EL
DISEÑO DE LA ESTRUCTURA DEL PODER Y DOMINIO MUNDIAL
por
Adrian Salbuchi
El
sistema de la Deuda Externa como instrumento de coloniaje sobre los
pueblos no es casual ni surgió espontáneamente. Se trata de un
sistema, por cuanto se encuadra dentro de un conjunto de objetivos políticos
verificables que emanan de grupos compactos identificables; se trata de
un instrumento por cuanto obliga legalmente a los Estados deudores a
llevar adelante políticas antisociales e ilegítimas; y, por último,
no es ni casual ni espontáneo por cuanto emana de los centros de
planeamiento geopolítico y geoeconómico de las fuerzas que imponen la
globalización.
Esos
centros conforman una red de administració
n del poder real que tiene como nódulo principal al Council
on Foreign Relations – "CFR" (Consejo de Relaciones
Exteriores) – fundado en los Estados Unidos en 1921 tras la primera
guerra mundial. El mismo ha hecho sentir su poderosa influencia sobre un
conjunto de hechos clave que han marcado la historia de este siglo y
conducido al mundo a la etapa crítica del "nuevo orden
mundial" autocrático que hoy se erige detrás de la fachada de la
"globalizació
n".
I.
La verdadera estructura del poder mundial -
El Council on Foreign Relations (CFR) es una organización poco
conocida pero muy influyente en los asuntos internacionales que ha ido
creciendo en poder, prestigio y amplitud de ámbitos de acción, hasta tal
punto que ya en nuestros días podemos decir que conforma el auténtico
"cerebro del mundo" que direcciona el rumbo complejo e incierto
hacia el que se empuja y arrastra al planeta entero. No existe pueblo,
región o segmento económico, social, o político que pueda extraerse a
su influencia y es, precisamente, el hecho de haber logrado permanecer
"detrás del telón" lo que le otorga al CFR su inusitada
fuerza e influencia. Hoy, el CFR conforma una organización
discreta de muy bajo perfil público y de alta efectividad, integrada por
unos 3.600 miembros del más alto calibre, prestigio e influencia en sus
respectivas disciplinas y ámbitos de poder.
De esta manera, reúne a altos directivos de instituciones financieras,
colosos industriales y medios de comunicación social; a investigadores y
académicos; a oficiales militares de máxima jerarquía; y a políticos,
funcionarios públicos y decanos de universidades, facultades y centros de
estudios. Sus objetivos fundamentales consisten en identificar y evaluar
amplios conjuntos de factores políticos, económicos, financieros,
sociales, culturales y militares que abarcan a toda faceta imaginable de
la vida pública y privada de los Estados Unidos, de sus Aliados y del
resto del mundo. Hoy, gracias al enorme poder de Estados Unidos, el ámbito
de análisis del CFR abarca al planeta entero. En rigor de verdad,
el CFR conforma un poderoso centro de análisis y planeamiento
geopolítico y estratégico.
Sus investigaciones y evaluaciones son realizadas por distintos
investigadores y grupos de trabajo conformados dentro del seno del CFR,
que se dedican a identificar amenazas y oportunidades del entorno mundial,
evaluar las fuerzas y debilidades de los intereses agrupados dentro del CFR,
y realizar amplios planes estratégicos, tácticos y operativos en todos
los ámbitos a los que nos hemos referido. Aunque estas intensas,
profundas y efectivísimas tareas se realizan dentro del ámbito del CFR,
la clave para comprender su accionar radica en el hecho de que el CFR jamás
opera por sí misma, sino que son sus miembros individuales los que
lo hacen. Y ello siempre desde sus ámbitos formales de acción y poder,
que son las empresas multi y transnacionales, los bancos internacionales,
las instituciones multilaterales internacionales, los gobiernos, las
universidades, las fuerzas armadas y los medios de comunicación social.
Esos mismbros del CFR jamás invocan o siquiera aluden a su
pertenencia dentro de la institución, ni mucho menos la invocan.
