SER DE DERECHA

por Julius Evola

 

Derecha e Izquierda son designaciones que se refieren a una sociedad política en crisis. En los regímenes tradicionales las mismas eran inexistentes, por lo menos si eran tomadas en su significado actual; en los mismos podía haber una oposición, aunque no revolucionaria, esto es que pusiera en jaque al sistema, sino lealista y de algún modo funcional: así en Inglaterra se pudo hablar de una His Majesty's most loyal, es decir de una "lealísima oposición a su Majestad". Las cosas han cambiado luego de la aparición  de los movimientos subversivos en los tiempos más recientes, y se sabe que en su origen la Izquierda y la Derecha se definieron en base al lugar ocupado respectivamente en el parlamento por parte de los partidos opuestos.

De acuerdo a los planos, la Derecha asume significados diferentes. Existe una Derecha económica de base capitalista no privada de legitimación si la misma no prevarica y si su antítesis es el socialismo y el marxismo.

En cuanto a una Derecha política la misma en rigor adquiere su pleno significado si existe una monarquía en un Estado orgánico: tal como ha sucedido sobre todo en la Europa central, en parte también en la Inglaterra conservadora.

Pero se puede también prescindir de presupuestos institucionales y hablar de una Derecha en los términos de una orientación espiritual y de una concepción del mundo. Entonces ser de Derecha significa, además de estar en contra de la democracia y en contra de todas las mitologías 'socialistas', defender los valores de la Tradición como valores espirituales, aristocráticos y guerreros (de manera derivada, también con referencia a una severa tradición militar, como, por ejemplo ha acontecido con el prusianismo). Significa además alimentar un cierto desprecio hacia el intelectualismo y respecto del fetichismo burgués del 'hombre culto' (el exponente de una antigua familia piamontesa tuvo ocasión de decir en forma paradojal: "Yo divido a nuestro mundo en dos clases: la nobleza y los que tienen un diploma" y Ernst Jünger valorizó el antídoto constituido por un "sano analfabetismo").

Ser de Derecha significa también ser conservadores, aunque no en un sentido estático. El presupuesto obvio es que existe algo subsistente digno de ser conservado, lo cual sin embargo nos pone frente a un difícil problema en el momento en que uno se refiera a aquello que ha constituido el inmediato pasado de Italia luego de su unificación: la Italia del ochocientos no nos ha dejado por cierto una herencia de valores superiores a ser tutelados, aptos para servir como base. También elevándose más hacia atrás, en la historia italiana no se encuentran sino esporádicas posturas de derecha; ha faltado una fuerza unitaria formativa tal como existiera en otras naciones, desde hace tiempo convertida en firme y sólida por parte de antiguas tradiciones monárquicas de una elite aristocrática.

De cualquier modo, al afirmar que una Derecha no debe estar caracterizada por un conservadorismo estático quiere decirse que deben más bien existir ciertos valores o ciertas ideas-base operando como un firme terreno, pero que a los mismos deben dárseles diferentes expresiones, adecuadas al desarrollo de los tiempos, para no dejarse sobrepasar, para retomar, controlar e incorporar todo aquello que se va manifestando a medida que las situaciones varían. Éste es el único sentido en el cual un hombre de Derecha puede concebir el "progreso"; no se trata del simple movimiento hacia delante, como demasiadas veces se piensa sobre todo entre las izquierdas; de una "fuga hacia delante" ha podido hablar al respecto con razón Bernanos ("où fuyez-vous en avant, imbécils?"). El "progresismo" es una quimera extraña a toda posición de Derecha. También lo es porque en una consideración general del curso de la historia, con referencia a los valores espirituales, no a los materiales, a las conquistas técnicas, etc., el hombre de Derecha es llevado a reconocer un descenso, no un progreso y un verdadero ascenso. Los desarrollos de la sociedad actual no pueden sino confirmar esta convicción.

Las posturas de una Derecha son necesariamente anti-societarias, anti-plebeyas y aristocráticas; en modo tal que la contraparte de todo esto será la afirmación del ideal de un Estado bien estructurado, orgánico, jerárquico, regido por un principio de autoridad. A este último respecto se asoman sin embargo dificultades en orden a aquello de lo cual tal principio puede recabar su fundamento y su crisma. Es obvio que el mismo no puede venir desde lo bajo, del demos, en el cual, a pesar de lo que manifiesten los mazzinianos de ayer y de hoy, no se expresa para nada la vox Dei, sino más bien lo contrario exacto. Y deben excluirse también las soluciones dictatoriales y "bonapartistas", las cuales pueden valer tan sólo transitoriamente, en situaciones de emergencia y en términos contingentes y coyunturales.

Nuevamente nos vemos obligados a referirnos en vez a una continuidad dinástica, siempre y cuando, considerando un régimen monárquico, se tenga al menos en vista lo que ha sido denominado como el "constitucionalismo autoritario", es decir un poder no puramente representativo, sino también activo y regulador, sobre el plano de aquel "decisionismo" del cual ya hablaron De Maistre y Donoso Cortés, con referencia a decisiones que constituyen la extrema instancia, con todas las responsabilidades  que se le vinculan y que son asumidas en persona, cuando nos encontramos ante la necesidad de una intervención directa porque el orden existente ha entrado en crisis o nuevas fuerzas urgen sobre la escena política.

