LA BATALLA DE CASEROS Y LA "NUEVA" BANDERA ARGENTINA

La batalla de Caseros marca el comienzo de la decadencia de Argentum, a manos de intereses foráneos y ajenos a los tradicionales y nacionalistas.

Año 1852, esta fecha marcará el comienzo del gobierno masónico del país. La misma no significará tan sólo el envilecimiento del mismo, sus continuar pérdidas territoriales que aun continúan hasta nuestros días, sino lo que mayormente interesa a esta "institución": destruir la tradición en sus símbolos. Es decir borrar en la humanidad la presencia de una realidad trascendente y espiritual, reduciéndola a una mera animalidad consumista, así como sucede hoy en día en manera harto manifiesta.

Aconteció así un hecho pasado en silencio e ignorado incluso por los mismos argentinos: el cambio en los colores de la bandera.

Secretamente y de un día para el otro, los habitantes fueron informados que el color de la misma no era más el azul, sino el celeste. El motivo era el de vaciarla de cualquier significado metafísico y relegar su origen a un hecho meteorológico, a los colores del cielo. Y también el sol, símbolo tradicional de la eternidad, del motor inmóvil metafísico, pudo también entrar en tal contexto meteorológico. Pero, puesto que a veces tal astro podía resultar incómodo en su exhibición y solicitar mayores explicaciones por parte de las personas, se lo hizo gradualmente desaparecer, exhibiéndolo sólo en ocasión de ciertas ceremonias de carácter militar. Digamos además que hubo una acción sistemática tendiente a denigrar al máximo la figura de Rosas, pintándolo como un tirano genocida y repugnante.

Pero el rosismo, es decir, el espíritu tradicional en su forma histórica en Argentum, a pesar del largo paréntesis de más de un siglo, no ha desaparecido de la sociedad argentina.

El 2 de abril de 1982 improvisamente, con la ocupación y reconquista de las Malvinas, representó una resurrección de su espíritu. En esta ocasión se vieron nuevamente en acción aquellas mismas fuerzas que chocaron en la batalla de Caseros. Mientras que las tropas argentinas se batían heroicamente en contra del ocupante inglés, atávico enemigo de Argentum, el Papa Wojtyla, tal como habían hecho los jesuitas en la época de la Colonia y de Rosas, vino a promover en estos territorios la paz a cualquier precio, es decir, la rendición. Años antes había intervenido a fin de que Argentina cediese a Chile 10.000 kilómetros cuadrados de estratégico territorio en el conflicto, que no fue, del Beagle.

Pero lo que preocupó principalmente al enemigo en la guerra de las Malvinas fue el retorno del espíritu de Argentum.

Volvió nuevamente a flamear la originaria enseña azul y blanca, El sol apareció nuevamente en su centro...