Los ámbitos naturales de poder de cada uno de sus miembros a los que nos
referimos son, por demás, muy poderosos ya que hoy encontramos que son
miembros del CFR buena parte de los presidentes, gerentes y
accionistas de las empresas Fortune 500 que en su conjunto
manejan casi el 80% de la economía estadounidense, emplean a más de 25
millones de personas, y en su conjunto tienen un valor de mercado que
equivale a dos veces y media el PBI de los Estados Unidos. Pero también
son miembros del CFR los máximos directivos de los grandes bancos
como el Chase Manhattan de la familia Rockefeller que acaba de
fusionarse con el banco J P Morgan, el Bank of America y el
actual número, CitiGroup, cuya capitalizació
n hoy excede los 250.000 millones de dólares; los directivos y formadores
de opinión de los ocho monopolios multimedia mundiales; los rectores y
decanos de las grandes universidades y facutades como Harvard, MIT
Massachussets Institute of Technology, Columbia, Princeton, Yale,
Stanford, y Chicago; y – factor clave en esta verdadera rueda de
poder planetario -, los 150 puestos clave del gobierno estadounidense
incluyendo los cargos más relevantes en sus fuerzas armadas.
En otra obra hemos brindado amplia información al respecto ;
aquí mencionamos a tan sólo unos pocos encumbrados y podersosos miembros
del CFR como David Rockefeller, Henry Kissinger, Bill Clinton,
Zbigniew Brzezinski, George H.W. Bush, la secretaria de estado Madeleine
Albright, el especulador internacional George Soros, el juez de la corte
suprema Stephen Breyer; Laurence A. Tisch (presidente de la cadena
Lowes/CBS), Gral. L. Colin Powell, Jack Welsh (presidente de General
Electric Company), W. Thomas Johnson (presidente de CNN), Katherine Graham
(presidenta del grupo Washington Post / Newsweek / International Herald
Tribune); Richard Cheney (secretario de defensa de Bush, presidente de la
petrolera Halliburton y vicepresidente electo), Samuel "Sandy"
Berger (asesor del presidente Clinton en seguridad nacional), John M.
Deutch (director de la CIA del presidente Clinton), Alan Greenspan
(gobernador del Banco de la Reserva Federal), Stanley Fischer (director
gerente del Fondo Monetario Internacional)
, James D. Wolfensohn (presidente del Banco Mundial), Paul Volcker
(presidente del CS First Boston Bank y ex gobernador de la Reserva
Federal), John Reed (director y ex-presidente de CitiGroup); los
economistas Jeffrey Sachs, Lester Thurow, Martin Feldman y Richard N
Cooper; el ex-secretario del Tesoro, ex-presidente de Goldman Sachs y
actual co-Chairman de CitiGroup, Robert E. Rubin, el ex-secretario de
estado del presidente Reagan y "mediador" en el conflicto de
Malvinas, Gral. Alexander Haig, el "mediador" en el conflicto de
los Balcanes, Richard Holbrooke, el presidente de IBM, Louis V. Gerstner,
el senador demócrata por el estado de Maine, George J. Mitchell, el
diputado republicano, Newt Gingrich, y los asesores del presidente electo
Bush, Condoleeza Rice, Robert Zoellick, Elliot Abrams, William Perry, Mark
Falcoff, Paul Wolfowitz, Richard N. Perle, y Richard Armitage entre muchos
otros.
Aquí, entonces, hallamos la clave de la alta efectividad del CFR,
por cuanto aquellas decisiones y planificaciones que se realizan y
acuerdan durante sus reuniones, conferencias, y grupos de trabajo a
puertas cerradas, son luego ejecutadas por sus diversos miembros desde sus
ámbitos formales de poder. ¡Y qué ámbitos de poder que son éstos!
