Nada hay más fácil que dar consejos éticos cuando no se necesitan
obtener resultados, lo malo es cuando la necesidad aprieta, se desea
ganar, o mejor, se necesita ganar, y para ello los sesudos
planificadores piden actuaciones que chocan con el estilo y la ética que
uno ha predicado. Entonces es cuando es preciso meditar sobre Etica y
Lucha política.
Mientras el fracaso esté asegurado, o al menos el éxito sea lejano, es
mucho más fácil dar grandes discursos de ética, e incluso ejercerla, lo
que ya de por si es un mérito real, pues ejercer la ética es algo
personal que cuesta siempre un esfuerzo, mientras predicarla solo vale
la saliva que se gasta.
En
mi larga lucha política he visto tantos discursos de ética y moral entre
los camaradas NS que a veces me pregunto si realmente no se debería
prohibir hablar de ello y exigir en cambio una exposición personal de
los medios de vida, las actuaciones, el trato que se da a la familia, el
dinero que se gasta uno y como, las fulanas o queridas que se mantienen,
las estafas a camaradas que se han hecho, el comportamiento en el
trabajo, en fin, que el comportamiento ético personal es lo único
realmente indiscutible en este momento.
Si
un camarada lleva un comportamiento de persona decente en su trabajo,
familia y relaciones, ya es mucho.
Pero vayamos al tema político. En realidad todo, absolutamente todo, se
resume en aquel famoso dilema de si ‘El fin justifica los medios’, lo
demás es parafernalia a su alrededor.
Mientras en la vida personal es más que evidente para cualquiera que el
fin jamás puede justificar un solo medio inmoral, puesto que el fin es
egoísta, es el propio deseo o bien, y eso jamás debe permitir una
conducta incorrecta, en cambio cuando el fin es el ‘bien de la comunidad’,
las dudas y las respuestas ya son mucho más diversas entre los mismos
camaradas que predican la `ética política’ como principio.
Ante todo es evidente que el refranero popular ya advierte que ‘es
imposible hacer una tortilla sin romper huevos’, o sea que no podemos
tratar una comunidad con sus errores y sus malvados con mentalidad de
misionero, pues solo una parte de la sociedad es capaz de aceptar el
bien sin oponerse por la fuerza de su deseo, su egoismo. De forma que la
violencia en el sentido de imposición parcial es implícita a la lucha
política cuando se llega al poder.
Pero el tema no es básicamente ese sino mucho antes, ahora, en la lucha
política de nuestros medios y posibilidades actuales.
Recuerdo un grupo hace años que pensaba en robar un banco para
financiarse la llamada ‘lucha política’... otros podrían plantearse
negocios ilegales, trampas o cualquier tipo de actuación inmoral que
llevase a la financiación de ‘actividades morales’ en lucha contra el
Sistema.
El
tema de la financiación es el primer punto en el cual la ética flaquea
en la lucha actual. Desde los que montan negocios privados con la ‘excusa’,
o la intención real, de financiar una actividad, y no dudan en ese
negocio ‘político’ aplicar medidas inmorales, no pagar deudas a
proveedores, no usar el dinero que se envía para lo que se dijo que se
pedía, poner precios abusivos o vender temas que eran del grupo o de
otros... todo, eso si, con la excusa de que se hace por la ‘causa’.
Jamás, bajo ningún concepto, es aceptable una inmoralidad que tenga por
objetivo el dinero, incluso si es para la lucha política. El dinero es
un elemento corruptor de primer orden en el Sistema, y por tanto debemos
considerarlo como el primer enemigo a vencer, en el sentido de dominar
el deseo de dinero a base de actuaciones indecentes, no correctas
siquiera, pues esa es la base misma de todo el enemigo, del Sistema.
No
hay excusas para este tema, la no honradez en el manejo del dinero, sea
cual sea su excusa, es la mejor señal de que una persona es del Sistema
y merece nuestro desprecio más completo.
Por ello siempre he visto con asco aquellos que se llaman camaradas y
estafan, engañan o abusan por dinero, sea en su vida privada como en sus
relaciones de grupos.
Decía Santiago Rusiñol: “El robo, si es muy importante se dignifica. El
ideal del hombre moderno es ser nieto de un gran ladrón, borrar el
recuerdo del difunto y quedarse con el dinero”.
Si, la tentación de lograr dinero fácil, con las excusas necesarias para
quedar tranquilo de ‘conciencia’, es hoy enorme y debemos luchar contra
ello con todas las fuerzas. No hay nada que justifique este tema y aun
si lo existiera, si hubiera un motivo, el riesgo de que ese acto fuera
el inicio del camino hacia la laxitud en la honradez es tan grande que
incluso con la mejor excusa es preferible no acceder a este tipo de
actuaciones.
