LA CUESTION DEL NORTE

 

por el Prof. Pedro Godoy P.

 

Centro de Estudios Chilenos CEDECH

 

http://educacionueva.blogspot.com

 

 

Así se conoce en las dos primeros decenios del siglo XX el litigio entre Santiago y Lima. En el XIX había estallado la guerra del guano y del salitre en que -como se sabe- impulsa la elite mapochina coludida con el imperialismo británico. Los agredidos son Bolivia y Perú. En tal confrontación el país de Evo y Soliz Rada pierde Antofagasta y con ello queda privada de mar. Perú -amén de soportar- cuatro años de ocupación cede Tarapacá y Arica y Tacna quedan bajo tuición chilena, fijándose fecha para referéndum. En esa votación -de modo libre e informado- los habitantes decidirían el destino de ambas comarcas. En el papel todo parece simple. No faltan los eurocéntricos del momento que identifican -a propósito de la guerra francoprusiana de 1870-  a Perú como una Francia culta y derrotada y a Chile como una Alemania espartanas y victoriosa. Ambas provincias disputadas serían Alsacia y Lorena. Sobran los tenientes Chauvin en uno y otro país.

 

La situación genera olas de "revanchismo" en Perú y de "triunfalismo" en Chile. Esas campañas legitiman la adquisición enloquecida de artefactos bélicos y la importación de misiones castrenses primermundistas. Ello en medio de poblaciones -en uno y otra república- acosadas por el desempleo y la miseria y diezmadas por la TBC y la sífilis. Muros de rencor y altanería de edifican en uno y otro país. La Moneda juzga improbable ganar el plebiscito. Entonces opta por la chilenización compulsiva. Peruanos tacneños y ariqueños son objeto de asesinatos y vejámenes. No son pocos los deportados vía marítima. Con apoyo solapado de las autoridades de ocupación ganan la calle e imponen el matonaje cuerpos armados civiles como la Liga Patriótica Militar. La paliza y la pedrada atemorizan a los plebiscitarios peruanos. Se les clausura sus escuelas y boicotea sus tiendas. Hay prohibición para los chilenos de cultivar amistad con "los enemigos de la patria".

 

Esta violación de los DDHH generalizada no encuentra réplica en los círculos anarquistas y tampoco en el Partido Obrero Socialista que ya en 1924 se convierte en PC. La fuerza antichauvinista y reconciliatoria, de impronta bolivariana y contrapatriotera vendrá de la Federación de Estudiantes de Chile FECH. Esa pequeña burguesía del mundo académico muy influida por el Grito de Córdoba es la única que promueven la paz, el desarme y el fin de la diplomacia secreta. Aplauden a Haya de la Torre entonces Presidente de la FEP y reciben aplauso de Miguel de Unamuno que los congratula por oponerse a los mercachifles de la patriotería (sic). Sin embargo, tras ellos está el círculo de los positivistas. Resulta curioso y es un llamado de atención a los revisionistas históricos de nuestra América este hecho. Lo manifiesto porque se debe estar atento a los matices y no caer en el facilismo de las descalificaciones.

 

Los discípulos criollos de Augusto Comte se la juegan por ese programa que enarbola la FECH. Luis Enrique Lagarrigue y sus familiares así como Carlos Vicuña Fuentes y Jorge Julio y Elizande estropean la unanimidad peruanofóbica de esa época. Aun más, propician desenclaustrar a Bolivia. Denuncian los inauditos atropellos perpetrados en el Norte Grande y, de modo particular, en la dos áreas disputadas. Publican libros y folletos, dictan conferencias, activan nexos con estudiantes, oficiales y sindicalistas. Son quienes al despuntar el siglo XX insisten en hundir en el surco la semilla latinoamericanista. Obtendrán éxito pleno en el ámbito académico y parcial en cenáculos de la juventud militar y nulo en el mundo obrero. Los peruanos de hoy -tan desmemoriados como los actuales chilenos- porque la amnesia es instrumento de dominación de la oligarquía deben comprender que no son  los chilenos sus adversarios de ayer y ahora, sino esas cúpulas.

 

Reeducar en  noción de Patria Grande al pueblo suramericano es difícil. Es fácil el "disparo a la bandada" y la frívola generalización. Aquí los peruanos son "traicioneros" y los bolivianos, "cobardes". Allá los chilenos son "ladrones" y los ecuatorianos "monos". Para los ecuatorianos, los peruanos "gallinas" y exigen les devuelvan Tumbes, Jaen y Maynas. Entonces al recordar las infamias de "los chilenizadores" de Tacna y Arica se debe también justipreciar a aquellos chilenos corajudos y lúcidos que, inmunes al "triunfalismo", exigen sepultar el hacha de guerra y fumar la pipa de la paz con los hermanos del norte y cerrar, con la reconciliación honrosa, aquel fratricidio de 1879-1884 que enriqueciera a la plutocracia anglomapochina. El ensayo es la guerra que Portales  hace a la Confederación Perú-Boliviana de 1835 a 1839. Sin embargo, tal agresión no conmueve a Lima... Total: Andrés Santa Cruz es "extranjeros" e "invasor"... También allá hay que revisar la Historia.