Resulta lógico inferir que si dentro del CFR se diseña un
conjunto de planes respecto de, digamos, la globalización de la economía
y las finanzas, o cuales regiones del planeta tendrán paz y prosperidad,
y cuales se hundirán en sangrientos conflictos, y se las decide llevar a
cabo, entonces ¿que duda puede haber que la acción coordinada de
personalidades como el presidente de la nación, sus secretarios de
estado, defensa, comercio y tesoro, de los principales banqueros y
financistas, capitanes de industria, directivos de medios de difusión,
militares y académicos, habrá de conducir a resultados concretos,
efectivos y, por cierto, irresistibles?
En verdad, para comprender cómo funciona realmente el mundo actual,
resulta preciso diferenciar el poder formal del poder real. Lo que los
medios de difusión nos transmiten con altísimo perfil público a diario
en los noticieros de televisión y y en los periódicos no es otra cosa
que los resultados visibles y concretos de las acciones de las
estructuras del poder formal: especialmente los gobiernos nacionales y la
reacción de los mercados ante las decisiones sualmente unilaterales de la
estructura tecnocrática y supranacional de las finanzas y las empresas.
Pero el poder real es aquél que de manera menos visible, planifica
y decide qué va a ocurrir cuándo, dónde, y quienes lo ejecutarán.
El rol especial de los Estados Unidos de Norteamérica
Dado que Estados Unidos es hoy la única superpotencia del planeta,
resulta razonable suponer que la estructura de poder mundial – pues de
ello se trata – que administra el gobierno mundial, lo hace
transitoriamente desde el propio territorio y estructura política y económica
de los Estados Unidos. Ello no implica que el pueblo estadounidense
necesariamente forme parte de este esquema, sino más bien que lo
conforman sus elites y clase dirigente; el así llamado Establishment.
Se trata, entonces, de poderes que operan dentro de Estados Unidos (como
también lo hacen dentro del Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, España,
Argentina, Brasil y Corea), pero no necesariamente pertenecen a los
Estados Unidos (como sus contrapartidas en otras naciones tampoco
representan a esos pueblos, ni obedecen necesariamente a sus intereses).
Para comprender como funciona realmente Estados Unidos, conviene recordar
que sus políticas – especialmente su política exterior – se
administran desde Washington DC (ellos mismos se refieren a su gobierno
como "The Administration"
) que es la sede del poder formal. Sin embargo, el verdadero gobierno
estadounidense impera desde Nueva York, sede del poder real. Ello es
comprensible puesto que el poder real requiere de una sólida e
ininterrumpida continuidad y consistencia para poder llevar a cabo
complejas estrategias en el espacio y el tiempo que abarcan a todo planeta
y se proyectan a través de décadas enteras. Estos centros de poder rápidamente
comprendieron hace ya muchas décadas que no hay nada más ineficiente e
ineficaz para la continuidad y consistencia en el diseño y ejecución de
estrategias políticas, económicas, financieras y sociales, que el
sistema democrático que con su alto perfil público y periódicos
recambios obliga a dirigentes a dar permanentes explicaciones al demos
a cada paso.
Cuánto mejor resulta operar discretamente, desde lo que
formalmente es un mero gentlemen’s club como el CFR,
del que hombres poderosos e influyentes son miembros, directivos o incluso
presidentes durante décadas enteras sin tener que rendirle cuentas a
absolutamente nadie, fuera de sus pares dentro de la propia organización.
Así, 3.600 poderosas personas pueden ejercer una influencia gigantesca
sobre incontables miles de millones de seres humanos en todo el planeta.
Se trata, en rigor de verdad, del eje central de una verdadera red de
hombres y mujeres poderosos, ya que el CFR es complementado por
otras organizaciones análogas tanto estadounidenses como internacionales
especializadas en el estudio de asuntos geopolíticos internacionales y
promover el actual modelo global: The Hudson Institute, The RAND
Corporation, The Brookings Institution, The Trilateral Commission, The
World Economic Forum, Aspen Institute, American Enterprise Institute,
Deutsche Gesellschaft für Auswärtigen Politik, Bilderberg Group, Cato
Institute, Tavestock institute, y el Carnegie Endowment for
International Peace, entre otros.
