BHUTTO Y KRISTINA

por Marcos Ghio

Centro de Estudios Evolianos

 

El emocionado homenaje que Kristina Kirchner le dirigiera a su par, recientemente ajusticiada, la ex premier pakistaní Benazir Bhutto llama a un conjunto de reflexiones que nos permiten establecer las similitudes entre ambas.

Si bien Kristina, aun siendo gobernante en la actualidad, no ha gozado hasta el momento de la popularidad de su par pakistaní, lo indubitable en los dos casos es que ambas han pertenecido en vida a un partido de corte populista, el peronista en el caso de la argentina y el Popular Pakistaní en el de la desafortunada Benazir.

Los dos nucleamientos han tenido características muy similares. Ambos han practicado por igual la demagogia en el ejercicio del poder, consistente en el reparto de cargos y favores, de prebendas, y ha sido en función de ello y de otros actos de carácter compulsivo y de soborno que han logrado suscitar adhesiones entre la población por las cuales han podido comprar sus voluntades en el momento de las urnas.

A su vez las dos han contado con el beneplácito de los poderes fácticos que dirigen la alta política del planeta. Si Benazir Bhutto, quien había sido desplazada por corrupción mayúscula del poder del Estado, pudo volver al país luego de un largo ostracismo en el exterior, ello fue a causa de una expresa recomendación y respaldo de su par norteamericana Condolezza Rice que viera en ella la carta a jugar en contra de Al Qaeda a fin de salvar el ya perimido régimen democrático que el militar Musharraf no lograba mantener. En el caso argentino el peronismo y el radicalismo, los dos expulsados sucesivamente del gobierno por graves actos de corrupción, han sido a su vez los instrumentos que tal poder ha utilizado para estructurar nuestra argentina postmalvinas, es decir la democrática y sustentable que promueven los organismos multinacionales para el mantenimiento del orden en el mundo. El caso de los Kirchner fue la carta a utilizar luego de que la terrible crisis de los años 2001-2002 pusiera en severo peligro la continuidad del sistema.

Pero otra característica interesante de las dos gobernantes ha sido la estrecha vinculación que existiera en ellas entre su función de gobierno y la marital. Bien sabemos que Kristina y su marido se intercambiaron funciones de mando y colaboraron estrechamente durante las dos gestiones, la del esposo primero y la de ella después. En el caso pakistaní la circunstancia ha sido también muy similar. Tras la eliminación de Benazir, su partido, luego de una larga y democrática deliberación de cinco horas, resolvió entregar el mando al esposo de esta última, Azif Zardari, más conocido como Mister 10%. Se recuerda que  éste estuvo preso porque se pudo comprobar, durante el mismo mandato de su desafortunada esposa, que se quedaba con el 10% de comisión de todos los contratos que hacía el Estado. Febriles intervenciones de la diplomacia norteamericana habían logrado en su momento la libertad de esta nueva carta de la democracia. Es de destacar que, para cubrir un poco con las formas y no hacer las cosas más repugnantes de manera ostensible, la democrática reunión de cinco horas estableció que nominalmente el mando del partido será ejercido por el hijo mayor de Benazir y de Zardari, Bilawal, quien apenas cuenta con 19 años. Si bien esto último no es el caso acontecido con nuestro matrimonio gobernante, los hechos de corrupción denunciados en relación al mismo son muy similares e incluso más escandalosos que los de Zardari. Las famosas regalías de Santa Cruz, el caso Shanska, la “nacionalización” del petróleo, las sucesivas bolsas y valijas cargadas de billetes, son sólo algunos de los ejemplos que asemejan las dos situaciones.

Pero hay por último una semejanza mayor ente las dos mujeres políticas, la argentina y la malhabida pakistaní. En los dos casos se ha efectuado un culto exacerbado por el propio género en las funciones del gobierno y de la democracia considerándose que una verdadera democracia solamente se consuma cuando es la mujer la que ejerce la función del mando. Kristina no se ha cansado de decirnos, lo mismo que su marido, que esta última otorga un rasgo de mayor coherencia y eficiencia a una democracia y lo ha resaltado especialmente en su discurso de homenaje a Benazir manifestando que no ha sido una casualidad que quienes rechazan la democracia se hayan ensañado con una de sus líderes mujer. Debemos reconocer que esto último es verdad. El “menos malo de los sistemas posibles” tiene su fundamento último en el dogma de la igualdad, el que fuera propio de las sociedades matriarcales de nuestros tiempos más remotos. Por su carácter numérico y cuantitativo, dicho fenómeno se asocia también con otras manifestaciones de nuestros tiempos, tales como el pacifismo, el culto por la vida, por el confort y la economía, así como el desaforado interés por el propio cuerpo, respecto del cual no casualmente nuestra presidente ha practicado una verdadera religión. En contraposición con ello las sociedades patriarcales, en las cuales el hombre era el centro rector, fueron por el contrario jerárquicas y desigualitarias, sustentando frente al régimen democrático su antítesis absoluta, la aristocracia.  En razón de su coherencia, los desarrollos últimos de la democracia exigen un grado de feminismo cada vez mayor. Si en sus orígenes ello consistió en hombres que renunciaron a ser tales asumiendo actitudes propias de las sociedades matriarcales, ahora en los momentos terminales será en cambio la mujer la que ocupará los principales espacios. Ello hoy se lo percibe hasta en expresiones simbólicas tales como la reciente elección de una mujer para el ejercicio de un cargo que siempre fue de hombres, como el de edecán militar. Anteriormente ello había sido precedido por el nombramiento de una de ellas al frente de la función militar de la defensa. Pero este tema ya lo hemos desarrollado en otra nota escrita antes de la asunción de nuestra presidenta, por lo que nos remitimos a la misma. (1)

Digamos finalmente que la única diferencia que hoy existe con la situación pakistaní es que aquí no hay una organización de corte patriarcal que pudiera por el momento poner en riesgo el ejercicio de poder por parte de Kristina.  Por lo tanto no corremos riesgos de que el enemigo de la Argentina nos envíe alguna expedición punitiva como en Afganistán, Irak y muy prontamente también en Pakistán. Lo único que por el momento pasa es el escándalo de las valijas de Antonini, lo cual, tal como dijéramos es para distraernos de lo esencial (2).