EL
LARGO CAMINO DE ISRAEL HACIA LA GUERRA DE JULIO DE 2006
por Jürgen Cain Külbel
Presentada por casi todos los medios de prensa occidentales como una
respuesta a la captura de dos soldados, la guerra que Israel
desencadenó contra el Líbano fue resultado de una larga preparación
cuyas raíces parten del núcleo central del proyecto neoconservador
para el Medio Oriente. En un largo artículo, cuya primera parte
ofrecemos hoy, Jurgen Cain Kulbel describe el complot entre Washington
e Israel que condujo a la agresión contra el Líbano.
La historia demuestra que los Estados que provocan guerras siempre
tratan de engañar a la opinión pública sobre las razones y causas de
las agresiones que desencadenan. Ejemplo de ello es el falso ataque a
la estación de radio de Gleiwitz, organizado en realidad por los nazis,
que sirvió de pretexto a la invasión de Polonia marcando así el
comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Otro ejemplo es el «incidente»
de Tonkín, montado por Estados Unidos para servir de pretexto a la
invasión de Vietnam. Más recientemente, tenemos la falsificación de
pruebas sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Saddam
Hussein que permitieron a la administración estadounidense, con sus
manos manchadas de petróleo y de sangre, despedazar a Irak y
apoderarse de sus recursos petrolíferos.
Israel aportó recientemente su propia contribución a esta piromanía
mundial, organizada por la «Internacional democrática» y aplicada con
redoblado entusiasmo desde que Bush junior y su séquito llegaron al
poder. El ataque israelí tiene numerosas razones: hace años que Israel
trata, con la ayuda activa de Estados Unidos, de balkanizar el Medio
Oriente para garantizar así su propia hegemonía sobre sus vecinos
árabes, a los que siempre presenta como elementos que «amenazan la
existencia del Estado hebreo». En el marco de esa estrategia, el
Estado de Israel decidió, entre otros «objetivos estratégicos»,
garantizar la seguridad de su frontera en el Norte y eliminar
definitivamente la resistencia libanesa representada por Hezbollah,
que vigila el lado libanés de la frontera.
La seudo «revolución de los cedros» del Líbano no benefició a Israel;
el nuevo gobierno de Beirut es débil y resultó ser incapaz de
responder a las exigencias de la administración estadounidense y a las
del gobierno de Tel Aviv. Tampoco ha logrado obtener un verdadero
desarme de la milicia chiíta sino todo lo contrario.
Por otro lado, poco antes del comienzo de la guerra, la situación de
Israel se parecía a la de un boxeador noqueado que yace en el
cuadrilátero. En efecto, los libaneses habían descubierto pruebas que
demostraban que los servicios secretos del Estado hebreo estaban
implicados activamente en actividades terroristas cometidas en el
Líbano: como atentados con coches-bomba y asesinatos de dirigentes
palestinos y de diputados miembros de Hezbollah. Por otra parte,
habían aparecido una serie de indicios que parecían señalar que no era
Siria sino Israel quien había actuado como instigador del sangriento
atentado que segó la vida del ex primer ministro libanés Rafic Hariri.
El hecho de que que esta guerra, aunque planificada desde hace tiempo
por Israel, haya sido desencadenada de pronto, ante los molestos
descubrimientos de los libaneses, y que se convirtiera en una debacle
para el agresor no tiene finalmente mucha importancia. Demostró al
menos una cosa: la guerra librada contra el Líbano por la
superpoderosa maquinaria militar es representativa de las futuras
batallas del siglo 21, desarrollada sin complejos y con una crueldad
criminal. La población civil se ha convertido en blanco de operaciones
destinadas a sembrar el terror y se emprende la destrucción
intencional de infraestructuras vitales con el único fin de causar
sufrimientos a la población y ponerla de rodillas. Ni la
«Internacional democrática», ni la ONU se opusieron realmente al
castigo colectivo impuesto a los libaneses sino que guardaron silencio
ante los innumerables bombardeos contra infraestructuras civiles,
fábricas de leche en polvo, escuelas, hospitales, ambulancias,
caravanas de refugiados, autos individuales o motocicletas, barrios de
vivienda densamente poblados y contra casi todas las carreteras y
puentes del Líbano. En vez de oponerse a ello, los políticos de
Estados Unidos y de la Unión Europea, como la jefa del gobierno alemán,
Angela Merkel, dieron indirectamente carta blanca al agresor israelí
al negarse a mencionar, y mucho menos condenar, la utilización por
Israel de armas prohibidas por la comunidad internacional, como obuses
con fósforo, bombas de racimo y, al parecer, hasta obuses de uranio
empobrecido.
