LO POLÍTICAMENTE CORRECTO Y LA METAPOLÍTICA por Alberto Buela - alberto.buela@gmail.com
En
estos días nos ha llegado desde varios lados un reportaje al militar
franco-ruso, ahora devenido ensayista, Vladimir Volkoff sobre lo políticamente
correcto. Las respuestas que da Volkoff son acertadas pero insuficientes,
pues él limita lo políticamente correcto a un problema del decir: “circula
a través de nuestro vocabulario. El vocabulario políticamente
correcto es el principal vehículo de contagio”. Es
cierto que lo políticamente correcto, en inglés denominado political
correctness, tiene que ver con una forma de decir; por ejemplo a un
negro llamarlo "hombre de color",
hablar de interrupción del embarazo en lugar de aborto, invidente
en lugar de ciego. Pero hay que dar un paso más en busca de su
fundamento, sino simplemente nos quedamos en la descripción del fenómeno.
Así
lo políticamente correcto es todo eso que dice Volkoff: el "todo
vale", el cristianismo degradado, el socialismo reinvindicativo, el
freudismo antimoral, el economicismo marxista, el igualitarismo como punto
de llegada y no de partida, la decadencia del espíritu crítico, lo
practican los intelectuales desarraigados, confunde el bien y el mal. Pero todo ello no alcanza para asir su naturaleza, esencia y fundamento.
Incluso Volkoff afirma que: es de imposible definición. Además,
está el hecho bruto e incontrovertible de que existen temas y problemas
políticos de mucho peso en la historia del mundo que no son tratados por
ser políticamente incorrecto hacerlo, por ejemplo: el poder judío en las
finanzas internacionales y en los medios masivos de comunicación o el
poder de las sectas e iglesias cristianas al servicio del imperialismo.
Vemos con estos solos ejemplos como lo políticamente correcto no se
limita al decir o al dejar de decir, como sostiene Volkoff. Además
hay temas y muchos, que no son tratados ni mediática ni privadamente por
ser políticamente incorrectos: la jerarquía, el disenso, la disciplina,
el arraigo, la pertenencia, las virtudes, el deber, el heroísmo, la
santidad, la lealtad, la autoridad, etc. Nosotros sin embargo creemos que lo políticamente correcto se apoya y tiene su fundamento en el denominado pensamiento único. Pensamiento que encuentra su justificación en los poderes que manejan y gobiernan este mundo terrenal y finito que vivimos hoy. Podemos
definir lo políticamente correcto como la forma de hacer y decir la política
que se adecua al orden constituido y al statu quo reinante.
Es por ello que el simulacro y el disimulo, la amplia calle de la acción
y el discurso político contemporáneo, tiene en lo políticamente
correcto su mejor instrumento. Hoy la política es
entendida y practicada como “un
como sí” kantiano. Se piensa y se actúa “como
si ” se pensara y se actuara de verdad. Es por ello que los
gobiernos no resuelven los conflictos sino que, en el mejor de los casos,
los administran. Nos tratan de mantener siempre en una pax apparens como
agudamente ve Massimo Cacciari, el filósofo y actual intendente de
Venecia. ¿Y
por qué hablamos de pensamiento único? Porque hay una convergencia de
intereses de los distintos poderes que manejan este mundo que necesita ser
justificada y su justificación se halla en el pensamiento único, que está
constituido por el pensamiento social, política y académicamente
aceptado. Esto prueba como lo han demostrado intelectuales "políticamente
incorrectos" como Michel Maffesoli, Massimo Cacciari, Danilo Zolo,
Alain de Benoist, Günter Maschke, y
tantos otros, que existe una "policía del pensamiento" (los
Habermas, Eco, Henry-Levy, Gass, Saramago -en nuestro país los Aguinis,
Sebrelli, Verbisky, Feinmann, Grondona, etc.-) que determina en forma
"totalitariamente democrática" quienes son los buenos y quienes
los malos. A quien se debe promocionar y a quien denostar o silenciar. Es le
totalitarisme doux propre des démocraties occidentales del que nos
habla Mafffesoli. Esta
policía del pensamiento es una, como es uno el pensamiento único y como
lo es también uno el sistema de intereses de los poderes mundiales, más
allá de sus aparentes diferencias ideológicas. Perón a esto lo llamaba
sinarquía, que el pensamiento políticamente correcto se encargó de
negar y burlarse. No
se puede hablar en profundidad de lo political correctness sin
estudiar aquello que constituye la pensée unique tan bien
descripta por Alain de Benoist, Ignacio Ramonet o Vitorio Messori. Y no se
puede hablar del pensamiento único sin hacer referencia a la unitaria
madeja de intereses que sostiene el funcionamiento de los poderes
indirectos, en muchos casos más poderosos incluso que los mismos
Estado-nación. Todo ello a su vez tiene una fuerza coercitiva que es
"la policía del pensamiento" que funciona en forma aceitada
hasta en el último pueblito de la tierra. Esta
tenaza poderosa de dinero, poder político y prestigio intelectual es la
que presiona sobre la vida de los pueblos para el logro de la homogenización
del mundo y las culturas en una sola. Esta tenaza es la expresión acabada
de un mecanismo perverso de alienación existencial de las naciones que
pueblan la tierra. Y es en vista a la denuncia de este mecanismo perverso,
donde se juntan lo políticamente correcto, el pensamiento único, los
poderes indirectos y la policía del pensamiento, que buscamos hacer una
observación crítica a lo sostenido por Volkoff. La
tarea de desmontaje de lo políticamente correcto es una tarea
correspondiente stricto sensu a
la metapolítica pues esta disciplina con el estudio de las grandes
categorías que condicionan la acción política de los gobiernos de turno
es la que nos brinda las mejores condiciones epistemológicas para el
conocimiento de aquello que nos hace padecer lo políticamente correcto
como vocero del pensamiento único impuesto a su vez por la policía del
pensamiento. Lo políticamente correcto al transformar sus propuestas y
temas en “el lugar común”, puede ser desarmado con el uso de la
metapolítica que para Giacomo Marramao “
convierte
a la divergencia en un concepto de comprensión política ”.
Con
lo cual llegamos finalmente a constatar que para comprender acabadamente
la política y lo político estamos obligados a desmantelar el andamiaje
de este círculo vicioso conformado por lo políticamente correcto, el
pensamiento único, los poderes indirectos y la policía del pensamiento
que se retroalimentan entre sí en una totalidad de sentido, que en
nuestra opinión produce ese gran sin sentido que caracteriza a la política
mundial de nuestro tiempo.
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