Todos estos think tanks o bancos de cerebros como se los denomina
en el país del norte, reúnen a los mejores hombres en sus respectivos
campos a condición de que estén claramente alineados con las premisas básicas
de los objetivos políticos de los globalizadores: la creación de un
gobierno mundial privado, la erosión sistemática de las estructuras de
todos los estados-nació
n soberanos (aunque no de todos de la misma manera ni al mismo tiempo, se
entiende!), la estandarizació
n sociocultural, la imposición de un sistema financiero globalizado
especulativo-
usurario, el alineamiento de la opinión pública mundial a través de una
poderosa acción psicológica a nivel planetaria, y la administració
n de un sistema de guerra global que mantenga la cohesión de las masas a
través del permanente azuzamiento contra algún "enemigo", sea
éste real o imaginario.
Los primeros tiempos -
Corría el mes de Mayo del año 1919, cuando un grupo compacto de
influyentes banqueros, abogados, políticos y académicos – todos ellos
participantes de las conversaciones entre los Aliados vencedores y las
Potencias Centrales derrotadas en los campos de batalla europeos -,
reunidos en el Hotel Majestic de París tomaron una decisión
trascendental: formar dos "bancos de cerebros" o logias para
defender los intereses mundiales anglonorteamericano
s. Desde estas instituciones que hoy han crecido hasta formar el centro de
planeamiento geopolítico y geoeconómico más importante del planeta, se
ha venido diseñando a lo largo de ochenta años un nuevo orden mundial
que se acomoda a los intereses colonialistas anglo-norteamerican
os y de sus aliados de entonces y de hoy.
La estrategia consistía en fundar dos entidades: uno en Londres que habría
de denominarse el Royal Institute of International Affairs (RIIA –
Instituto Real de Relaciones Internacionales), y otro en los Estados
Unidos que tomaría el nombre de Council on Foreign Relations (CFR),
con sede en la ciudad de Nueva York.
Ambas organizaciones portaban el claro sello ideológico del socialismo
gradual como eje de control colectivo que ya hacia fines del siglo XIX
fuera propugnado por la Sociedad Fabiana financiada por el Round
Table Group del magnate sudafricano, Cecil Rhodes y la familia de
financistas cosmopolitas Rothschild. Al CFR también le darían su
apoyo y financiación las más pudientes y poderosas familias
estadounidenses como Rockefeller, Morgan, Mellon, Harriman, Aldrich,
Schiff, Kahn, Warburg, Lamont, Ford y Carnegie (ésta última,
particularmente a través de una organización precursora del CFR, la
Carnegie Endowment for International Peace).
Desde su creación, el CFR contó con un importante vocero que, aún
hoy, sigue siendo la publicación más prestigiosa e influyente de los
Estados Unidos en materia de análisis geopolítico: Foreign Affairs, del
que se dice que "lo que hoy se publica en "Foreign Affairs"
se transforma mañana en la política exterior oficial de los Estados
Unidos".
Entre los fundadores y primeros directivos del CFR, hallamos a hombres de
la talla de Allan Welsh Dulles, uno de los mayores exponentes de la
comunidad de planeamiento, inteligencia y espionaje estadounidense que
consolidaría la estructura de la CIA, central de inteligencia
estadounidense; al periodista Walter Lippmann director-fundador del
semanario The New Republic y agudo estratega en acción psicológica;
a los banqueros Otto H. Kahn, y Paul Moritz Warburg éste último nacido
en Alemania y emigrado a los Estados Unidos dónde en 1913 diseñó y
promovió la legislación que desembocaría en la creación del Federal
Reserve Bank, el banco central privado estadounidense que
hasta nuestros días ejerce el control sobre toda la estructura financiera
de esa nación.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y como parte del "nuevo orden
mundial" de la posguerra, el Banco de la Reserva Federal se
vería complementado por el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, también creaciones de miembros del CFR. Estas
tres instituciones en su conjunto controlan el sistema financiero
globalizado actual. Conviene aquí señalar que la única verdadera
globalización que hoy se aprecia en el mundo es la del sistema financiero
que ha escapado a todo control nacional, pues los sistemas económico y
político hoy siguen transitoriamente centrados en torno al ámbito nacional.