La operación comando israelí
Días después de que el ministro israelí de Defensa, Amir Peretz
lanzara su grito de guerra y ordenara a su aviación, el 12 de julio de
2006, «destruir los poblados del Hezbollah así como la infraestructura
del Líbano», el primer ministro libanés, Fuad Siniora, pudo comprobar
que no fue el Hezbollah sino su país el que fue destruido. La captura
de los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev por la milicia chiíta,
en la mañana del 12 de julio de 2006, fue utilizada en Tel Aviv como
pretexto para desencadenar sin demora una guerra devastadora, sin el
menor respeto por las vidas inocentes.
¿Qué sucedió exactamente aquel día? Aquel miércoles, exactamente a las
9:06 horas, un comunicado de la organización de la resistencia
libanesa, transmitido por la televisión de Hezbollah, Al Manar,
anunciaba que sus «soldados atacaron a una patrulla israelí cerca de
la frontera e hicieron prisioneros a dos soldados.» Hassan Sayyed
Nasrallah, jefe de la milicia chiíta, explicó que «esta operación
estaba planificada desde hace 5 meses » por su organización. Philip
Abi Akl explica en el diario conservador libanés Daily Star que la
milicia afirmaba que quería, mediante esa acción, «cumplir una promesa
ante el pueblo libanés. El secuestro permitiría intercambiar a los
soldados israelíes por prisioneros libaneses retenidos en Israel» [1].
El Dr. Mazin Qumsiyeh, ex profesor en la Duke & Yale University, y
autor del libro Partage de la terre de Canaan precisa: «El Hezbollah
es un movimiento libanés de resistencia armada, fundado después de la
invasión israelí contra el Líbano, en 1982. Es importante recordar, a
los desmemoriados, que sólo durante el mismo año 1982 –decenas de
miles de libaneses y palestinos (estos últimos eran ya entonces
refugiados de la guerra israelí de 1948) fueron asesinados por las
tropas israelíes de ocupación en el Sur del Líbano. El Hezbollah fue
muy popular y obtuvo el apoyo de buena parte del pueblo libanés (incluyendo
a los cristianos) gracias a su victoria sobre la brutal máquina
militar de ocupación israelí, victoria que permitió expulsar a Israel
y sus lacayos de la mayor parte del territorio libanés. Por supuesto,
Israel sigue ocupando ilegalmente Gaza, Cisjordania (incluyendo el
Este de Jerusalén), las «granjas de Chebaa» así como la meseta del
Golán. De la misma forma, Israel sigue oponiéndose al derecho
internacional al prohibir el regreso de los refugiados palestinos a
sus propias casas y sus tierras. Más importante aún: el ejército
israelí mantiene encarcelados a un gran número de ciudadanos libaneses
y a más de 10 mil presos políticos palestinos. Es larga la historia de
los secuestros de libaneses y palestinos por Israel. Por otra parte,
esos prisioneros son torturados periódicamente.» [2].
El propio Hezbollah no ofreció indicación alguna en cuanto al lugar de
la captura. No es hasta el día siguiente que la AFP indica: «Según la
policía libanesa, los dos soldados fueron hechos prisioneros en
territorio libanés, en la región de Aita al Chaab, cercana a la
frontera israelí, región que había sido blanco de una incursión de la
unidad israelí temprano en la mañana.» El boletín informativo francés
Réseau Voltaire indica por su parte: « De forma deliberada, Tsahal (el
ejército israelí) envió un comando a la región libanesa de Aita al
Chaab. [Este comando] fue atacado por el Hezbollah, que hizo
prisioneros a dos [soldados israelíes]. Israel fingió entonces haber
sido agredido y atacó al Líbano» [3]. El diario italiano La Reppublica
cita fuentes internas del Hezbollah al afirmar que «la captura tuvo
lugar en la zona de Aita Al Chaab, no lejos del poblado de Zarit».
