LA CRISIS DE LOS ‘IDENTITARIOS’ EUROPEOS por el Lic. Marcos Ghio - Centro Evoliano de América
Cada tanto en la página de Tsunami Político aparece alguien originario de Europa (generalmente de España) que se queja porque los inmigrantes de distintos países, entre los cuales se encuentran cerca del millón de argentinos obligados a deambular por el mundo, les estarían bastardeando a los europeos la raza impoluta que poseen generándoles trastornos de carácter antropológico. En este caso el que esta vez se ha ocupado del tema es el español Enrique Ravello, un viejo conocido nuestro de cuando era evoliano y colaboraba con nosotros en la edición y distribución de la obra de Evola en España. Los tiempos han cambiado sensiblemente desde aquella época ya remota (unos diez años han pasado) y Ravello, quien se ha convertido en un ‘identitario europeo’, rezonga porque nosotros, a quienes nos califica despectivamente como amerindios, junto a árabes, gitanos y negros los estaríamos invadiendo produciéndoles un gravísimo mestizaje racial. Al respecto queremos previamente destacar dos cosas. Que cuando Ravello habla de identidad racial, española como en su caso particular, soslaya el hecho fundamental de que vive en un continente que ya antes de la aluvional inmigración de los últimos 50 años fue un verdadero crisol de razas y más aun en el país en el cual se encuentra, debido a las incesantes migraciones espontáneas o forzosas habidas en la antigüedad, resulta imposible hablar propiamente de una raza española homogénea. Recordemos al respecto a mero título de ejemplo lo que ya acontecía con España en el siglo XVI. Cuando en una oportunidad a Erasmo de Rotterdam se le ofreció hospedarse en tal país, manifestó crudamente que él no quería ir a un territorio plagado de moros y judíos, entre todos los cuales sin lugar a duda podemos encontrar a varios antepasados de tantos ‘identitarios’. Con respecto a lo europeo que Ravello reivindica y convoca a defender en su identidad cultural colectiva es una cosa más ambigua todavía. Hoy en día lo que hay de común en los europeos, tradicionalmente enfrentados entre sí especialmente por razones étnicas, es en un conjunto de valores modernos compartidos, tales como el consumismo, el hedonismo y la democracia. No resulta una casualidad al respecto que el motor de la ‘unidad europea’ haya sido el mercado y que ése fuera el nombre que asumiera tal conglomerado en el momento en que buscó su unidad. Y ahora la misma se encuentra consolidada por la existencia de una moneda común, lo cual es una cosa efímera y de corto plazo con capacidades de revertirse en cualquier momento, tal como vemos actualmente en donde los países de economía ‘ordenada’ como Alemania y Francia discuten si les conviene seguir manteniendo a los díscolos y derrochadores como Grecia o la misma España de Ravello y a su vez varios de éstos también se cuestionan si les resulta conveniente seguir adoptando una moneda que no es la propia para salir de la recesión. Pero el problema más lamentable de la nota de Ravello que tenemos que comentar aquí es el relativo a las razones por las cuales el autor ha escrito su texto. Resulta ser que es por todos sabido que varios colegas de su mismo orientación, en un acto de verdadera coherencia, han hecho migas con Israel y los EEUU en tanto tienen con éstos un interés común que es la lucha en contra de los pueblos islámicos que según él estarían invadiendo Europa. Más allá de las explicaciones que nos da de este fenómeno, de lo cual hablaremos seguidamente, resultan infantiles los argumentos que el autor nos da para separarse de identitarios, como Brinkmann por ejemplo, que llaman a formar una nueva Otan con el Estado sionista para hacer frente a los musulmanes. Decir que Israel y EEUU atacan a países que no tienen nada que ver con la ‘invasión inmigratoria’ a la que alude en su nota, es algo al menos discutible. Tengo entendido que hay muchos palestinos o iraquíes en Europa, pero además si bien se puede aceptar que no sean mayoría, no está descartado que con el transcurso de los acontecimientos no se empiece también a atacar a Egipto, Argelia o Túnez, ¿Qué pasará entonces en tal caso con Ravello? ¿Volverá a hacer causa común con sus antiguos aliados? Comprendemos perfectamente el terrible conflicto que debe estar viviendo entre sus dos prejuicios, el antiislámico y el antijudío y qué difícil le debe resultar a alguien que también fue nazi cruzar