Entre los fundadores del CFR, hallamos por ejemplo al geógrafo y
presidente de la American Geographical Society, Isaiah Bowman,
quien tendría a su cargo el equipo angloestadounidense que redibujaría
el mapa de Europa tras la Primera Guerra Mundial y que – Tratado de
Versalles mediante -, tantos trastornos habría de traer en las décadas
subsiguientes. Fueron dos economistas del CFR, Owen D. Young y
Charles Dawes, quienes durante los años veinte diseñarían e
impulsarían los planes de "refinanciació
n" de la deuda de guerra impuesta a Alemania por ese mismo Tratado.
Fueron miembros del CFR quienes como altos directivos del Banco
de la Reserva Federal generarían las distorsiones y astringencias
monetarias que ayudaron a desatar la crisis financiera de 1929. Fueron
miembros del CFR quienes presionarían sobre la opinión pública
– a través de los poderosos medios de difusión bajo su control como
las cadenas radiales NBC y CBS y los periódicos Washington
Post y New York Times, para quebrar la neutralidad
estadounidense ante la nueva guerra desatada en Europa a partir de 1939.
La Segunda Guerra Mundial -
Durante esta contienda en la que Estados Unidos recién participaría
formalmente hacia fines de 1941, miembros de alto rango dentro del CFR
conformaron el War & Peace Studies Project que se integró lisa
y llanamente al Departamento de Estado norteamericano diseñando sus políticas
hacia el Japón y Alemania, y luego preparó otro "nuevo orden
mundial" para después de la previsible victoria Aliada. De esta
manera, el CFR diseñó y promovió la creación a partir de 1945
de la Organización de las Naciones Unidas como instancia de administració
n política mundial y algunas de sus agencias económicas clave como el FMI
y el Banco Mundial, a través de sus miembros Alger Hiss, John J.
McCloy, W. Averell Harriman, Harry Dexter White, James Lovett, Dean
Acheson, George Kennan, Charles Bohlen y otros, como así también a
través de las conferencias de Dumbarton Oaks (para crear la ONU), Bretton
Woods (para crear el FMI, Banco Mundial y el GATT/OMC), Teherán
y Yalta (conferencias en las que se acordó la división del mundo
en esferas de dominio entre Estados Unidos y la URSS).
Terminada aquella contienda, el Presidente Harry S. Truman instauraría la
conocida "Doctrina Truman" de seguridad nacional que toma como
punto de partida la doctrina del containment – contención del
expansionismo soviético - propuesta por otro miembro del CFR a la
sazón embajador en Moscú: George Kennan, en un conocido artículo
aparecido en las páginas de Foreign Affairs y firmado
"X", como así también la directiva NSC68 del National
Security Council redactado por Paul Nitze, del CFR. Otro tanto
fue el caso del así-llamado "Plan Marshall" diseñado por un
grupo de trabajo del CFR y ejecutado por W. Averell Harriman entre
otros.