Ambos lugares están en territorio libanés. Por otro lado, los
franceses denuncian que «a pedido del coronel Sima Vaknin-Gil, jefe de
la censura militar israelí, la prensa occidental aceptó hacerse eco de
una versión mutilada de los hechos ocurridos durante los últimos días
en el Medio Oriente. (…) Por orden de la censura militar israelí, las
agencias de prensa y los medios de difusión que tienen periodistas
acreditados en Israel renunciaron a informar a sus lectores sobre el
lugar en que los soldados israelíes fueron hechos prisioneros. A la
periodista suiza Silvia Cattori, que trabaja para la Red Voltaire, se
le retiró su acreditación de trabajo por haberse negado a obedecer las
instrucciones de la censura militar » [4].
Sin embargo, para el primer ministro israelí Ehud Olmert los soldados
fueron secuestrados en territorio israelí. «Los secuestros de esta
mañana no son un ataque terrorista sino la acción de un Estado
soberano que atacó a Israel de forma injustificada. El Líbano tendrá
que pagar por ello », amenazó durante una conferencia de prensa en
presencia del primer ministro japonés Junichiro Koizumi mientras
anunciaba una respuesta «muy dolorosa y muy extensa ». Su ministro de
Defensa, Amir Peretz y los servicios secretos tenían todo previsto,
resulta evidente, desde hace tiempo y todo estaba preparado. Es por
eso que el ejército israelí invadió el Líbano el mismo día, 12 de
junio de 2006, en que se produjo la captura de los dos soldados
mientras que la rápida movilización de los reservistas y la amplitud
de las operaciones demuestran claramente que Israel lo tenía todo
planeado con mucha antelación y que no estaba simplemente reaccionando
al secuestro de sus dos soldados. Además de los bombardeos, contra
puntos extremadamente bien determinados –lo que demuestra hasta qué
punto los servicios israelíes y sus colaboradores en el teatro de
operaciones habían designado de antemano los blancos–, el ejército
israelí disponía por otra parte de la ubicación detallada de cada
restaurante, cada fábrica de jabón, cada escuela, todo señalado con
mucha anterioridad con vistas a esta guerra. Peretz sabía
perfectamente lo que decía cuando amenazaba con «hacer retroceder 50
años al Líbano » mediante sus bombardeos. No era fanfarronería. Él
sabía que podía hacerlo [5].
Líbano: una guerra preparada en laboratorio
«De todas las guerras que Israel ha librado desde 1948, esta [contra
el Líbano] es la única para la cual el país estaba perfectamente
preparado », declaró Gerald Steinberg, profesor de estudios políticos
en la universidad Bar-Ilan de Ramat Gan, algunos días después del
comienzo de la agresión. Este universitario, que trabaja para el
ministerio israelí de Relaciones Exteriores y Seguridad Nacional,
agrega: «En cierto sentido, los preparativos comenzaron desde el mes
de mayo del 2000, justo después de la retirada israelí [del Líbano].
En 2004, la campaña militar, prevista para una duración de tres
semanas y a la que actualmente asistimos, ya estaba planificada y
había sido simulada y sometida a pruebas de laboratorio uno o dos años
antes.» . [6].
El 21 de julio de 2006 Matthew Kalman confirma esa afirmación en el
San Francisco Chronicle: «Hace más de un año, un alto oficial del
ejército israelí empezó a presentar a diplomáticos, periodistas y
think tanks estadounidenses y de otras nacionalidades, simulaciones en
PowerPoint no destinadas al público que incluían detalles reveladores
de la operación actualmente en marcha.» Según Kalman, la identidad del
militar se mantuvo en secreto. Aquel militar presentó los planes de
una «campaña de tres semanas» contra el Líbano en los siguientes
términos: «La primera semana se dedicará a la destrucción de los
poderosos cohetes de largo alcance del Hezbollah, al bombardeo contra
el puesto de mando y de control y a hacer impracticables los grandes
ejes de transporte y de comunicación del país. La segunda semana
deberá dedicarse principalmente a los ataques contra localidades que
abrigan rampas de lanzamiento de misiles o depósitos de armas. Durante
la tercera semana se enviará un contingente más importante de fuerzas
terrestres […] para destruir los blancos descubiertos en misiones de
reconocimiento [...] En cambio, no se prevé una nueva ocupación del
Sur del Líbano por un largo período de tiempo.» .
