CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA MUERTE DE KIRCHNER (*) por Alberto Buela
El
objetivo de ese breve artículo no es valorar el gobierno de K del 2003 al
2007, aunque si nos apuran sostenemos que fue mucho mejor para el pueblo
en su conjunto que el de Alfonsín (1983-1989), de Menem (1989-1999) y el
De La
muerte repentina sorprendió a todo el universo político, social y económico
de Argentina, pues se perdió “la centralidad del poder” en nuestro país,
de modo que no sólo los kirchneristas perdieron su conducción sino que
Argentina “perdió poder”, dado que al troncharse la centralidad del
poder reducido a uno (reductio ad
unum), en este caso K, el poder corre hacia o vuelve a distribuirse
entre poderes menores ya constituidos (grupos de presión, lobbies,
poderes indirectos, etc.). Desde
la designación a dedo por Duhalde en el 2003 como candidato a presidente
hasta su muerte ejerció el poder en forma omnímoda. Así fue, habiendo
otros nombrados, ministro de economía, interior, bienestar social, obras
públicas, defensa, justicia, canciller, etc. Todos sus ministros (y los
de su mujer) fueron simples colaboradores sin opinión ni voto. Designó,
también a dedo, a su mujer como candidato a presidente para quedar, como
un moderno Rasputín, detrás del trono y dejar a Cristina jugando el
papel de títere. En definitiva, su poder llegó hasta donde llegó el
capricho de su voluntad. Pero esta voluntad tuvo dos límites que K,
astutamente, no transgredió, sino hubiera sido catalogado como tirano por
el pensamiento políticamente correcto (vgr. Carta Abierta, Sarlo o
Feinmann): a) no se meditó en política internacional o mejor aun no tuvo
ninguna, aunque con él perdimos el contacto logístico con Su
discurso político en contra de los grupos concentrados como el diario
Clarín, rascaba pero no donde picaba realmente. Se
manejó como lo hacen todas las personalidades autoritarias: fue duro con
los débiles ( El
vacío de poder que crea su muerte es significativo, pues ninguno de sus
ministros (y los de su mujer) ha hecho política en estos últimos siete años,
eso estaba reservado solo a él, que ejerció en ese sentido una
implacable hegemonía personal. Cristina, a quien Seguramente
el Frente para Esta
pérdida de “la centralidad política” con la muerte de K arrastra un
sin número de cuestiones vitales que van a afectar negativamente, primero
al kirchnerismo , luego al peronismo y por último a la nación en su
conjunto, pues entramos de lleno en la categoría de “Estados con
soberanía limitada”. Nosotros
no pedimos la resurrección de K sino que intentamos describir, dada la
manera en como éste construyó y ejecutó el poder, las consecuencias políticas
que se derivan de su muerte. Si
para algunos la
muerte nos liberó del presidente más rico, voraz y avaro de la historia
argentina, para otros
esa misma muerte produjo un vacío de poder nacional que con todas sus
fallas creó K y que tardará mucho en restaurarse. No
hay que esperar nada nuevo en la política argentina de los próximos años,
no hay nada nuevo a la vista sino eadem semper idem (más de lo mismo). Si triunfan unos u otros ya
sabemos a qué atenernos y qué esperar. (*)
Muchos amigos y compañeros me han conminado a que escriba sobre la
reciente muerte de Kirchner pero me he resistido hasta ahora porque no
quiero ganarme más enemigos de los que ya tengo. Es un asunto complicado
pues si hablo bien van a decir que soy kirchnerista, cuando no lo soy, y
si hablo mal van a decir que soy un gorila, cuando no lo soy. Además ha
pasado muy poco tiempo y como dice el dicho francés il
faut que le sucre attend (es necesario que la azúcar llegue al fondo de
la taza de café y se detenga, antes de beberlo). Teniendo en cuenta
estos reparos escribí este breve artículo.
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