20 DE NOVIEMBRE: "DÍA DE LA SOBERANÍA NACIONAL" Hubieron tres hechos en la historia de nuestra Patria Argentina que son prácticamente desconocidos para la mayoría de los argentinos y que tampoco se enseñan como es debido en las escuelas públicas y privadas. Ello son: La Batalla de la Vuelta de Obligado, la batalla de Punta de Quebracho y el combate del Cerro de la Caballada. Hoy relataremos los dos primeros ya que hacen al DÍA DE LA SOBERANÍA NACIONAL. Ing. Fernando M. Fluguerto Martí
BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO La batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845 como parte del enfrentamiento entre el gobierno de la Confederación Argentina, liderado por Juan Manuel de Rosas y la escuadra anglo-francesa. Gobernaba Juan Manuel de Rosas, San Martín lo apoyaba desde su exilio y en todo el país se oyó el deseo de seguir siendo una nación libre y no una colonia extranjera, aun a costa del enorme sacrificio que ello significaría. El 20 de noviembre de 1845, noventa buques mercantes remontaban las aguas del Río Paraná custodiados por una poderosa flota de barcos de guerra ingleses y franceses, con casi cien cañones a bordo. La presencia extranjera pretendía obtener garantías que les permitieran el libre comercio en el Litorial y el Paraguay y el libre tránsito por el estuario del Plata y los ríos interiores, pertenecientes a la cuenca del mismo, sin solicitar la autorización del gobierno argentino y convertir a Montevideo en una factoría comercial para ambas potencias.. Con patriotismo, inteligencia y astucia, Rosas preparó la defensa cerrando el Paraná con baterías escalonadas a lo largo de sus costas para librar batalla contra sus agresores. La principal defensa se encontraba en la Vuelta de Obligado al norte de la ciudad de San Pedro. Así, en un recodo del Río Paraná, cercano a la actual ciudad de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires, se dispusieron 2.200 hombres, soldados regulares y gauchos, y 35 piezas de artillería dirigidos por el general Lucio N. Mansilla. El general Lucio Mansilla hizo tender, de costa a costa, sobre 24 lanchones, tres gruesas cadenas salpicadas con vivaces banderas celestes y blancas. En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, muchos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros. Cerca se extendían las tres cadenas cubiertas por banderas argentinas. Cuando los invasores estuvieron a tiro Mansilla ordenó el primer disparo de artillería. Los buques de guerra ingleses y franceses, modernos, blindados y con torretas de artillería naval giratorias y cañones con el alma estriada eran dañados seriamente por viejos cañones de bronce de ánima lisa, que hacian estragos, manejados con maestría por los artilleros criollos, que iban agotando su munición. La escuadra de guerra anglo-francesa estaba formada por 11 buques de combate. La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río tiene 700 mts. de ancho y un recodo pronunciado dificultaba la navegación a vela. Además, en las trincheras había 2000 hombres al mando del coronel Ramón Rodríguez (entre ellos, los infantes del Regimiento 1 Patricios) y un único buque de guerra- el Republicano de 6 cañones, que tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río.. El combate se inició al amanecer con múltiples bajas por parte argentina: 250 muertos y 400 heridos, 21 cañones de la batería cayeron en poder del enemigo que los inutilizó. Asimismo, incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas y se perdió el buque Republicano, que fue volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo. Los agresores, por su parte, tuvieron 26 muertos y 86 heridos y sufrieron grandes averías en sus naves que obligaron a la escuadra a quedarse 40 días en Obligado para reparaciones de urgencia. Las fuerzas de nuestro pais, bajo el mando del General Lucio Mansilla, estaban conformadas por cuatro baterias colocadas sobre la barranca, La Restaurador Rozas, la General Brown, la General Mansilla y la Manuelita, acargo del Teniente Coronel de Artilleria Juan Bautista Thorne. En ellas habia un total de 21 cañones, el mayor de los cuales era de 24 libras. Ademas se habia dispuesto atravesando el rio, que tiene en su brazo principal unos 800 metros de ancho en ese tramo, una barrera compuesta por 24 buques desmantelados unidos por tres gruesas cadenas. Detras de esta barrera flotante, sobre la margen izquierda, recostada sobre la isla, estaba el bergantin Republicano, unico barco activo de la defensa argentina, estaba anclado y con las velas arriadas: su mision era la de servir de bateria flotante con los seis canones de que estaba dotado. El dispositivo defensivo tenia tambien otras disposiciones menores sobre las cuales no nos extendemos, amen de las tropas de infanteria y de caballería que estaban apostadas en las cercanias de la barranca. Las fuerzas anglo-francesas por su parte estaban compuestas por los siguientes navios; corbetas Expeditive y Comus, bergantines Philomel, Dolphin, Fanny, San Martin, Pandour, Procide, y los vapores Fulton, Firebrand y Gorgon. Cerca de un centenar de cañones, de calibres mucho mayores que los de la defensa, varios de ellos de la mas moderna tecnologia disparaban balas con espoleta. Por otra parte ya habian sido usados con exito en aventuras coloniales en Mexico. La diferencia en cuanto a la artilleria era mayuscula a favor de los aliados, pero la cosa no habria de ser fácil para ellos pues el dispositivo defensivo estaba muy bien planeado: el recodo del rio hace dificil la navegacion a vela, maxime bajo fuego, la altura de las barrancas era ademas una gran ventaja para la artilleria de Mansilla. Pasado el mediodia se sucedieron los hechos decisivos, primero se produjo la voladura del unico barco argentino; el parte inglés dice que a causa de una granada, el parte argentino dice que por obra del propio capitan del Republicano que tomo la decision al quedarse sin municiones. El combate prosiguio varias horas, hasta que se produjo el desembarco cerca de las seis de la tarde y la toma de las baterias. Una