Moshé Marzuk, ex miembro de los servicios secretos israelíes, hoy
investigador del Instituto de Contraterrorismo de Herzlia, agrega:
«Israel sacó enseñanzas de las anteriores guerras en el Líbano, en
Cisjordania y en Gaza, al igual que experiencias de Estados Unidos en
Afganistán y en Irak: el ejército entendió que una campaña militar
clásica sería ineficaz ». Sin embargo hacía 10 años que Israel
proyectaba un nuevo ataque contra el Líbano, cualesquiera que fuera la
estrategia utilizada [7]
Clean Break – Declaración de guerra contra el Oriente
árabe
Wayne Madsen, ex agente de la NSA, una de las agencias estadounidenses
de espionaje, escribía el 22 de julio de 2006: «El 17 y el 18 de junio
de 2006, durante una conferencia del American Enterprise Institute (neoconservador)
en Beaver Creek (Colorado), el ex primer ministro israelí Benyamin
Netanyahu, Nathan Sharansky [8], un miembro del parlamento israelí y
el vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney se pusieron de acuerdo
para invadir el Líbano». Cheney «dio su visto bueno », prosigue Wayne
Madsen. Netanyahu regresó a Israel, donde informó, «durante un
encuentro entre ex primeros ministros, sobre el apoyo de la
administración Bush» [9]
El encuentro entre Cheney y Netanyahu que menciona Madsen presenta un
carácter algo explosivo. Ya en 1996, el Study Group on a New Israeli
Strategy Toward 2000, un grupo de neoconservadores estadounidenses del
think tank privado The Institute for Advanced Strategy and Political
Studies, había elaborado para Netanyahu, entonces primer ministro
israelí, el tristemente célebre proyecto A Clean Break: A New Strategy
for Securing the Realm [10].
En aquel panfleto militarista, los estrategas neoconservadores
exhortaban a Israel a renunciar totalmente a los acuerdos de paz
negociados en Oslo con los palestinos, a invadir los territorios
autónomos y a «atacar al Hezbollah, a Siria y a Irán, los tres
principales agresores del Líbano». El grupo redactor del panfleto
estaba bajo la supervisión de Cheney y la dirección de Richard Perle,
conocido como «el príncipe de las tinieblas», miembro del primer
gobierno de Bush Jr. y uno de los que más instigaron a la guerra
durante la preparación de la invasión contra Irak. Entre los
redactores figuraban otros miembros del gabinete Cheney, como Douglas
Feith y David Wurmser. Todas estas personas forman parte también del
famoso «Golden Circle» al que pertenecen los dirigentes del United
States Commitee for a Free Lebanon (SCFL), del cual volveremos a
hablar más adelante.
El Clean Break afirma: «Siria amenaza a Israel desde el territorio
libanés. Israel debiera atacar al Hezbollah, a Siria e Irán –que son
los principales agresores del Líbano–, realizar ataques contra las
instalaciones sirias en el Líbano y, de resultar esto ineficaz, atacar
objetivos precisos en la propia Siria» [11]. Israel debe, además,
«utilizar a los grupos de oposición libaneses para debilitar al poder
sirio en el Líbano ». Los grupos libaneses, asociados a Israel,
podrían «atacar los objetivos militares sirios presentes en su
territorio » o «si esto resultara insuficiente », Israel podría
incluso «atacar determinados objetivos en Siria » y demostrar así que
«el territorio sirio no es considerado ya como un santuario ». Claro
está, también es necesario derrocar el régimen de Saddam Hussein en
Irak. Finalmente, habría que crear un «nuevo Medio Oriente »,
compuesto de Estados árabes debilitados y divididos, sin unidad
interna y dirigidos por títeres, mientras que Israel gozaría de una
total hegemonía en la región. Es decir que se trata de un proyecto que
se parece enormemente al «nuevo Medio Oriente » con el que soñaba en
público la secretario de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, en
julio pasado, al principio de la agresión israelí contra el Líbano.
