Hace un par de meses, publiqué junto a Fernando Paolella AMIA,
la gran mentira oficial,
un libro que fue producto de una investigación independiente de
casi una década. Ambos, logramos develar no pocos secretos de lo
sucedido en torno al tristemente célebre atentado a la mutual
israelita, aunque no fue sencillo hacerlo, ya que debimos sortear
una serie de intrincados obstáculos.
Por empezar, el lanzamiento de la obra, que estaba previsto para
el año 2005, debió ser suspendido por presiones a la editorial
con la que habíamos pactado, por parte de la dirigencia de la
AMIA, DAIA y de funcionarios del gobierno de Néstor Kirchner.
Poco después, fue ejercida la misma presión en el marco de la
distribución del libro: los mismos personeros se contactaron con
dos de las distribuidoras más importantes para que no aceptaran
hacerlo llegar a las librerías ¿Cuál era el motivo de semejante
acción? Como veremos más adelante, había cierta
"incomodidad" porque habíamos embestido contra la "historia
oficial"
en torno al atentado, demostrando
documentalmente que nunca hubo un coche bomba en la puerta de la
AMIA, ni se trató de una acción terrorista vinculada a Medio
Oriente.
Parte de esas mentiras fueron sostenidas y difundidas por
importantes dirigentes de la AMIA y DAIA y funcionarios de diverso
"color" político, principalmente kirchneristas.
Han sido los mismos personajes que nos "apretaron" incesantemente
para que el libro nunca viera la luz, recurriendo a todo tipo de
maniobras. La presión se intentó a través de la "intrusión"
en nuestras computadoras, la típica amenaza de querellarnos penalmente
y hasta la más cobarde amenaza telefónica.
En cambio, nosotros siempre nos comportamos correctamente y fuimos
sinceros en nuestra investigación, ofreciendo la réplica
pertinente a los dirigentes de la AMIA respecto a nuestra acusación
contra ellos en relación a su complicidad en la mentira oficial.
La propuesta fue bien vista en un principio por los directivos de
la mutual judía y, por ese motivo, nos ofrecieron presentar nuestra
obra en la sede de la AMIA. A último momento -luego de ver el
contenido del libro- nos negaron esa posibilidad a través de una
serie de insólitas excusas proferidas por el director de cultura
de la mutual judía, Moshé Korín (1).
Lo mismo sucedió con la firma con la que habíamos pactado la distribución
del libro, la cual a último momento se excusó de hacerlo y nos
dejó "colgados". Esto nos llevó a tener que buscar una
distribuidora que hiciera llegar los ejemplares aunque más no sea
a los kioscos de diarios, lo cual limitó enormemente la venta del
libro.
Durante un mes y medio, los mismos estuvieron expuestos en muy
pocos kioscos de diarios y algunas librerías, gracias a la
desinteresada gestión de una pequeña editorial/distribuidora
llamada André Materon.
Como era de esperar, la presión de los lectores que intentaron encontrar
nuestra obra en grandes librerías hizo que las mismas cadenas que
lo habían rechazado, comenzaran a solicitárnoslo. Firmas como Yenny-El
Ateneo o Hernández, que en principio habían rechazado
nuestro libro por presiones externas, finalmente aceptaron su distribución
por pedido de los lectores y hoy podemos darnos por complacidos al
haber derrotado a los imbéciles que quisieron censurarnos.
Pero insistimos ¿Cuál fue el motivo por el que se intentó coartar
nuestro libro?
Mitos y desmitificaciones
Existen tres mitos en torno a la causa AMIA que
los medios suelen repetir interesadamente y que han calado hondo
en la opinión pública. La desmitificación de esas afirmaciones
-con documentación concluyente, que puede verse en el apéndice documental
del libro- ha sido la que provocó que nuestra obra sufriera el intento
de censura mencionado.
Principalmente se trata de tres "dogmas" sin evidencia,
pero alimentados por medios y periodistas interesados (2). Veamos:
1-Se asegura que estalló una Traffic-bomba en
la puerta de la sede de la AMIA: esto es absolutamente falso. Se ha
demostrado que frente a la mutual israelita había un volquete de
la empresa Santa Rita (donde realmente estaba parte del explosivo),
por lo cual, si hubo un coche-bomba debería haber "saltado"
por sobre este para impactar en la puerta. Por otro lado, de los casi
200 testigos de la causa judicial, sólo una persona vio la Traffic:
Nicolasa Romero, quien no casualmente trabajaba para la Policía
Federal.
Los que alimentaron la teoría del coche bomba fueron personeros del
Mossad, servicio secreto israelí, a efectos de "cerrar"
el círculo de la investigación en un supuesto conductor suicida
que se haya inmolado en el mismo acto en el que atentó contra la
AMIA.
2-Se asegura que la explosión es un "desprendimiento"
de la eterna pelea en medio oriente entre árabes y judíos: falso
también. No hay antecedentes de algo semejante en la historia y
ningún grupo terrorista "fanático" salió a
reivindicar el hecho. La realidad es que se trató de un mensaje
al entonces presidente Carlos Menem, en el marco de promesas incumplidas
a los sirios en su campaña de 1988. Está vinculado con la muerte
de su propio hijo.
3-Se asegura que fue perpetrado por el grupo terrorista
Hizbollá, financiado a su vez por Irán: finalmente falso.
Hizbollá sólo perpetra actos terroristas en Medio Oriente y
siempre los reivindica. En este caso, no sólo no reivindicó lo
sucedido en AMIA, sino que aseguró no tener nada que ver. Sí hay
participación de terroristas sirios, pero es una línea que jamás
se investigó ni se investigará por intereses de Estados Unidos e
Israel.
Estos son algunos de los mitos que se han
tejido alrededor de lo sucedido en AMIA el 18 de julio de 1994. Son
afirmaciones interesadas e irresponsables sostenidas por
funcionarios corruptos y permeables a intereses foráneos. De más
está decir que, junto a Fernando Paolella, hemos ofrecido
evidencia de sobra a todos ellos sin que se mostraran interesados.
Por caso, hemos desafiado hace pocas semanas al mismísimo fiscal
titular de la causa AMIA, Alberto Nisman a que nos muestre una
sola prueba contra Irán. A cambio le ofrecimos una docena de
evidencias contra Siria.
Obviamente, no ha aceptado el convite.
Concluyendo
La causa AMIA es una de las postales más trágicas
de nuestro país. Allí se mezclan intereses mezquinos, cuestiones
políticas, tráfico de drogas y pases de factura. La revelación
de esos hechos ha conspirado para que nuestro libro no viera la luz,
algo que finalmente hemos superado. Queríamos hacérselos saber,
es un gran orgullo para nosotros.
Los invitamos a leer nuestra obra (3) y descubrir allí todas las
pruebas de uno de los casos más elocuentes de la hipocresía
nacional.
No se van a arrepentir...
(1)
Moshé Korín utilizó los argumentos más insólitos a la hora de
descalificar el libro y no quiso debatir con este periodista sobre
el tema AMIA.
(2)
Ver http://www.periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2950
(3)
Ver http://www.periodicotribuna.com.ar/amia.asp
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