Crímenes
rituales Por:
José Luis Ontiveros
El
centro concentracionario de exterminio en la base naval estadounidense en
Guantánamo, Cuba, tiene nexos profundos con la política genocida que ha
aplicado en su sanguinaria e hipócrita tradición de depredaciones y
despojos como el aniquilamiento de los pieles rojas, el sistema esclavista
y la cercenación de más de la mitad de la parte más rica del territorio
nacional, en la guerra de agresión de Estados Unidos contra México en
1847, en esta misma línea se encuentra la autovoladura del Miane en Cuba
para tener un pretexto para declarar la guerra contra los dominios
vestigiales del imperio español, lo que provocaría la toma de conciencia
de la hispanidad en la generación de 1898 y la revisión de las causas de
la decadencia hispánica. Sin
embargo, la sevicia que impera en Guantánamo contra aproximadamente 500
prisioneros musulmanes de 40 países distintos, sin ser sujetos a ninguna
acusación ni defensa, rebasa las propias cuotas de su infamia, en la
podrida civilización de la usura y la democracia. Resulta
del todo insustentable que los dos jóvenes sauditas y un yemenita que
supuestamente se ahorcaron en sus celdas tenga la mínima verosimilitud,
dado que éstas son vigiladas constantemente por cámaras manejadas por la
soldadesca yanqui, se trata, en el fondo simbólico de un crimen ritual
impuesto por los verdugos de la americanósfera. Se trata de la
islamofobia conducida exponencialmente como destrucción de las raíces
identitarias musulmanas, un tipo particular de odio teológico,
determinado por el más feroz y excluyente de los fundamentalismos: el
fundamentalismo democrático y la corriente de los neoconservadores que
practican ritos extraídos de los libros invertidos, del Aleph como centro
del cosmos y letra fundamental del alfabeto críptico que Borges recreó
en uno de sus más interesantes e incomprendidos relatos. Los
mártires de la fe islámica que viven este infierno, si bien han estado
sujetos a vejaciones de la peor especie como el ver ultrajar el sagrado
Corán, en ergástulas alumbradas toda la noche, han resistido estos
ultrajes, ya que la sharia, la ley islámica prohibe el suicidio, niega
rotundamente que un hombre disponga de su muerte, ya que ésta es un
destino prefijado por Alá. Guantánamo
muestra hasta qué grado de abyección se ha degradado Estados Unidos, por
el delirio de los cristianos redivivos. Guantánamo abre la puerta en el
siglo XXI a los poderes reptantes que obran una venganza milenaria. |