Este tipo de proyecto goza enteramente de la aprobación de Daniel
Pipes [12] director de la «reconocida revista de geopolítica » Middle
East Forum y redomado propagandista antiárabe. Hace años que Pipes se
desgañita predicando una política estadounidense para el Medio Oriente
orientada hacia una sólida alianza con Israel, con Turquía y con «otras
democracias que puedan surgir », ya que –según él– el Medio Oriente es
«una fuente importante de problemas para Estados Unidos debido a la
prodigiosa cantidad de dictaduras, de ideologías radicales, de
conflictos existenciales y fronterizos, de violencia política y de
armas de destrucción masiva que allí existen ». [13].
Gran parte de los miembros del comité ejecutivo de ese forum parecen
tener, por otra parte, estrechos vínculos con el American Enterprise
Institute de Cheney y Perle y con el United States Committee for a
Free Lebanon (USCFL). Ziad K. Abdelnour, presidente del Comité e
influyente banquero de Wall Street (considerado en una época como un
futuro Ahmed Chalado libanés), sabía desde julio de 2002 que «la mejor
vía para que los libaneses logren la paz pasa por un alineamiento del
lado de la política estadounidense.».
«La solución de la guerra en el Líbano no reside en el Medio Oriente,
ni en el Líbano, ni siquiera se encuentra en territorio libanés. Nunca
ganaremos en territorio libanés. Las cartas están en Washington.» Hace
tiempo que Abdelnour había declarado la guerra total contra su país
natal, del que decía que «es un Estado-Gestapo, exactamente como
Francia bajo la ocupación nazi alemana » [14]. Son inquietantes los
vínculos que existen entre Abdelnour y Pipes; juntos publicaron, en
mayo del año 2000, un estudio intitulado «Acabar con la ocupación
siria en el Líbano, el papel de Estados Unidos » («Ending Syria’s
Occupation of Lebanon: The U.S. Role»), elaborado en el marco de un
llamado Grupo de Estudios Libaneses (Lebanon Study Group). Esa
publicación guerrerista predica una intervención militar contra Siria,
intervención que tendría como objetivo la destrucción de las supuestas
armas de destrucción masiva que presuntamente esconde ese país así
como el fin de la presencia militar siria en el Líbano.
Planes de ataques listos desde 2004
Ziad K. Abdelnour quiere liberar al Líbano de Siria –sea como sea– y
derrocar al régimen sirio para hacer de la región una zona económica
capitalista. Para lograrlo, al parecer mantiene desde hace años
contactos e intercambios con dirigentes y responsables, tanto de Tel
Aviv como de Washington, que le proporcionan información. En su libro
sobre el caso Hariri, intitulado Mordakte Hariri – Unterdrückte Spuren
im Libanon y publicado en Alemania en marzo de 2006, el autor del
presente artículo publica una entrevista en la que el propio Ziad K.
Abdelnour se refiere a un recrudecimiento del peligro de guerra:
Entrevista con Ziad K. Abdelnour, realizada el 24 de diciembre de
2005:
Pregunta: En septiembre de 2003 usted hablaba con mucho optimismo: «En
el Líbano un millar de guerrilleros libaneses no esperan más que una
señal (de usted mismo) para desencadenar la insurrección y rechazar
tanto a los sirios, que desde hace una generación tienen en sus manos
todos los controles de la política libanesa, como al Hezbollah, el
grupo terrorista chiíta que se instaló en el Sur partiendo de la
estrecha línea que bordea la costa oriental del Mediterráneo. Todo lo
que necesitamos es el apoyo de los aviones de guerra estadounidenses.
Respuesta: No recuerdo haber hecho esa declaración y me pregunto de
dónde saca usted esos palabras deformadas.
Pregunta: Usted incluso declaró: «Eso no durará ni tres semanas, como
en Irak. Eso durará 48 horas. La expulsión (de los sirios) demoraría
48 horas más. Ese trabajo es para los israelíes o los estadounidenses.»
¿Por qué tendría que ser un «trabajo» para los israelíes? ¿Se refiere
usted al Ejército del Sur del Líbano (ALS), a Tsahal, o a ambos?
Respuesta: ¿Por qué dije que era trabajo para los israelíes? Bueno, es
evidente que son los estadounidenses o los israelíes los que tendrán
que encargarse de ese trabajo, en un futuro bastante cercano.
Pregunta: Su hipótesis sobre «una toma de control en 48 horas» es
errónea, está basada en un «levantamiento armado de la población con
apoyo aéreo», la misma que mencionara Ahmed Chalabi, el ex jefe del
Congreso Nacional Iraquí. ¿Esa posibilidad goza del mismo respaldo
entre los políticos estadounidenses de primera línea?
