejas con
canastos de panes o verduras; ni vendedores ambulantes; ni chicos que se
asomen en puntas de pie desde los andenes o que se cuelguen de los puentes
reclamando a los pasajeros un "tire dié".
Hay 602 pueblos argentinos de menos de 2.000 habitantes -dice un
relevamiento de la organización RESPONDE- que están en riesgo de extinción.
Para ninguno de ellos el Tren Bala significará una salida o una
esperanza. No hará que las familias tengan trabajo ni que los chicos
aprendan el hábito del pan en la mesa ni que los jóvenes dejen de
emigrar a las capitales, en busca de mejores oportunidades.
Además, los grandes talleres ferroviarios del país (Tafí Viejo,
Remedios de Escalada, tantos) no servirán para el mantenimiento del Tren
Bala.
Ni las grandes fábricas de elementos ferroviarios podrán proveer el
equipamiento necesario para el Tren Bala.
El parque y los elementos serán importados de Francia y de otros lugares
del mundo relacionados con el contratista del Tren Bala. También deberán
importarse los repuestos y el instrumental de mantenimiento.
El Tren Bala, en síntesis, será más endeudamiento, escasa creación de
puestos de trabajo y ninguna reactivación para la industria ferroviaria
nacional.
Además, será un tren para pocos, que no brindará las escalas y
posibilidades que hoy brinda el autotransporte de pasajeros.
Una alternativa posible
Desde
el llamado Proyecto Sur y desde otros movimientos políticos orientados al
rescate de la soberanía argentina sobre sus recursos naturales,
materiales y humanos, se ha lanzado una propuestas de inversión en
infraestructura y recuperación de la histórica red ferroviaria
argentina.
Paradójicamente, la red “inglesa” donde todos los ramales confluían
hacia los puertos de Buenos Aires, Rosario y Bahía Blanca, sigue siendo
la llave para revitalizar buena parte de las regiones productivas del país.
Ese proyecto alternativo nos habla de máquinas “made in Argentina”
que podrían desarrollar tranquilamente, si las vías estuvieran en buen
estado, una velocidad de 120 kilómetros por hora.
Nos habla de una inversión de 3.100 millones de dólares (900 millones
menos que el Tren Bala), para reconstruir 18 mil kilómetros de vía,
construir 7.000 kilómetros nuevos aptos para pasajeros y carga e incluso
11 mil kilómetros nuevos sólo para transporte de carga.
También habla de un parque de 300 locomotoras, 900 coches de pasajeros y
15 mil vagones de carga, a construirse y renovarse en el país.
Los boletos del servicio interurbano de pasajeros -nos aseguran- costarían
mucho menos que los actuales pasajes en micro. E infinitas veces menos que
los pasajes en el Tren Bala.
Además, al usar la red histórica, el tren volvería a llegar a las cinco
regiones del país: Noroeste, Nordeste, Cuyo, Centro y Patagonia,
revitalizando esos pueblos “en vías de extinción” y reactivando las
economías del interior.
Tecnología argentina, técnicos y profesionales argentinos e institutos
de capacitación argentinos, volverían a ponerse en valor y a tener
sentido, con el renacer del tren.
Alguna vez la Argentina -como lo muestra cualquiera de nuestros museos
ferroviarios- pudo fabricar locomotoras, coches de pasajeros (incluso de
lujo) y vagones de carga. También fabricó rieles y durmientes.
A quien señale que al tren para todos le faltan capitales, habrá
que mostrarle cualquier gacetilla oficial de ésas en las que se nos
informa con euforia que las reservas monetarias del país superan los 50
mil millones de dólares. Con menos de un 10% de ese capital, el Estado
nacional podría hacer el milagro.
¿Es utópica, entonces, la propuesta de un tren con minúsculas, un tren
para todos, que nos devuelva a los argentinos el sueño de unidad, de
justicia y prosperidad que hace mucho que no tenemos?
Quienes la tilden de “utópica” estarán abonando, automáticamente,
el proyecto de un tren para pocos, llamado Tren Bala, que en su mismo
viaje inaugural (no es difícil imaginarlo) sufrirá una tremenda colisión
contra la realidad social argentina.
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