LÍBANO BAJO EL
ASEDIO DE LOS CHACALES
por Juan Dufflar
Amel
La Estrella
Palestina -
www.laestrellapalestina.org
Los intensos
enfrentamientos entre el ejército libanés y los combatientes del grupo
Fatah Al Islam atrincherados en el campamento de refugiados palestinos
de Nahar Al-Bared, al norte de Trípoli, han exacerbado la aguda crisis
política en que se encuentra sumido el Líbano, agravada por las
consecuencias socioeconómicas de la agresión israelí de julio pasado.
La nueva tragedia que desde el 20 de mayo se
cierne sobre el País de los Cedros afecta principalmente a 5 mil
refugiados palestinos atrapados en ese campamento de un kilómetro
cuadrado, y amenaza con extenderse al resto de los ubicados en el sur,
donde habitan otros 400 mil refugiados.
Antes de la violenta confrontación, unos 30 mil
palestinos se hacinaban en Nahar Al-Bared, la mayoría de los cuales huyó
despavorida del centro de los combates.
Aunque los orígenes de los choques armados se
atribuyen a la persecución del ejército libanés a miembros de Fatah Al
Islam, grupo de confesión islámica, acusados de atentados y hechos
vandálicos, sus contornos no están muy precisos y desde sus inicios han
sido manipulados por Israel, Estados Unidos y los grandes medios de
prensa occidentales, para culpar a Hezbollah, Siria e Irán.
La convulsa situación política libanesa,
caracterizada por la pugna entre las fuerzas que se proyectan por una
relación más estrecha con Washington y las proclives a conservar los
vínculos históricos con Damasco, solo favorece a los intereses de
Estados Unidos, Israel y a algunos de sus aliados europeos, a quienes la
desestabilización del estado árabe les facilita sus planes subversivos
contra Siria e Irán.
Y como “a río revuelto ganancia de pescadores” el
presidente George W. Bush, cuyo gobierno cómplice contempló impasible la
masacre de la población libanesa por parte del ejército israelí, ha
enviado un contingente de sus aviones militares a Beirut con pertrechos
de guerra, para ayudar al ejército del Líbano a combatir contra Fatah Al
Islam.
En su “generoso” ofrecimiento el mandatario yanqui
no ha tomado en cuenta que la mayoría de las víctimas por los bombardeos
de la artillería libanesa al campamento de Nahar El Bared y los
contraataques de Fatah Al Islam se encuentran entre los refugiados
palestinos.
La génesis del nuevo conflicto
Fuentes libanesas y medios de prensa
internacionales atribuyen el inicio de los cruentos choques armados a la
persecución llevada a cabo por el ejército contra las milicias del grupo
Fatah Al Islam, a las que acusa de ser autores de atentados en el norte
de Beirut y del asalto a un banco en la localidad de Amyoun, tras lo
cual se refugiaron en el campamento de Nahar Al-Bared.
Según informaciones de distintas fuentes, Fatal Al
Islam no es un grupo palestino como sugiere su nombre, sino que reúne
diversas nacionalidades árabes y es un desprendimiento de la
organización Fatal Al Intifada, originada en 1983 y que levantó las
banderas de la reforma de la democratización de Al Fatah, de Yasser
Arafat, y de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Constituido el 29 de diciembre del 2006 e
integrado por cerca de 300 efectivos liderados por Chaker Al Absi,
antiguo dirigente de Fatah Al Intifada, quien fue expulsado de esa
organización por sus posiciones islámicas extremistas, el grupo Fatah Al
Islam se asentó desde esa fecha en la periferia de Trípoli y en el
campamento de Nahar Al-Bared.
No obstante las declaraciones de condena a los
enfrentamientos, a los indiscriminados bombardeos del ejército libanés y
de no respaldo a Fatah Al Islam por parte de las organizaciones
palestinas, de Hezbollah, Siria e Irán, Estados Unidos e Israel
pretenden capitalizar el conflicto culpando al Movimiento de Resistencia
Islámico, a Damasco y a Teherán por los sangrientos sucesos.
Los incesantes combates, el más de un centenar de
muertos, los heridos y los miles de desplazados, amenazan extender el
conflicto con nefastas consecuencias para Beirut y los miles de civiles
refugiados.
Por primera vez, el ejército libanés ha penetrado
en el campamento palestino de Nahar Al-Bared, lo que le estaba vedado
por acuerdo explícito del gobierno, la Liga de Estados Árabes y la
Organización para la Liberación de Palestina, tras la guerra civil de
1975-1990.
Mientras, Bush y Olmert, como ávidos chacales, se
afilan las garras con sus miras puestas también en los sangrientos
enfrentamientos entre facciones palestinas, que infortunadamente están
teniendo lugar en la Franja de Gaza.
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