la frontera como ya lo han hecho otros, pero en tal caso estamos convencidos de que es una cuestión de tiempo. Por otra parte el autor G. Faye, que cita al comienzo de su nota de manera elogiosa, en su principal escrito ha manifestado que, para Europa, EEUU y consecuentemente Israel han dejado de ser enemigos, como en cambio lo es el Islam, para convertirse en adversarios. Pero más allá de los conflictos de conciencia que tiene nuestro autor y que con seguridad terminará resolviéndolos, y que reflejan la situación de lo que les sucede a muchos ‘europeos’, digamos que resultan por lo menos erradas sus apreciaciones respecto de las causas por las cuales Europa hoy se encuentra invadida por inmigrantes. Según él hay dos cuestiones concurrentes. Por un lado se encontraría el gran progreso alcanzado por la raza europea, lo cual para Ravello sería una gran señal de superioridad y por el otro una verdadera mala intención oculta de los países que los invaden cuyos gobiernos a propósito expulsarían a sus habitantes para penetrar en su continente en forma pacífica y lograr a lo mejor, en el caso del Islam, lo que no se pudo hacer hace quinientos años por las armas. Ravello soslaya el hecho fundamental de que el bienestar de su continente está en relación estrecha con el malestar de los países del Tercer Mundo los cuales fueron literalmente esquilmados por el capital europeo. Nosotros los argentinos podemos ser testigos claros de las tremendas estafas cometidas por los procesos de privatización en donde fueron efectuados contratos leoninos en su gran mayoría con empresas que eran y siguen casualmente siendo europeas las que tomaron posesión en condiciones sumamente ventajosas de nuestros sistemas de comunicación y de energía. En tales contratos no existía límite alguno en las ganancias a obtener ni tampoco se le ponía condición al destino de las mismas. Es de explicar entonces que fenómenos tales como el de los cartoneros así como el de los incesantes flujos migratorios hacia Europa por parte de nuestro país, que tradicionalmente atrajo a inmigrantes, tienen su explicación clara en tales exacciones cometidas por el capital extranjero y especialmente europeo con la complicidad por supuesto de gobiernos locales corruptos. Se dio el caso en nuestro medio de que, mientras el gobierno de Menem hablaba de relaciones carnales con los norteamericanos, haciéndonos creer que era un subordinado de los EEUU en materia económica, en la práctica fueron empresas europeas, incluso estatales, las que se quedaron con nuestras riquezas. Es decir que se ha hecho un silencio expreso respecto de otro imperialismo más letal y corrosivo para nuestros intereses que el norteamericano. A Ravello lo indigna también –y no sería aquí nuestro caso- que los musulmanes llenen su continente de oraciones y mezquitas, pues eso significaría con el tiempo modificarles la idiosincrasia. Pero la realidad es que Europa hoy en día tiene una sola religión, la del consumismo y el confort y las iglesias en su gran mayoría se encuentran vacías por lo cual no sería una cosa mala el ingreso de una comunidad que practique el culto por lo trascendente, lo cual por contagio podría también volver a despertar el catolicismo en su propio continente. En realidad a Ravello lo preocupa que la inmigración termine islamizando a Europa cuando el problema tendría que ser exactamente el inverso. No sea cosa, y lamentablemente es lo que sucede con más asiduidad, que sean los europeos los que terminen contaminando con su consumismo a los inmigrantes de origen musulmán. Pero muchas de estas cosas y otras ya las hemos dicho en otras notas cuando hemos refutado a los maestros del Sr. Ravello (1), así como a sus pretendidos rivales, y no queremos ser redundantes por lo que remitimos a las mismas. Aclaremos además que nunca pudieron ser refutadas (2).
(1) Curiosamente Ravello, que adscribe a la línea del francés Vial fundador del grupo ‘identitario’ Tierra y Pueblo, utiliza el mismo término despectivo respecto de nuestro continente y compatriotas inmigrantes de amerindios que también usara su pretendido rival el eurasiático nacional comunista Tiberio Graziani. Es que indudablemente los europeos siguen teniendo un complejo de superioridad respecto de nosotros. Se olvidan de cuando vinieron acá a este continente expulsados del propio. (2) Véase http://www.juliusevola.com.ar/Fortin.htm
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