Por primera vez desde el comienzo de las manifestaciones de masas contra
las cumbres internacionales del capitalismo hace casi tres años en
Seattle, la huelga general conquista la escena del movimiento
antiglobalización. Es una novedad de gran importancia. Tampoco fue
casualidad que en las dos manifestaciones antiglobalización más masivas
hasta el momento, en Génova y en Barcelona, los trabajadores participaran
de forma significativa. La lucha de los trabajadores del Estado español y
su participación organizada en las manifestaciones de Sevilla nos indica
cuál es el método decisivo para derrumbar el sistema actual. La lucha de
los jóvenes y de los trabajadores marcará el camino del
llamado "movimiento antiglobalización".
Aunque Naomi Klein trate de convencernos, desde las páginas de El País,
de que "...los no global no quieren el poder sino sólo reinventar la
democracia", es decir no quieren luchar contra el capitalismo, lo que
mueve a la mayoría de los manifestantes de Gotemburgo, Niza, Génova,
Barcelona, Madrid..., es un profundo malestar hacia el sistema capitalista
y sus instituciones, una aspiración que va mucho más allá de un cambio
cosmético, en las formas.
Los intelectuales oficiales del movimiento (Naomi Klein, Samir Amin,
Bernard Cassens, entre otros) sólo plantean reformas abstractas del
sistema para que la "ciudadanía" pueda participar más a través
de las administraciones locales. Desean la protección de los pequeños
mercados locales y nacionales sin comprender que el odiado "neoliberismo"
no es una variante inhumana de capitalismo frente a otra posible, más
humana. Ni el neoliberalismo ni ninguna variante
entre las diferentes política económicas posibles bajo el capitalismo
evitará las brutales consecuencias de la crisis del sistema capitalista
sobre la inmensa mayoría de la población del planeta. Crisis es la
palabra justa, porque ni siquiera en el reciente y largo boom económico
el capitalismo supo mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría
de la población española. Al contrario, las empeoró hasta en países
como Alemania y EEUU, sin hablar de la pobreza en la que ha hundido al
Este europeo.
La explotación capitalista provoca un genocidio cada año. Según señala
la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dos millones de
trabajadores pierden la vida cada año por el trabajo y sólo los
accidentes laborales causan por lo menos 350.000 víctimas mortales cada año
en el mundo. Sólo estos datos son suficientes para evidenciar la
podredumbre de este sistema.
El capitalismo ha agotado su razón de
ser, no es capaz de desarrollar las
fuerzas productivas con el empuje necesario para hacer avanzar la sociedad
en la senda del progreso, de la cultura, de una vida más humana. El
panorama es completamente inverso: las conquistas sociales están
amenazadas, la guerra se pone al orden del día e incluso la decadencia
moral de la clase dominante y sus instituciones se hace cada vez más
palpable y general. El capitalismo está enfermo y en su agonía, si no lo
sustituimos por otra sociedad basada en la planificación consciente
de los recursos productivos, arrastrará a toda la humanidad
a la barbarie más absoluta.
El nacionalismo es la única alternativa posible para un mundo
verdaderamente humano, que nos separe definitivamente de la vida animal y
de la pugna diaria por la subsistencia.
Los objetivos de la cumbre:
¿De qué discutirán los gobiernos burgueses en la cumbre? Los objetivos
de la presidencia española, según dijo Aznar hace medio año, lo
explican todo:
La lucha contra el terrorismo.
La introducción del euro y la continuación de las reformas económicas
y sociales.
El cumplimiento del calendario de la ampliación
El desarrollo de la política europea exterior y de
defensa.
El debate sobre el futuro de Europa.
Los nacionalistas traducimos:
El ataque al nivel de vida de todos los trabajadores, estudiantes y
jubilados de Europa no importa el país de origen y el aumento numérico
del ejército de reserva del capital: los parados y los menores.
El equilibrio del poder entre las burguesías europeas, incluyendo o no en
la Comunidad a algunos países del Este que están en la órbita de
explotación de Alemania o Francia.
Responder a la ofensiva proteccionista de EEUU causada por la recesión
americana y cómo seguir sacando beneficios de los países
subdesarrollados.
Inventar nuevas mentiras de sabor europeísta para justificar la política
contrarreformista ante los trabajadores del continente.
Los trabajadores han marcado una gran diferencia cualitativa en las
movilizaciones en las que estuvo presente de forma organizada. Y es por
eso que el gobierno escupió tanta rabia y mentiras encima de los trabajadores utilizando todos los medios de
que dispone. Tenía miedo, mucho miedo.
Los capitalistas y sus títeres en los gobiernos saben bien que
la lucha de los trabajadores griegos, italianos y españoles han marcado un punto de
inflexión en la lucha por el futuro de Europa: el rechazo de todas
las medidas antiobreras a nivel internacional, una nueva confianza de la
gente y sobre todo de los jóvenes trabajadores en sus propias fuerzas.
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