Respuesta: ¿Mi hipótesis de una toma de control en 48 horas? ¿De qué
habla usted? ¿Usted está escribiendo ciencia ficción, un libro de
propaganda política? ¿Qué escribe usted? Realmente, no entiendo nada.
[15]
Pregunta: Esas palabras suyas figuran en una entrevista que usted le
concedió en septiembre de 2003 al señor Spencer Ackerman y en la que
usted reveló ese plan. Yo le envié a usted la versión íntegra de esa
entrevista. [16]
Respuesta: Todas esas fuentes (artículos de periódicos) que usted cita
provienen de conocidos periodistas liberales o de izquierda que
presentan las cosas de manera tal que acaben por complacer a sus jefes…
eso es cuento, pura propaganda, amigo mío. [17]
Comentario de Spencer Ackermann: «Es sorprendente oír a Ziad decir que
no se acuerda de las declaraciones citadas. Yo estoy absolutamente
seguro de lo contrario. De hecho, cuando se publicó el artículo, en
2003, en el diario New York Press, él me escribió para decirme que él
lo consideraba incisivo pero objetivo –que yo sepa él nunca puso
objeción ni a una palabra, ni ante mí ni ante nadie del diario. En
todo caso, yo quisiera que esto quede claro, el tono de mi artículo
era irónico, pero durante los sucesos de los años 2002 y 2003, en el
momento en que entrevisté a Ziad, él deseaba muy seriamente estar a la
cabeza de la lucha por liberar al Líbano de Siria.» [18]
Seis meses más tarde, como no llegaba la liberación del Líbano,
Abdelnour reconforta a sus acólitos con informaciones que circulan
dentro de una red confidencial que se compone de libaneses exilados,
neoconservadores estadounidenses, políticos y cabilderos de la
administración Bush. Cito a continuación varias informaciones, poco
numerosas pero reveladoras, que el banquero y político enviara
entonces a sus amigos:
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Lunes 26 de abril de 2004, 2:44 am Te
aseguro que esta administración avanza a toda máquina contra LOS DOS,
Siria e Irán. Tuve no menos de tres conversaciones privadas sobre ese
tema con el presidente y personalidades claves de su administración.
Saludos, ZKA
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Sábado 4 de septiembre de 2004, 7:34 pm
Los días de Siria están contados. Como venimos diciendo desde hace
algún tiempo ya en el seno del USCFL (United States Committee for a
Free Lebanon), no hay más camino que la fuerza… La fuerza está
caminando. El Hezbollah y Siria, tanto uno como la otra, pueden
considerar ya que su gran aventura libanesa está llegando a su fin,
dentro de poco tendrán que salir corriendo. Observe atentamente lo que
sucederá próximamente y acuérdese de lo que le digo hoy. ZKA
De: «Ziad K. Abdelnour» Fecha: Lunes 5 de septiembre de 2004, 12:45 am
Empezar por Irán, seguir después el hilo hasta el Hezbollah pasando
por Siria. Verdaderamente no puedo revelarle quién provocará a Irán,
echaría a perder el factor sorpresa; pero puedo asegurarle que los
tres serán destrozados, empezando por Irán. Los planes están listos.
Sí, viviremos una situación muy sombría y será esto el capítulo II de
la campaña de Bush… No es extraño que todas las izquierdas y los
árabes estén furiosos… Usted sabe… o por lo menos se imagina lo que
está en juego aquí. Francamente, prefiero que haya una segunda guerra
civil en el Líbano a seguir en el actual status quo… Con Bush en el
poder, eso está garantizado al 100%. Los planes están listos, la
táctica y la estrategia también.
Continuación de la entrevista de Ziad K. Abdelnour de los días 24 y 25
de diciembre de 2005:
Pregunta: Después de la llamada «revolución de los cedros» y de las
primeras elecciones «democráticas» de mayo y junio de 2005, el Líbano
alcanzó por fin el estatus de Estado libre. Entonces, ¡usted puede
retirarse, usted y todos los demás, y concentrarse en sus proyectos
económicos!
