DEL NOCE Y LA MODERNIDAD CATÓLICA por Alberto Buela (*)
Del Noce, quien fue profesor ordinario de historia de la filosofía moderna y contemporánea de la Universidad de Trieste por muchos años, intentó en el desarrollo de su materia mostrar que el ateísmo actual nace del centro del pensamiento de autores como Hegel o Marx, que se halla en el modelo de redención del racionalismo moderno. Y para éste el mal no reside en el pecado, en la rebelión contra Dios sino “en lo finito en cuanto tal”, en el individuo separado de la sociedad, El bien y la verdad radican, en definitiva en “la totalidad”, sea el Estado (fascismo), la raza (nazismo), la clase (marxismo). En su juventud sufrió la influencia de Jacques Maritain (1892-1973), el inventor de la democracia cristiana, y ello lo llevó a un catolicismo de izquierda moderada. El libro del Humanismo integral del filósofo francés que tanto daño hizo en el pensamiento católico de su época se transformó, según sus palabras, en un texto de cabecera. No obstante ello, del Noce llevado más por su enjundia intelectual que por su disposición anímica, realiza una autocrítica y a partir de 1964, momento en que publica su principal obra: el ateísmo contemporáneo se aparta paulatinamente del progresismo cristiano para pasar a posiciones teológicamente más sólidas. La influencia de Eric Voegelin (1901-1985) (el equivalente, en nuestro medio, a Julio Meinvielle (1905-1973) ) fue en ese sentido determinante. Si bien se produce en el filósofo italiano un alejamiento marcado de las tesis de Maritain (va a criticar al personalismo de Emmanuel Mounier (1905-1950) como iniziatore del progressimo cattolico), no obstante, su crédito a la modernidad no lo va a abandonar de por vida. Del Noce opone, en Riforma cattolica e filosofia moderna (Bolonia 1965), la «otra modernidad», que venía dada por una cierta interpretación de Descartes, la línea agustiniana de Pascal, Malebranche (hizo su tesis sobre este autor), Rosmini, a los que unía la figura de Vico.(aun cuando el napolitano es el anti Descates). Una modernidad para la que el hombre es imago Dei y con eso trata de salvar parte de la modernidad, esto es: “la modernidad católica”. Esta ambivalencia hizo exclamar a Meinvielle, que lo conoció bien: “es un pastelero”. Es que a la caracterización de la tradición católica, grosso modo, hecha por del Noce puede aplicársele el juicio de Fernández de la Mora a López Aranguren: “ La sentencia condenatoria del catolicismo preconciliar no está dictada contra un sujeto histórico real, sino contra una caricatura. El boceto de moral tradicional que se nos ofrece no puede ser tomado en serio” La tesis de del Noce y aquello por lo cual merece ser leído y estudiado como un pensador no conformista ante los cánones y pautas del pensamiento académico y políticamente correcto es su interpretación de la historia del pensamiento moderno y contemporáneo que yendo de la mano del ateísmo contemporáneo pasa por el humanismo masón (denunciado por del Noce) y termina en la sociedad opulenta y tecnocrática. “Hoy, va a decir, no es el enemigo del catolicismo el comunismo, que se descompone irremisiblemente, sino el consumismo de la sociedad opulenta”. En el año de su muerte (1989) participa en Rimini del congreso de la agrupación Comunione e liberazione y adhiere al mismo diciendo que le había aportado “una segunda juventud” y que había que sostener “un cristianismo no antimoderno, sino capaz de llevar el peso de una modernidad que se estaba transformando”. Vemos, hablando en criollo que la cabra al monte tira y del Noce nunca dejó de abrirle un crédito a la modernidad. La criticó es cierto, afirmando cosas como estas: el nihilismo de hoy en día es el nihilismo festivo, en dos sentidos: carece de inquietud y encuentra su símbolo en la homosexualidad”, y para nosotros este es su mayor aporte, pero al mismo tiempo pensó que podía redimirla(a la modernidad) a través de ella misma, pero sub specie “católica”, y eso es cuestionable. |