PETRÓLEO:
TRISTEZAS DEL CENTENARIO
por
Oscar Taffetani
(APe).-
Aunque el petróleo -resto fósil de la vida en la tierra- tiene millones
de años, el petróleo argentino apenas tiene 100.
Un 13 de diciembre de 1907, José Fuchs -jefe de sondeo- y Humberto Beghin
-auxiliar-, en representación de once trabajadores del Estado, enviaron
un telegrama a la División de Minas, comunicando que la búsqueda de agua
en el puerto de Comodoro Rivadavia (una perforación hasta los 535 metros)
había dado como resultado, sorpresivo, el hallazgo de un gran yacimiento
de petróleo. “Garantizamos que es querosene de la mejor calidad” se
entusiasmaba Fuchs.
Al día siguiente, el presidente José Figueroa Alcorta y su ministro de
Agricultura Pedro Ezcurra firmaron un breve decreto prohibiendo la concesión
de permisos mineros en un radio de cinco leguas (es decir, 200 mil hectáreas),
alrededor de Comodoro Rivadavia.
Así se aseguró aquel gobierno (conservador) argentino la reserva fiscal
que garantizaría la buena salud y buen futuro de la que iba a ser, pocos
años más tarde, nuestra empresa estatal de hidrocarburos: Yacimientos
Petrolíferos Fiscales.
Una segunda colonización de la Patagonia, desde los contrafuertes de los
Andes hasta el mar continental argentino, empezó aquel día.
Pero también Jujuy, Salta, Tucumán. Y el Chaco y Formosa. Y las destilerías
y depósitos en el litoral atlántico y fluvial. Y los oleoductos y
gasoductos. Y la flota petrolera del Estado.
En su peor momento -cuando ya habían comprometido sus activos y avanzado
en la tarea de vaciamiento- YPF representaba ingresos, para el Estado
nacional, de 5.000 millones de dólares al año.
Pocos años después de su privatización y venta, YPF S.A. (un
contrasentido que ningún auditor, fiscal de Estado o juez osó objetar)
dispone de una renta de 15 mil millones de dólares anuales, y concesiones
de yacimientos por varias décadas.
El sueño del general Mosconi -una Empresa que fuera madre y garantía del
desarrollo argentino- quedó ahogado en ese mar de expedientes
fraudulentos y traiciones a la patria que anegó el país durante la década
del ’90.
Con dificultades, con marchas y contramarchas, PEMEX, PETROBRAS, YPFB y
PDVSA -cuatro empresas estatales de hidrocarburos- sostienen la economíua
de sus respectivos países y permiten la inversión en nuevos rubros (como
los biocombustibles o la industria láctea) y hasta dan aliento a
ambiciosos proyectos como la “Renta Dignidad” de Evo Morales).
YPF Sociedad Anónima,
en cambio, produce tristeza.
Tristeza por la renta que todos los argentinos (y especialmente los
argentinos futuros) han perdido. Tristeza por sentir que nos han birlado
la tierra bajo nuestros pies.
Gloria y loor, empero, y el mejor recuerdo, para todos aquellos
trabajadores del Estado que hace 100 años inauguraron el sueño, el
irrenunciable sueño, del petróleo argentino.
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