Respuesta: ¿Es el Líbano un país libre desde mayo-junio? ¿Está usted
seguro de que estamos hablando del mismo Líbano? Todavía se encuentran
allí numerosos agentes de los servicios secretos sirios, plenamente
tolerados por el presidente Lahoud. Están presentes en todos los
niveles, hasta el más pequeño subteniente de los servicios secretos
libaneses; controlan la menor faceta del escenario político libanés,
constantemente organizan atentados de gran envergadura… como los
cometidos contra el primer ministro Hariri, contra Samir Kassir,
contra Gebran Tuesni, etc. ¿Y usted habla de libertad? Lo mismo sucede
con el Hezbollah, que hace lo que le viene en ganas y tiene al país de
rehén inundándolo con intentos de intimidación y propaganda mentirosa.
Temo que el Líbano no pueda alcanzar la libertad mientras no haya una
sustitución del régimen sirio, mientras no se desmantele la
infraestructura militar del Hezbollah. Lo dije hace más de 10 años,
mucho antes que cualquier otro dirigente libanés. Hoy todos están
comenzando a darse cuenta. ¡Pero ha sido, desgraciadamente, al costo
de enormes pérdidas humanas y financieras! Sin embargo, yo sigo
conservo aún una gran confianza en el alma libanesa y estoy convencido
de que venceremos… y mucho más pronto de lo que se piensa. Que Dios
proteja a los Estados Unidos de América.
Pregunta: ¿Puede usted indicarme cuál es la vía que permitiría al
Líbano resolver todos sus problemas? El país tiene un «nuevo» gobierno
luego de la llamada «revolución de los cedros». Pero el que sigue al
mando es el mismo equipo, un equipo algo gastado, sin una nueva cabeza.
Y enfrente no hay más que una oposición narcisista. ¿Piensa usted
tirarlos a todos al mar? Según usted, ¿quién es capaz de guiar a su
país hacia un futuro prometedor? Joumblatt, Aoun, Siniora, Nasrallah,
Berri, el inexperimentado Saad Hariri, Gragea, Pakradouni? Yo no tengo
la menor idea. ¿Y usted?
Respuesta: El Líbano no será LIBRE hasta que el régimen sirio no sea
reemplazado y la infraestructura militar del Hezbollah no sea puesta
fuera de combate. El Líbano no será LIBRE hasta que la vieja clase
corrupta de políticos libaneses no sea privada de su poder, empezando
por el presidente Emile Lahoud. El Líbano no será LIBRE hasta que no
se haya promulgado una ley que otorgue el derecho al voto a los
libaneses de la diáspora. El Líbano tiene centenares, miles de hombres
de negocios y de políticos competentes, que saben cómo hacer las cosas
y que tienen los medios necesarios para transformar el país; pero esa
gente no aparecerá hasta que no haya verdaderas elecciones
democráticas, libres de la presión siria así como de las presiones del
Hezbollah, lo que nos trae de nuevo al punto 1, que es el punto de
partida de todo lo demás.
Pregunta: ¿Está usted implicado en la evolución política actual del
Líbano o sigue siendo aún nada más que un hombre de negocios privado?
Respuesta: Mi actividad política se ha multiplicado por diez. Pero hoy,
y esa es lección que saco del pasado, no hay ninguna razón para hacer
saber a todos los libaneses lo que queremos hacer. Los que mueven los
hilos no siempre están a la vista. Mire la actividad de los sirios en
el Líbano, hay mucho que aprender de ella. ¿Quiere usted vencer al
enemigo? Juegue su juego mejor que él. A todos los que desean nuestra
derrota, les digo que tendrán que atenerse a ver aparecer, por el
contrario, una organización más poderosa, que se convertirá en su peor
pesadilla».
Pregunta: Pero, la partida terminó. La intervención desmovilizó a
Estados Unidos. ¿Qué puede hacer Israel solo? Yo no lo sé. ¿Qué piensa
usted?
