CHÁVEZ Y BIN LADEN

por Marcos Ghio  -  Centro de Estudios Evolianos

 

Hace unos días el matutino La Nación de Buenos Aires, en un artículo firmado por el sociólogo Enrique Miguens, intentó demostrar que era una incongruencia por parte de Chávez querer vincular entre sí a las figuras de Marx y de Bolívar en tanto que el primero en vida siempre despreció al venezolano y se opuso también de manera rotunda a la independencia de América.

Nosotros opinamos que, más allá de esta divergencia que podía haber habido en vida entre ambos, pues Marx era, tal como lo definiera Bakunin, un racista judío y alemán que despreciaba a las razas inferiores, como aquella de la que participaba el mestizo Bolívar, sin embargo en ambos había una coincidencia esencial, la de exaltar las virtudes de la civilización moderna en contraposición con el atraso medieval y el feudalismo, representado principalmente por naciones como España. Ellos discrepaban simplemente respecto de quiénes eran los pueblos que podían llevar a la humanidad más rápidamente hacia el tan anhelado “progreso” y estado de plenitud universal consistente en una más justa distribución de bienes. Marx, en su racismo biológico, descreía de las razas no europeas a las que calificaba como inferiores y consideraba que el comunismo, es decir el estado de consumación del progreso universal, iba a ser realizado por dichos pueblos y no por los asiáticos y americanos, como el caso de Bolívar. Este último en cambio se esmeraba por demostrarle a personas como Marx que su movimiento no era retrógrado ni medieval, que no pretendía retornar al incario ni a la España de los Austria, sino que estaba dispuesto a favorecer el desarrollo del capitalismo en el planeta, concordando así en ello con el alemán para el cual el mismo era una fase necesaria para alcanzar la utopía que proclamaba en su programa. Por ello en una carta que le dirige a su amigo inglés Maxwell Hyslop, Bolívar lo trata de convencer respecto de las ventajas que le reportaría a Europa, a diferencia de lo que opinaba Marx, la independencia de América. “A Europa le conviene nuestra independencia no sólo porque ella proporcionaría un apropiado equilibrio en el mundo sino porque especialmente Uds. los británicos… a cambio de ayuda pueden adquirir las provincias de Panamá y Nicaragua formando con esos países el centro del mundo por medio de canales que, conectando los grandes mares, acortarían las enormes distancias y harían que el control de Inglaterra sobre el comercio del mundo fuera permanente”.

Es decir que, por caminos diferentes, Marx y Bolívar apuntaban hacia un mismo rumbo. De la misma manera que Chávez lo hace ahora.

En el día de ayer, tal como nos tiene acostumbrados, en un ilimitado ejercicio de verborragia durante el cual no se cansara de fustigarlo a Bush y al “imperialismo norteamericano” explicó que sin embargo no dejará de venderle petróleo “a su pueblo”, pues no es lo mismo que su gobierno. Es decir, un verdadero eufemismo pues nunca es el gobierno el que consume tal producto. Por otro lado, del mismo modo que su maestro Bolívar se preocupó por “el equilibrio del mundo” instando a no invadir a Irán. Cosa realmente curiosa pues ello es dicho en el mismo día en que tal país y el tan denostado gobierno de Bush resolvieron reunirse por cuarta vez para apoyar al gobierno títere de Irak que los dos respaldan por igual. Es decir, realizó lo que en el arte militar se denomina como el ejercicio del falso objetivo o vulgarmente la táctica del tero, gritar por un lado pero empollar en otro.

Y como era de imaginar, hubo una condena de Chávez hacia la figura de Bin Laden el cual fue pintado como un agente de Bush. Al respecto le faltó explicarnos por qué a este último le conviene más alguien que le destruye los oleoductos  en los diferentes lugares del planeta, profundizándole la crisis petrolera y no en cambio aquel que como él se lo vende “a su pueblo”. Ello debe ser porque Bin Laden no es ni “bolivariano” ni “marxista” como Chávez o Fidel Castro. Por lo que nos parece, a diferencia de Marx y de Bolívar, no trabaja para apuntalar a los Estados Unidos y al mundo moderno, sino para destruirlo.