NOTAS SOBRE EL PERONISMO
de Alberto Buela
alberto.buela@gmail.com
 
Quiero agradecer a todos mis amigos, hayan estado presentes o no, por 
el éxito sin precedentes de la presentación de mi libro "Notas sobre
el peronismo" en el gran  salón Felipe Vallese de la CGT, lleno de
bote a bote, cosa rara para semejante salón.
El gran mérito fue del Grupo Sindical Abasto quien puso la carne en la
parrilla, y esperemos que a partir de esto el movimiento obrero no sea
un perro mudo ante los sucesos políticos argentinos y suramericanos.
Un abrazo. Alberto Buela 
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Introducción a Notas sobre el Peronismo de A. Buela

 

En la disputa actual entre comunitaristas y liberals el peronismo tiene algo que decir con su idea de comunidad organizada como teoría política en sus dos aspectos: a) como sistema social a construir (que quedó inconcluso, pues el mismo peronismo ha sido una revolución inconclusa) y b) como sistema de poder, donde a diferencia del marxismo el poder no se toma, no se conquista sino que se construye. Esto último lo vincula a la idea de hegemonía tan cara a los análisis del presente.

La distinción entre gobierno centralizado, Estado descentralizado y pueblo libremente organizado es medular como aporte politológico. El publicitado Ernesto Laclau lo acaba de descubrir como “una novedad” en su último libro (2005) sobre el populismo.

En orden a la ingeniería política la idea de los cuerpos intermedios despolitizados en la doctrina social de la Iglesia, para el peronismo son organizaciones libres del pueblo politizadas, que como factores concurrentes, es su aporte originalísimo, lo alejan tanto de la cogestión socialcristiana como de la autogestión socialdemócrata.

En definitiva, el comunitarismo anglosajón, salvo el caso de Alasdair MacIntayre que está apoyado en una metafísica premoderna como lo es la escolástica católica, el resto en su reclamo de autonomías y diferencias, da por supuesto y no cuestiona los fundamentos de la sociedad demo-liberal-capitalista que tenemos, por el contrario los da por aceptados. Esto último nos está indicando, en buen romance, que la proyección político práctica del comunitarismo anglosajón es nula.

Así para los comunitaristas están los campus universitarios, para que allí se entretengan y no molesten al poder político.

En el caso del peronismo, “no hay hombre libre en una comunidad que no lo sea”  , lo que en criollo quiere decir que su comunitarismo es político y está obligado a realizarse en esta sociedad.

El nacionalismo que propone el peronismo no es el de patria chica sino el de patria grande, de alguna manera está latente en esta propuesta la restauración al menos de la unidad americana anterior a la liberación del dominio español. Más cerca aún a la recomposición del virreinato del Río de la Plata. El peronismo desde siempre ha tenido una predisposición iberoamericana buscando la inclusión del Brasil en orden a su idea nacionalista de Patria Grande.

La negación de la política implica la negación del peronismo que es antes que nada una fuerza política expresada en términos de movimiento y no partidocráticos o de partido político. El peronismo no es ni una religión laica ni una filosofía de vida como abusivamente sostienen los peronianos. Es, específicamente, un movimiento político popular.

Es por esta razón que ha intentado la modificación del régimen de representación política aunque en forma incompleta, pues si bien no modificó la constitución liberal de 1853 en orden a los mecanismos de elección y representación que fueron respetados, sin embargo existe un caso en ocasión de la creación de la provincia del Chaco, en cuya constitución se eliminó el monopolio de los partidos políticos como únicos representantes del pueblo en la Asamblea legislativa, incorporándose además las diferentes organizaciones libres del pueblo.

El peronismo forma parte de los movimientos nacionales iberoamericanos del siglo XX a justo título y de pleno derecho pues como rasgos sustantivos de si filosofía política tenemos: a) que  afirma la construcción de una Patria Grande de la Antártida al Río Grande en México. Espacio que intentó integrar con sus proyecto político del ABC y sindical del ATLAS (1952). b) que es un movimiento de carácter antiimperialista y en gran medida antisistema. c) sostiene en política internacional una tercera posición ideológica (ni yanquis ni marxistas).

La concepción peronista del Estado se apoya en tres principios fundamentales: El del bien común, clásico a los Estados de bienestar; el de subsidiariedad, por el cual el Estado ayuda y auxilia a realizar a aquellas organizaciones sociales lo que por sí mismas no puede hacer, y el de solidaridad, que busca la cohesión e integración de todas las fuerzas sociales en un proyecto nacional común.

Sobre los sindicatos es reconocido el aporte original del peronismo en dicho campo, pues los piensa como organizaciones que el pueblo se da libremente y no como creaciones desde el Estado al modo del fascismo. Y su función es ser factores concurrentes en los aparatos del Estado y no gerentes empresarios como los ha pensado el socialismo con sus variantes cristiana cogestionaria o laica autogestionaria. La personería gremial por rama o actividad y la autoconstitución de la norma a través de las convenciones colectivas son sus soportes jurídicos.

Uno de las causas que explican aún la vigencia de Perón con diferencia a otros gobernantes que se han mantenido largo tiempo en el poder pero que hoy han perdido toda vigencia (Franco, Stroessner, Marcos, Pérez Jiménez, etc.) es que creó una institución: el sindicalismo argentino, que lleva sus ideales políticos como fundamento de su actividad.