Respuesta: A Bush todavía le quedan dos años en el gobierno. La
partida no se gana hasta que no se termine. Temo que los deseos de
usted no se realicen, pero usted es libre de soñar. [19]
Implicación de Estados Unidos en los preparativos de guerra israelíes
Seymour Hersh, periodista estadounidense mundialmente conocido por sus
investigaciones y ganador del Premio Pulitzer, publicó el 14 de agosto
de 2006 en The New Yorker su reportaje «Watching Lebanon» [20] donde
afirmaba que la guerra de Israel contra Líbano fue preparada con mucha
antelación. Hersh se refiere exclusivamente a fuentes anónimas dentro
del seno del gobierno de Estados Unidos y los servicios secretos,
fuentes que le revelaron que el secuestro de los dos soldados
israelíes constituyó el pretexto ideal para desencadenar una guerra
planificada desde mucho antes por los estrategas israelíes.
Según Hersh, diplomáticos israelíes estuvieron en Washington a
principios del verano para pedir «luz verde» para la agresión y
comprobar el grado de apoyo que podían esperar de parte de Estados
Unidos. Las investigaciones de Madsen confirman esa información. Los
israelíes enrolaron primero al presidente estadounidense Dick Cheney.
Israel comenzó por Cheney porque, según Hersh, «convencer a Bush no
constituía un problema.» Según un especialista del Medio Oriente,
igualmente anónimo, Bush tenía muchas razones para apoyar la ofensiva
militar israelí. «Bush los odia a los dos: a Irán –eslabón del Eje del
Mal– con sus instalaciones nucleares; por otra parte, en el marco de
su proyecto de democratización del Medio Oriente, proyecto al servicio
de sus intereses, tenía en la mirilla al Hezbollah. Y un Líbano
«liberado» hubiese sido un bonito adorno para su proyecto de
construcción de un Medio Oriente democrático.» Y, sobre todo, Bush
quería ver destruido el arsenal del Hezbollah para tener neutralizado
el riesgo de represalias de Hezbollah contra Israel en caso de ataque
estadounidense contra las instalaciones nucleares iraníes.
Un ex agente de los servicios secretos explica: «Les dijimos a los
israelíes: si ustedes tienen que hacerlo, nosotros los apoyaremos en
toda la línea. Y pensamos que cuanto más pronto mejor. Mientras más
esperen ustedes, menos tiempo tendremos nosotros para hacer una
evaluación y trazar nuestros planes contra Irán antes de que Bush
termine su mandato ». Los militares estadounidenses esperaban además
poder completar sus informaciones sobre el arsenal iraní gracias a los
golpes israelíes contra las redes de túneles y de búnkeres del
Hezbollah, cuya concepción es –según los expertos– similar a la de las
fortificaciones iraníes. Desde la primavera de 2006, bajo la presión
de la Casa Blanca, altos responsables de la estrategia aérea de
Estados Unidos consultaban a los militares israelíes sobre posibles
golpes militares contra las instalaciones nucleares iraníes. «La gran
incógnita, para nuestra aviación, consistía en saber cómo hacer blanco
en toda una serie de blancos difíciles iraníes», agrega el ex agente
de los servicios secretos, ya que «se sabe que fueron ingenieros
iraníes los que asesoraron al Hezbollah durante la construcción de los
túneles y los arsenales subterráneos. Por eso es que la aviación de
Estados Unidos fue a someter sus nuevos planes de operaciones a los
israelíes y les dijo: «Concentrémonos en los bombardeos e
intercambiemos la información que tenemos: nosotros les decimos lo que
sabemos de Irán y ustedes nos dicen lo que sepan del Líbano ». El
secretario de Defensa Donald Rumsfeld estaba presente en esas
conversaciones.
Israel pensaba además que sus ataques aéreos –dirigidos contra la
infraestructura del Líbano con vistas a su aniquilación– llevarían a
la población cristiana y sunnita a levantarse contra el Hezbollah. «La
campaña israelí de bombardeos », señala Hersh, «estaba concebida para
ser una prefiguración de los planes estadounidenses contra Irán.». Los
gobiernos de Washington y Tel Aviv criticaron con violencia estas
revelaciones de Seymour Hersh.
Por consiguiente, es difícil creer que cuando Bush declara, durante la
primavera de 2006 –citado por el diario libanés Ad Diyar–, que «el
verano libanés será caliente » se trata simplemente de una de esas
premoniciones «enviadas por Dios » de las que tanto se vanagloria el
tejano. Ya en aquel entonces, los preparativos bélicos de Olmert
estaban en marcha desde hacía mucho y el amo de Washington le había
luz verde para que emprendiera la demolición del Líbano y del
Hezbollah.