El cerebro del mundo
De manera que para comprender al mundo contemporáneo, bien vale la pena
evaluar y analizar lo que hace, dice y propaga el CFR, pues muchas
de sus actividades no son secretas sino meramente discretas. Cualquier
persona que visite su sede en la residencial Park Avenue esquina calle 68
de la ciudad de Nueva York, como lo ha hecho el autor de la presente nota,
podrá obtener un ejemplar de su Memoria y Balance en el que figuran
descripciones oficiales de sus actividades y la nómina de sus más de
3.600 miembros. De manera que la información está disponible para quien
quiera tomarse el trabajo de pedirla y luego procesarla, analizarla y
tomarse el trabajo de correlacionarla con otros datos relacionadas con
esas mismas personas. Preciso es investigar la manera en que a lo largo de
este siglo el CFR - sólo o en coordinación con otras organizaciones
hermanadas - ha ejercido determinante influencia sobre la más amplia gama
de corrientes ideológicas, eventos políticos, guerras, fenómenos de
acción psicológica, crisis económicas y financieras, encumbramientos y
defenestraciones de personalidades de alto relieve y otros hechos
impactantes – muchos claramente inconfesables – que han marcado el
rumbo de la humanidad a lo largo del tumultuoso siglo que acaba de
terminar.
Es que pareciera que nos tienen a todos demasiado ocupados y fascinados
como espectadores pasivos de los vertiginosos eventos y hechos que a
diario se suceden en todo el mundo, como forma de asegurarse que a nadie
– o al menos a pocos -, se les ocurra fijar la atención en otro lado,
para identificar ya no tanto los efectos y resultados impactantes de
muchas decisiones y acciones encubiertas, sino más bien los orígenes
reales y concretos de esas mismas decisiones y acciones. Para el éxito de
este gigantesco fenómeno de acción psicológica colectiva – pues de
ello se trata –, los medios masivos de comunicación social cumplen un
rol vital y esencial. Pues son ellos los instrumentos cuyo objetivo
consiste en propiciar la anulación de la capacidad de pensamiento
independiente y creativo entre los pueblos. Para ese fin parecieran estar
CNN, CBS, NBC, The New York Times, The Daily Telegraph, Le Figaró, The
Economist, The Wall Street Journal, Le Monde, The Washington Post, Time,
Newsweek, US News & World Report, Business Week, RTVE, todos dirigidos
por personeros del CFR y/o de sus organizaciones hermanas en otras
naciones. Luego la información y opiniones que propagan son repetidas ad
nauseam por todos los medios "serios" en todos los países
del mundo.
En verdad, estos medios, la industria del entretenimiento y las
estructuras educacionales conforman una suerte de continuum que
contiene implícitamente un conjunto de ejes de acción psicológica
colectiva. Podríamos decir que en términos generales una de las
estrategias más importantes de dicha acción psicológica se centra en
ocultar o al menos soslayar y disimular, tres realidades fundamentales que
para las fuerzas globalizadoras resultan muy poco conveniente que sean
debidamente conocidas y comprendidas por la opinión pública mundial y en
cada país:
-
Cómo
funcionar realmente el mundo. La opinión pública ha de pensar que el
mundo funciona según lo que indican los medios de difusión; ha de
creer que los gobernantes realmente gobiernan y que son elegidos por
la voluntad soberana del pueblo. La realidad es muy diferente.
-
-
Que
la situación de las distintas naciones puede que sea difícil pero
que todo se terminará resolviendo a medida que el proceso de la
globalización se enraíce. Ello conlleva implícita la idea de que la
felicidad de las naciones se halla íntimamente ligada al nivel de
alineamiento a las pautas y exigencias del proceso globalizador. En el
caso de la Argentina, se pretende hacernos creer que las cosas están
mal pero que van a mejorar; que es sólo cuestión de renegociar (¡una
vez más!) los pagos de la deuda externa, que es sólo cuestión de
flexibilizar alguna legislación, privatizar más empresas y reformar
el Estado para que todo se resuelva como por arte de magia. La
realidad es muy diferente. En el caso de la Argentina, estamos ante la
probable desaparición lisa y llana de la Argentina dentro del Leviatán
globalizador.
