La reputación de Elisa Carrió acaba de caer por la borda. Luego
de haber rectificado sus dichos respecto a que Eduardo Duhalde es
el responsable del narcotráfico en la Argentina, los dichos de
"Lilita" carecen a partir de ahora de todo visto de
seriedad.
Que se rectificó, que no lo hizo. La realidad es que la jueza
federal María Servini de Cubría, consideró en su fallo que la líder
de la Coalición Cívica "se retractaba" y que le
"pidió perdón" a Duhalde por haber expresado sus
manifestaciones con ánimo injuriante.
Tan es así que, en otro tramo del fallo, la magistrada sostuvo
sin medias tintas: "En el desarrollo de su extensa declaración
la Dra. Carrió pidió perdón al Dr. Duhalde si éste se consideró
ofendido con sus declaraciones y enfatizó que nunca dijo que el
nombrado liderara el poder mafioso".
Pocas horas más tarde, un cable emitido por dirigentes de Coalición
Cívica aseguraba que la líder de ese partido jamás se había
retractado. Insólito por donde se lo mire, sobre todo porque a la
hora de sobreseer a Carrió, Servini de Cubría aplicó el artículo
117 del Código Penal por el cual el culpable de injuria
"quedará exento de pena, si se retractare públicamente";
también aplicó el 425 del Código Procesal Penal que sobresee al
acusado si "se retractare".
Por más que se diga lo que se diga hoy, no es la primera vez que
Carrió vincula a Duhalde con el narcotráfico. Lo hizo infinidad
de veces, llegando a sostener que ha sido quien "abrió las
puertas del narcotráfico" en la Argentina. ¿Suena esto a
mera responsabilidad política?
No sólo eso, Carrió ha sostenido oportunamente que tenía serias
intenciones de ir a juicio con Duhalde "para demostrar que es
el responsable del crecimiento del negocio de la droga en
Argentina" .
No hay equívoco alguno en sus palabras y jamás la líder de CC
se ocupó de aclarar que no acusaba al ex Presidente de
narcotraficante, aún cuando los medios de comunicación han
reproducido esa palabra como salida de su boca.
La realidad indica que Duhalde está fuertemente vinculado con el
tráfico de estupefacientes, y Carrió no puede no saberlo. Los
por qué de su retractación sólo los conoce ella misma.
Duhalde y las drogas
Cada vez que lo acusaron de tener vínculos con
el narcotráfico, Duhalde dijo que se trataba de una campaña de
desprestigio. Así quedó especificado en el informe que la Comisión
Anti lavado del Congreso estadounidense, presidido por el senador
Carl Levin, y en las investigaciones que realizaron en Argentina
el ex jefe de la Interpol México, José Miguel Ponce Edmonson. En
diálogo con CAMBIO, Ponce recordó: "Esos fondos
ingresaron por parte de Palito Ortega, a quien Duhalde, enseguida
lo raleó de la campaña. Fui testigo del profundo enojo del ahora
presidente quien se vio muy afectado por ese episodio".
Nuevamente Duahlde esgrimió su argumento de que se trataba "de
una campaña de desprestigio" cuando las acusaciones
contra las mafias enquistadas en la policía bonaerense -a la que
calificó como "la mejor del mundo"-, señalaban
a su jefe, el comisario Pedro Klodczyk, como un hombre permisivo
en la distribución de drogas cuando estuvo a cargo de la unidad
regional de la ciudad de Quilmes.
Utilizó la misma defensa en 1992, cuando el juez español
Baltasar Garzón tuvo su primera aproximación a Argentina y acusó
a la ex cuñada de Menem, Amira Yoma, y al ex secretario de
Recursos Hídricos, Mario Caserta -amigo de Duhalde-, de integrar
una organización de lavado de dinero vinculada al traficante de
armas sirio, nacionalizado argentino, Monzer Al Kassar.