Dentro de las formas contemporáneas de Estado, el peronismo se destaca por privilegiar al Estado como motor de la economía, pues la Argentina como país emergente o en vías de desarrollo o subdesarrollado carece de la acumulación del capital propio, de capital nacional suficiente. Pero al mismo tiempo sostiene que las formas institucionales estatales de representación política tampoco son suficientes para la acabada representación popular. Políticamente el Estado es sólo un instrumento al servicio del pueblo y no un dios profano al estilo de fascismo o del marxismo.

El 17 de octubre, la movilización popular, la democracia participativa, la vinculación directa del pueblo con su líder a través de la acclamatio, la lealtad a sus tres banderas: la justicia social (de ahí el nombre de justicialismo), la independencia económica y la soberanía política son sus mitos movilizadores que mantienen sus vigencia política real y efectiva pasados sesenta años de su fundación. Hecho que marca otra diferencia sustantiva con cualquiera de los tantos gobiernos hegemónicos que hubo en el siglo XX (Oliveira, Pinochet, Gómez, etc.), y que sólo han durado lo que duró su caudillo en el poder. Es que Perón fue un conductor y no un caudillo, esto es, vio un poco más lejos al estilo de un estratega.

En cuanto al populismo, el peronismo contrariamente a lo que se piensa y se divulga no fue un populismo porque no concibió “al pueblo suelto” como masa informe y maleable. Concibió al pueblo como algo orgánico y organizado, quien se expresa a través de sus distintos estamentos por él mismo creados de acuerdo a sus diversas necesidades e intereses. Pueblo que se manifiesta no solo en el voto sino en las movilizaciones como pueblo libre a través de la vieja acclamatio o en la gimnasia callejera de la huelga o el piquete. Y esto entonces ya no es populismo sino un hecho popular o popularismo.

El grave problema del peronismo son sus dirigentes cuya falta ha sido que en más de medio siglo de existencia no lograron crear un mecanismo de elección de sus autoridades más genuinas. Al negar el sacrificio por el otro, han hecho del pueblo peronistas un instrumento de sus ambiciones personales. A esto se suma la monserga peroniana de todos aquellos, cientos de miles, que en libros y discursos repiten las frases hechas y los dichos de Perón y Evita, haciendo del peronismo un anecdotario político tenido por poco serio tanto por sus adversarios como por los estudiosos de la ciencia política.

El extrañamiento del peronismo de sus esencias más profundas ha partido de la propia incuria e indolencia de los propios peronistas, de las autoridades partidarias que formaron una “oligarquía de conducción”, quienes no se han ocupado nunca de estudiarlo seriamente y en forma detenida. Y si convocan a algún intelectual es alguien menor y mostrenco que pueden manipular a piacere como el caso de los Casalla, Castellucci, Licastro, Bolivar, J.Castro, Pavón Pereyra, Tenenbaum, Amadeo y tantísimos otros que “ no pueden hacer la o con el vaso”. Se les aplica a ellos, aquello que Perón aplicara a la intelligensia argentina: Son un espejo opaco que imita y encima imita mal.

Finalmente están las opiniones coyunturales de Buela en forma de reportajes que pueden leerse o no. Y termina el libro con dos estudios introductorios: uno al libro La razón de mi vida de Evita y otro a Los Vendepatria de Perón.

Evita, como nuestros gauchos, había nacido y criado en la Pampa y era criolla por los cuatro costados, cosa que obvian todos (¿será porque era rubia o porque el mundo criollo no tiene quien lo defienda, ahora que está de moda hacerse el indio?). Y como el gaucho era “indómita y soberbia”. No se ató a los formales convencionalismos. Dañó los intereses privilegiados y benefició a los más humildes. No fue clasista, ni feminista ni socialista, fue peronista y estuvo al servicio de Perón y de su pueblo. Pero es digno decirlo, siempre estuvo un paso adelante en ese proceso revolucionario que nació el 17 de octubre de 1945. Logró el voto femenino e impulsó ella en el Congreso de la Nación la creación de la particularísima Constitución del Chaco y así afirmó:“ Estos representantes (los que llegarán a la Asamblea a través de los sindicatos, cámaras, colegios profesionales, cooperativas y asociaciones) hablarán por la propia boca del territorio. Serán la voz de la tierra, directa y clara, y dirán lo que saben con pleno conocimiento de causa y pedirán lo que en justicia necesitan”. 

Perón en Los Vendepatria denuncia los diferentes mecanismos que tuvo el imperialismo en su tiempo y en el orden económico nosotros creemos ver en la idea de capitalización popular el más genuino y original aporte del peronismo en economía. Porque esta idea reclama en su desarrollo de otras dos: a) la morigeración de la ley de oferta y demanda del capitalismo salvaje, por la vieja ley griega de reciprocidad de los cambios, según la cual luego de un trueque comercial justo las dos partes deben quedar en posiciones medianamente equivalentes de las que tenían antes de dicho trato comercial, y no una fundida y empobrecida y la otra enriquecida a costa de la primera. b) la difusión de la propiedad, pues la propiedad privada para el peronismo no hay que anularla (marxismo) ni hay que dejarla en manos de unos pocos (liberalismo) sino que hay que difundirla en el seno de toda la comunidad tratando de lograr la mayor cantidad de propietarios. Esto hizo que la Argentina entre los años 45 y 55 pasara de tres millones a once millones de propietarios, realizando la mayor revolución en ese orden, lo que ha tenido como consecuencia directa la mayor clase media, la más extendida de toda Iberoamérica.