lancha inglesa lograba con gran esfuerzo cortar las cadenas en un punto
cercano a las islas; entonces los tres vapores, que habían permanecido
a retaguardia durante casi toda la mañana, pasaron rio arriba y
comenzaron a Las naves aliadas lograron pasar Obligado, llegaron hasta Corrientes, pero fueron hostigadas siempre en su paso frente a las barrancas santafesinas. Sin embargo, aunque pudo franquear el paso hacia el Paraná, el enemigo no pudo ocupar las costas (de vital necesidad estratégica), por lo cual su victoria no fue completa. Las bajas de los argentinos resultaron muchas por el heroísmo en la defensa de la posición y por la desproporción en el armamento, pero el hecho, demostraría a los interventores que no podrían vencer, pues la guerra de resistencia sería franca e implacable. Quedaron en el campo de batalla alrededor de tres centenas de muertos argentinos. Las bajas de los invasores fueron cercanas al centenar. Las noticias de las pérdidas comerciales sufridas por el convoy y los relatos de la hidalguía y bravura de los argentinos llegaron a Londres. Ante esta situación, los gobiernos extranjeros ordenaron el retiro inmediato e incondicional de sus escuadras en el Plata desagraviando al pabellón argentino con 21 cañonazos. Las repercusiones de la batalla tuvieron gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus sentimientos - que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas - y se volcaron a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios - enemigos tradicionales de Rosas- se conmovieron y el general Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación para defenderla de los enemigos europeos. Unos
meses después, y este es un hecho menos conocido, el 4 de junio de
1846, Mansilla se cobró revancha en El Quebracho, muy cerca del
convento de San Lorenzo, sobre el Paraná, el lugar del famoso bautismo
de fuego del
BATALLA
DE PUNTA DEL QUEBRACHO Corría el año 1846, hacía algo más de seis meses que la escuadra anglofrancesa había pasado por la Vuelta de Obligado. La expedición, cuya rentabilidad se daba por segura, había fracasado. Corrientes, empobrecida por tantos años de guerra, no había resultado un buen mercado. Tampoco Paraguay, ya que su líder, Carlos Antonio López, no se dejaba engañar con promesas de libre comercio y exigía, antes de cualquier acuerdo comercial, el reconocimiento de la independencia paraguaya por parte de los interventores. Nada se consiguió entonces, gran parte de los buques mercantes que remontaron el Paraná, protegidos por varios de guerra, volvían tan llenos como habían salido de Montevideo hacía ya varios meses. A la realidad del total fracaso comercial se unía la oscura perspectiva del regreso. La ida había sido dura, asechada la flota en todo lugar oportuno (Acevedo, San Lorenzo, Tonelero, etc.) por la artillería volante, primero al mando de Thorne, luego, una vez restablecido de las heridas de Obligado, Mansilla ocupó su lugar de jefe de la defensa del río. Por lo tanto, la vuelta del convoy no se presentaba como una travesía agradable. El día 4 de junio de 1846, alrededor de medio año después de la Vuelta de Obligado, en la angostura o punta del Quebracho, esperaba Mansilla a la flota intrusa. Contaba con 17 cañones, defendidos por 600 infantes, 150 carabineros, además de algunos hombres de Patricios. En el centro, se instalaron dos baterías y algunas fuerzas de infantería, al mando se hallaba Thorne. Mientras, en el otro extremo se ubico el batallón Santa Coloma. Cuando los buques de guerra estuvieron a tiro, Mansilla dio la orden de fuego. Los cañones patrios se mostraron inaccesibles para la artillería enemiga dada la altura a la que estaban emplazados. El caos se apoderó de las embarcaciones, en su tentativa de huir algunas vararon y sufrieron duramente el fuego criollo. El capitán inglés Hotham confesará al informar sobre las bajas del Quebracho: -Los buques han sufrido mucho. Escapar con la mayor velocidad posible se convirtió en el único objetivo de las escuadras combinadas de las dos mayores potencias de la época. Una
gran pluma dirá: -El encuentro del Quebracho, aparte de su enorme
importancia militar y política, fue el sello definitivo del desastre
económico-comercial de una empresa de injusta prepotencia, llevada a
cabo por quienes, seguros de su enorme superioridad material, y
atropellando sin consideraciones humanas ni jurídicas, todos los
derechos de la Visto desde hoy hechos como los del Quebracho nos llenan de orgullo, refuerzan nuestro honor de ser argentinos. En el Quebracho, como en Obligado, como en Malvinas, es donde los argentinos demostraron que el acta firmada en Tucumán en 1816 fue verdaderamente el acta de la Independencia, acciones como estas son simplemente independencia en acción. Eso es ciertamente la lucha por la soberanía nacional. El conflicto causa grandes pérdidas comerciales a las dos potencias europeas, que deciden iniciar negociaciones de paz en forma separada. Inglaterra firma un tratado el 24 de noviembre de 1849 y Francia el 31 de agosto del año siguiente. Los historiadores oficiales -reacios a la controvertida figura de Rosas- continúan minimizando y ocultando ,hasta el día de hoy, el combate de la Vuelta de Obligado y la victoria argentina de Punta de Quebracho.
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