En septiembre del 1989, durante un viaje de Menem a Yugoslavia,
Duhalde quedó a cargo de la Presidencia. En esos días estampó
la firma, junto al ministro de Economía de la época, Néstor
Rapanelli, en el decreto que designaba a Ibrahim Al Ibrahim como
asesor especial de la aduana en el aeropuerto de Ezeiza.
Al Ibrahim era ya el ex esposo de Amira Yoma y en español sólo
sabía decir "muchas gracias". Durante una entrevista
con medios argentinos y españoles, Al Ibrahim -quien vive
refugiado en Damasco desde que se convirtió en prófugo de la
justicia-, aseguró que "Duhalde era uno de los
funcionarios de gobierno que más favores me pedía en la
aduana".
Eran los días en que Duhalde le encargaba a su lugarteniente
Alberto "el negro" Bujía retirar maletas o bultos que
pasaban sin abrir por los controles de la aduana en el aeropuerto.
Las irregularidades en la aduana fueron denunciadas por el
semanario español Cambio 16 y las pruebas contundentes que
aportaba el semanario llevaron a que Garzón tomara la causa que
involucraba a Al Kassar, radicado en Marbella.
Con el escándalo en todos los medios, Duhalde se comunicó
rápidamente con el juez "para saber cuál era su situación
en el expediente", según cuenta el periodista Hernán López
Echagüe en el libro El otro.
Ante la consulta desesperada la respuesta del magistrado español
fue corta y tajante: "Duhalde, yo sé qué clase de político
es usted...". Sobre el escritorio del Juez descansaba el
dossier confeccionado por la DEA sobre los vínculos de Duhalde
con las drogas.
Diez días antes de que la jueza María Romilda Servini de Cubría
iniciara las indagatorias por esa causa, conocida como el
narcogate, Alberto Bujía, uno de los hombres de confianza de
Duhalde -el emisario ante Al Ibrahim- moría en extrañas
circunstancias.
El negro Bujía, era considerado un peso pesado. Desde sus
comienzos de trabajo para Duhalde, era el enviado que llevaba
extraños paquetes a las familias Romero y Saadi, en las
provincias de Salta y Catamarca, respectivamente. Roberto Romero y
Vicente Leonides Saadi fueron los fundadores de dos dinastías políticas
que hicieron historia en sus provincias.
Bujía solía frecuentar la finca Don Alejo, propiedad de los
Romeros en Salta donde en 1984 fue descubierta una pista de
aterrizaje a la que llegaban aviones desde Santa Cruz de la
Sierra, Bolivia, que estuvo en la mira de la DEA.
Con Al Ibrahim en la aduana, Bujía no sólo visitaba al extraño
asesor con el que se comunicaba por señas, sino que requería los
servicios del funcionario en cada uno de sus viajes al extranjero
con bultos que en los controles gozaban del mismo estatus que
todos los encargos del entónces vicepresidente.
El día 16 de marzo de 1991, el destino quiso que muriera cuando
su moto hizo colisión contra una camioneta, a metros de la
intendencia de Lomas de Zamora. Según algunos amigos de "el
negro", éste estaba desbordado por el alcohol y enfiló en
contramano por la citada calle. Según testigos del hecho, fue la
camioneta la que se abalanzó sobre él.
Al día siguiente de tan absurda muerte, el 17 de marzo de 1991,
en el marco del Yomagate, se iba a quebrar uno de los máximos
imputados. Mario Caserta prestó declaración ante Servini de Cubría
y, sin saber aún que iba a quedar como único procesado en la
causa, manifestó que Duhalde era un poderoso narcotraficante de
la provincia de Buenos Aires. Pocos meses después, la conductora
televisiva Mirtha Legrand se lo iba a preguntar en persona y con
gran naturalidad: -"Dígame gobernador ¿Usted es
narcotraficante?".