-
-
Que,
nos guste o no, no existen opciones a la globalización; que la misma
es irresistible, indetenible; que su poder es invulnerable y sus
exigencias inapelables. Pero aquí también la realidad resulta ser
muy diferente. La globalización no es tan poderosa e invulnerable
como se nos la presenta. Tiene importantes contradicciones internas
algunas de las cuales abordaremos en el presente ensayo y – lo más
importante –, existen opciones y alternativas al modelo rígido y único
que ofrece al mundo.
¿Qué
es la globalización, entonces?
Llegados a esta instancia, se plantea una pregunta esencial que es definir
qué es la globalización a la luz de esta realidad que observamos.
Aventuramos una definición en el sentido de que el proceso de la
globalización conforma una ideología que tiene claros objetivos e
intereses políticos y económicos. El vocablo "globalizació
n", no es más que un eufemismo que encubre una realidad más
profunda que los propios mentores del sistema han definido desde hace casi
un siglo como "nuevo orden mundial": así denominaron el mundo
tras la primer guerra mundial, lo hicieron nuevamente tras la segunda
guerra mundial y, más recientemente, tras el colapso del imperio soviético,
según lo definió el entonces presidente George Bush, padre del actual
presidente electo.
La característica principal del fenómeno de la globalización es que
aunque sustenta su poder sobre lo económico y especialmente lo
financiero, en el planeamiento de sus intereses globales, conforma un
proceso auténticamente político. Como nos enseña el politólo germano
Carl Schmitt, el ámbito natural de la política distingue entre amigos y
enemigos, siendo la definición que da de enemigo la clásica: no tanto un
inimicus, el enemigo personal de cada uno de nosotros sino más
bien en el sentido de hostis, que es el enemigo de la comunidad,
del grupo, de la institución, o de la nación. Así, deviene en hostis
todo grupo, nación, ideología, credo, empresa, gobierno, ejército u
otra organización o fuerza que activa o pasivamente se oponga a los
objetivos e intereses del proceso de globalización.
Dentro de este marco conceptual, el principal hostis que los
planificadores de la globalización han identificado desde hace ya muchas
décadas es el concepto de lo nacional y el Estado-nación soberano como
su instrumento ejecutor. En pocas palabras, para defender y promover sus
intereses planetarios que prevé un modelo reingenierizado del mundo, los
promotores de la globalización no tienen otra opción que combatir las raíces
de lo nacional en todo el mundo y a todos los Estado-nación soberanos;
cada uno según sus características, historia, fuerza relativa y
permeabilidad a alinearse al modelo globalizador. En las elocuentes
palabras de Richard Gardner, uno de los pensadores del CFR, "....En
pocas palabras, la ‘casa del orden mundial’ tendrá que ser construida
desde abajo para arriba.....impulsando una carrera final alrededor de la
soberanía nacional, erosionándola pedazo a pedazo, con lo que se logrará
mucho mas que con el anticuado método del asalto frontal" (el
resaltado es nuestro).
El modelo planetario propugnado por el CFR podríamos describirlo
como la conformación de una suerte de "fábrica" planetaria
creadora de bienes y servicios, con su contrapartida de un
"supermercado" planetario de consumo de esos bienes y servicios.
En ese modelo, la "góndola" que le toca a la Argentina es la de
mera exportadora de commodities y los servicios de apoyo táctico
asociados con ellos. Es un modelo de una Argentina de no más de 12 a 15
millones de personas....
En ese modelo planetario, no hay lugar para el Estado-nación soberano,
por cuanto es un modelo sustentado eminentemente sobre conceptos económicos
y financieros; es un proyecto ideado y alineado con un conjunto de poderosísimos
intereses privados.
