por Rafael Videla Eissmann
El Chile tradicional, agrícola y minero del que una vez habló Nicolás Palacios
ya no existe. Donde antes hubo entrega, valentía, coraje y sacrificio, como el
de Pedro de Valdivia, Arturo Prat o el de los héroes de la Concepción, ahora
hay nihilismo, materialismo, “libre-mercado” y “globalismo”, de apátridas y
tecnócratas, que no les importa “un pedacito más o un pedacito menos” de
territorio, vendiendo la tierra al mejor postor. Y vemos la mínima reacción de
autoridades y la casi total indeferencia del pueblo frente a las demandas oceánicas de Bolivia o a la propuesta del cambio de límites marítimos de Perú.
¡Pero claro! Sí las mareas del “latinoamericanismo”, del “globalismo”, han
emborrachado a los ingenuos y a los crédulos.
Nuestra Patagonia, aún cuando mantiene “formalmente” su pertenencia a Chile,
no lo es así en la práctica. Vemos como Tompkins, el nuevo “Rey de la Araucanía y la Patagonia”, arremete como dueño y señor contra las decisiones
soberanas de una Nación, sean cuales sean éstas. Y ninguna autoridad política,
militar o académica, salvo el senador Antonio Horvarth, hace oposición al
desmembramiento que se ha hecho de nuestro territorio. Y ahora, recientemente,
y en vista del nuevo escenario geopolítico mundial como resultado del “cambio
climático”, Inglaterra busca extender sus derechos de soberanía en la Antártica, contraviniendo el Tratado de 1959, así como Rusia lo pretende en el
Ártico.
A pesar de las incitaciones y del circo por un supuesto “Bicentenario de la
independencia” el año 2010, Chile marcha a su fin en la marea disolutiva del
globalismo y del diluvio.
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