Pero puede que la actuación no sea por dinero, sino por otro motivo
clásico: la violencia agresiva.
La
tentación de agredir a un enemigo declarado, manifiesto, es sin duda uno
de los motivos de actos infames que podemos achacar a algunos camaradas,
y se ha hecho especialmente visible en algunos de los grupos llamados
skins.
No
me refiero ya a la agresión burda y sin motivo previo, que es
completamente indecente y no merece más detalle, pero las dudas son
mayores cuando tratamos con casos como el despreciable periodista que se
infiltra o miente para denunciarnos, etc.... la tentación de apalizarle
es grande, pues se trata de un ‘castigo’ por su actuación inmoral
previa.
Los actos violentos tienen dos aspectos vitales:
1-
La oportunidad táctica: la violencia puede ser absolutamente
contraproducente en un momento dado PESE a ser justa. La policía y la
prensa pueden aprovechar una reacción violenta justa para prohibir,
reprimir o anular esfuerzos de años. Por tanto las acciones de
represalias o de reacción deben ajustarse a una decisión del mando muy
meditada, y muy ajustada a lo que realmente se precisa políticamente.
Caer en una escalada de acciones violentas puede ser fatal, pero no
reaccionar en nada también... así que se debe valorar cada caso y nunca
actuar precipitadamente, sobretodo cuando no se tiene la prensa y medios
a nuestro favor.
2-
La justicia o ética de la actuación. La reacción ante una agresión
física o moral grave justifica éticamente una respuesta adecuada,
proporcional al daño recibido y bien meditada en su justicia. Pero aun
así hay que procurar que la reacción sea más ‘inteligente’ que ‘física’,
recurriendo solo a la agresión física cuando la ofensa ha sido realmente
física o muy grave.
Cumpliendo estas condiciones de proporcionalidad a la ofensa recibida y
oportunidad táctica, no hay inconveniente ético a la violencia
defensiva.
Por último hay otro tipo de actos de dudosa moral, el uso de la mentira
en política. La democracia usa este medio de forma premeditada, masiva y
profesional.
Es
más que evidente que muchas veces he oido como se miente en nuestros
medios en varios frentes:
-
Primero a los propios camaradas, se les engaña en la realidad, en los
medios, en los objetivos y en los planes de los grupos.
-
Se falsifican las ideologías para lograr votos o conseguir más gente.
Hay un enorme mercadeo de ideas a cambio de ‘oportunidades’ políticas.
No
es posible a menudo decir toda la verdad pero siempre es imprescindible
no mentir. Y en todo caso nunca ‘usar’ a los camaradas, sino tener un
respeto por su esfuerzo, por pequeño que ese sea.
La
respuesta al enigma de si el fin justifica los medios es clara: solo
nuestra ideología está contra esa posibilidad, debido a que el FIN
nuestro es la ETICA, por tanto si usamos medios inmorales vamos de base
contra nuestro fin, y nunca lograremos por tanto el fin.
Es
distinto el marxismo, por ejemplo. Su fin es el poder para implementar
una economía dada, y es posible que obtengan el poder con medios
inmorales, y esos medios no afectan a su fin. O el capitalismo cuyo fin
es otra forma de economía, o la democracia cuyo fin es (oficialmente) la
voluntad de la mayoría, por tanto si la mayoría se convence inmoralmente,
es tan mayoría como si se convence éticamente, pues la democracia no
tiene principios, sino solo los que voten la mayoría en unas urnas a
unos partidos.
Solo el NS, como el cristianismo, lucha por unos Valores ni económicos
ni votables, por tanto cualquier medio que vaya contra esos Valores
éticos nunca podrá llevarnos al fin ético que nos hemos marcado.
Si
no tenemos ética política, y mucho más ética personal, solo lograremos
que nuestra bella y justa revolución se convierte en una basura más del
mundo, en una sombra repugnante de nuestros ideales, en un desperdicio
de palabras bellas en boca de sinvergüenzas.
Recuerdo aquellos versos dedicados a la memoria de Calderón de Barca:
“A Calderón
gran función
Se
le prepara en Castilla.
¡Dios quiera
que algún bribón
No
haga del gran Calderón
Caldereta o calderilla!·
(Fco
Asenjo en el bicentenario muerte de Calderón, La Ilustración Española
Supl al nº 19).
Si, nuestro bello Nacionalsocialismo está muchas
veces en manos de mafiosos, gamberros, inmorales y beodos.
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