Blancas Bujías
Hace algunos años este periodista tuvo una
extensa conversación con una importante fuente de información de
Lomas de Zamora, que aportó muy buenos datos sobre los vínculos
"Duhalde-Bujía-Drogas": "Hablás muy bien sobre la
conjetura de Alberto Bujía y su muerte. Yo soy de Lanús, milité
10 años en la Ucedé y ahora en el partido Federal y uno conoce
todos los intersticios. Es vox populi que ya lo tenían marcado a
Bujía, porque cuando se pasaba de alcohol, pasaba a ser el típico
bocón que hablaba de todo lo que sabía y hacía, y por ello, lo
mandaron a hacer la Gran Willy con la moto, y cuando se iba
acercando la mandaron la camioneta.
El tema de que era un bocón pasaba por el detalle que, mamadísimo
el hombre, empezaba a decir: 'el cabezón me mandó a buscar una
valija allá', o 'me mandó a entregar un cargamento a tal lado'.
Hay gente que lo conoce al cabezón, de que cuando apretó a los
concejales que le precedían en la lista del 73 (él estaba
cuarto) los hizo ir renunciando hasta que llegó a ser el primero
para hacerse de la Intendencia (obvio que todos iban renunciando).
De esos tiempos, cuando era concejal, se sabe de gente que andaba
repartiendo porros él en persona por la zona de Llavallol".
En el mismo sentido, otro informante coincide en contarme que
"la droga siempre la entró Alberto Bujía, que falleciera trágicamente
atropellado en su moto en Lomas de Zamora, cuando Duhalde estaba
lanzado en su candidatura a Gobernador de la provincia de Buenos
Aires. Bujía estuvo detenido durante el Proceso, pero tenía sus
contactos 'fluidificados' con la cúpula policial de la Bonaerense
de las época en que 'plantado' en la Gobernación recaudaba para
el Gobernador Victorio Calabró y varios socios más del
conurbano.
Cuando salió en libertad definitiva, estaba tan seco que se fue a
vivir a la casa de Eduardo Duhalde y desde tan misericordiosa
relación volvió a tejer los hilos de su renovada relación con
la ya poderosa Bonaerense, que recibía la droga desde
Catamarca".
Actualmente, según un tercer confidente, "Duhalde maneja el
tráfico de drogas en Mar del Plata a través de un suizo de
apellido Szé que tiene una estancia a unos kilómetros de la
laguna 'La Brava' llamada 'El Benteveo', y que supuestamente es un
empresario de la pesca. Este tema tiene que ver con Nicolás
Di Tullio, broker inmobiliario del cártel de Juárez. La droga es
traída por barcos a alta mar y otros barcos ,supuestamente
'pesqueros' (de la llamada 'flota amarilla'), lo llevan al puerto.
La guardan en un supuesto frigorífico de papa en una estancia
llamada 'El Cisne', que queda junto a los ex-campos de los
hermanos Martínez de Hoz, por el camino viejo a Miramar".
Elocuencia aparte.
Concluyendo
Hace años que este periódico viene
denunciando los vínculos de Duhalde y otros caudillos bonaerenses
con el narcotráfico. Es más, este cronista ha sido citado en el
juicio que el ex Presidente le ha iniciado al piquetero K Luis
D'elía por decir exactamente lo mismo que sostuvo Carrió. De más
está decir que, quien escribe estas líneas, refrendará lo dicho
en el presente artículo, aportando evidencia concluyente a su
propio testimonio.
Sólo de esa manera se logrará cortar de raíz con el problema de
la droga: atacando la "pata política" del tema. Puede
sonar arriesgado, y ciertamente lo es, pero es el único camino
que queda para empezar a desandar el camino del crecimiento del tráfico
de estupefacientes. El tiempo para advertir lo que se venía ya
pasó, ahora hay que señalar concretamente a aquellos que
permiten este flagelo.
Son personajes conocidos, muchos de ellos ocupando cargos de
relevancia en el gobierno nacional.
Por todo lo dicho, hacer lo que hizo Carrió no sirve, es de una
cobardía descomunal.
Dios y la Patria sabrán juzgarla.