En rigor de verdad, hoy podríamos decir que la gran privatización que se
ha dado en el mundo y por cierto en la Argentina no se limita a tal o cual
empresa de servicios públicos o a un determinado segmento del mercado. La
gran privatización que se está produciendo en el mundo y que se ha
producido en la Argentina es la privatización del poder. Ello se
refleja elocuentemente en la última Memoria y Balance del CFR correspondiente
al año 1999, en la que el vicepresidente del CFR, Maurice
Greenberg nos anuncia que en el mundo actual ya no se trata de diseñar
tan solo una geopolítica sino que el eje de poder hoy conforma una auténtica
"geoeconomía"
, que no es más que el blanqueo de esta realidad que es la privatización
del poder. Según Greenberg, "En política exterior ha llegado el
momento de cambiar nuestro principio organizador central de la geopolítica
a la geoeconomía; de las preocupaciones tradicionales del equilibrio de
poder a los conceptos económicos y de seguridad...
..En mi opinión, la mayor amenaza para la seguridad estadounidense
provendría de un colapso económico mundial."
II. El problema argentino
El principal problema que afecta a la Argentina no es ni económico ni
financiero sino político. En gran medida hemos llegado a la situación de
crisis actual debido a que sistemáticamente nuestras dirigencias políticas
y empresarias han estado – conciente o inconcientemente -, alineadas con
el paradigma intelectual de los promovedores de la globalización.
Proponemos hacer un muy rápido repaso de algunos de estos factores sobre
los que nos hemos explayado en mayor detalle en otra obra.
La mano invisible de los mercados
Ciñámonos, entonces, a la problemática económica ya que ésta es la
que hoy con inusitada urgencia afecta, preocupa y golpea a prácticamente
todo el pueblo argentino. Al abrir de par en par las puertas a las
arbitrarias e inequitativas pautas y paradigmas del neoliberalismo
hipercapitalista, nuestros dirigentes nos han dejado inermes ante las
fuerzas del mercado; ante aquella proverbial "mano invisible"
preconizada por Adam Smith en 1776 al decir que los mercados garantizarían
la riqueza de las naciones. Hoy, sin embargo, esa mano invisible más que
una mano ha devenido en un verdadero puño que nos golpea a todos con
creciente violencia. Y no sólo en la Argentina.
Pareciera llegada la hora de comprender que esa "mano invisible"
– o puño -, está articulada por un poderoso brazo y que ambos son
instrumentos de dominio de ese neoimperialismo del nuevo orden mundial
globalizador. Ese musculoso "brazo" que controla y dirige a los
mercados está controlado, a su vez, por un verdadero "cerebro"
que planifica y direcciona todo el proceso globalizador, tanto desde el ámbito
público como el privado. Por eso resulta clave identificar y desentrañar
cuales son los planes que ese cerebro tiene y se propone realizar en
relación al mundo en general y la Argentina en particular: de ahí la
importancia de saber qué piensa, como opera y qué planifica la red de
poder real mundial conformada en torno al CFR.
El drama argentino se debe en gran medida a que nuestros dirigentes políticos,
empresarios y académicos han asumido como propios – sea por (de)formación
profesional, por intereses creados o por debilidad de voluntad – el
conjunto de paradigmas intelectuales y pautas de pensamiento del enemigo
– hostis - globalizador. Difícilmente nos pueda ir bien como país
si dejamos en manos de estas dirigencias los asuntos públicos (los
privados también lo están pero ello se puede corregir desde el ámbito público).
Obvio que temas fundamentales como las funciones indelegables del Estado,
la problemática de la moneda, la deuda externa y otros factores no podrán
ser resueltos por hombres y mujeres – los apellidos resultan por de más
conocidos como para repetirlos aquí -, quienes se sienten auténticamente
identificados con el modelo planetario propugnado por la globalización.
En rigor de verdad, el modelo de dominio actual necesita imperiosamente de
una clase representante gerenciadora local que ejecute su plan en la
Argentina aunque más no sea por razones de psicología colectiva (sería
constitucionalmente ilegal y quedaría poco prolijo que nuestros ministros
de economía, presidentes y gerentes del banco central, o presidentes
fueran personeros directamente relacionados al CFR que, por
ejemplo, no portaran apellidos de raigambre local o hablaran con
dificultad nuestro idioma).
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