Sin embargo repetimos que el rechazo en estos términos de un "conservadorismo estático" no se refiere al plano de los principios. Para el hombre de Derecha son los principios lo que siempre constituye la base de su acción, la tierra firme ante la mutación y la contingencia, y aquí la "contra-revolución" debe valer como una consigna muy precisa. Si se quiere, nos podemos referir en vez a la fórmula, tan sólo en apariencias paradojal, de una "revolución conservadora". La misma concierne a todas las iniciativas que se imponen para la remoción de situaciones negativas fácticas, necesarias para una restauración, para una asunción adecuada de aquello que posee un valor intrínseco y que no puede ser objeto de discusión. En efecto, en condiciones de crisis y de subversión, puede decirse que nada tiene un carácter tan revolucionario como la sustentación de tales valores. Un antiguo dicho es usu vetera novant, es decir las antiguas costumbres renuevan, y ello pone en evidencia el mismo contexto: la renovación que puede realizar la asunción de lo "antiguo", es decir de la herencia inmutable y tradicional.

Con esto creemos que las posiciones propias del hombre de la Derecha quedan esclarecidas en forma suficiente.

*

LA DERECHA EN 2009

por Marcos Ghio

 

El texto resulta importante pues señala un sentido diferente del que usualmente se asigna al término Derecha en contraposición a Izquierda. El mundo moderno, al utilizar tales palabras, lo ha hecho con la finalidad de calificar a la actitud asumida ante aquella dimensión de la realidad que para éste representa lo más importante, la economía y el devenir histórico en que la misma se desenvuelve y no los principios de carácter inmutable que se encuentran por detrás de los acontecimientos mutables. En modo tal que, según tal óptica, mientras que la Izquierda habría representado siempre el 'progreso' y la 'justicia social', la Derecha en cambio habría significado por contraste la defensa de los privilegios y del pasado, de aquello que es 'retrógado' y 'reaccionario'. Y ello ha dado por resultado que, en tanto este último  término ha sido convertido en un disvalor, hoy en día prácticamente nadie acepta decirse sin más como de Derecha. Simplemente lo que puede llegar a suceder es que cuando cierta izquierda se hace demasiado agresiva, impaciente e intolerante, cuanto más se acepta ser de 'centro' o de 'centro derecha' queriendo con ello manifestarse una actitud de prudencia o parsimonia en la ejecución de los procesos históricos irreversibles que conducen fatalmente a la Humanidad hacia el reino de la Democracia y la Jauja universal.

Pero aquí debemos entender que es en cambio una diferencia en los principios lo que opone propiamente a lo que es Izquierda y lo que es Derecha, significando en ambos casos las dos actitudes existenciales posibles frente a la existencia social. Mientras que la Izquierda sostiene los principios que se universalizaran luego de la Revolución Francesa consistentes en la Democracia y el Igualitarismo y levanta el ideal del Progreso y la Evolución incesante de la Humanidad, considerando que es el logro del bienestar material su fin principal, lo opuesto a ello es en cambio la Derecha para la cual los seres humanos son desiguales espiritualmente consistiendo ello en la capacidad que tengan para gobernarse a sí mismos. Por tal razón, en exacto contraste con la Izquierda y en tanto rechaza como falaz el dogma de la soberanía popular, la Derecha sostiene la soberanía del Estado sobre la Nación debiendo el primero estar integrado por aquellos seres superiores y diferentes capaces de gobernarse a sí mismos. No acepta así la utopía democrática de que, en tanto todos son iguales valen por igual un voto, sin diferencia alguna de capacidades o cualidades. La Derecha es pues decididamente anti-democrática y jerárquica. Ésta es la diferencia esencial entre ambas posturas y en ello se distingue de la Izquierda que cree en en cambio en el principio contrario,, por lo cual si alguien está dispuesto a participar de la Democracia decididamente no es de Derecha, sino de Izquierda.

Y con respecto al dogma del progreso la Derecha niega rotundamente las 'pruebas' que del mismo pretende ofrecernos la Izquierda en relación a los prodigiosos avances de la tecnología que la humanidad presenta en nuestros días. Para ésta, en exacto contraste, las mismas sólo representan alucinógenos construidos especialmente para edificar una humanidad bestializada totalmente volcada hacia el consumo y la materia que llena su vacío existencial con objetos en su mayoría superfluos con la exclusiva intención de olvidarse de sí o también para sostener la existencia de un sistema económico antinatural que, en vez de producir para satisfacer las necesidades elementales del hombre, le genera en cambio siempre nuevas y ficticias a fin de incrementar cada vez  más la producción.

Desde tal perspectiva podemos decir que en el sistema político que hoy vivimos, en la medida que se crea en la Democracia y en el Progreso, nos encontramos forzosamente en la Izquierda y que son por lo tanto de tal espectro todos aquellos partidos a los  que erradamente se califica (no por ellos mismos ya que tal término ha sido calificado como un disvalor) como de "derecha".

No podemos menos, al tratar dicho tema, que hacer una breve referencia precisa a nuestra realidad nacional en un aspecto que tampoco se diferencia en mayor medida de lo que acontece también en otras partes. El desgraciado movimiento político que rige en nuestro país desde hace más de medio siglo, con los resultados a la vista de todos, acuñó la idea de que, en tanto 'la realidad es la única verdad' y ésta es  mutable,  debían descalificarse por igual sea a la izquierda como a la derecha, evitando así incurrir en prejuicios ideológicos que a través de esquemas estancos impiden una adecuada e inteligente defensa de los propios intereses. De este modo, en nombre de una pretendida Tercera Posición, no muy diferente de la postura de 'centro' en tanto 'equidistante por igual de ambos extremos', contribuye así con la Izquierda en la tarea de consolidar la idea de que en última instancia las personas más que por principios y valores trascendentes, que no serían sino 'opios' o justificativos para explotar y oprimir, se movilizan en función de intereses, lo cual por otro lado no deja también de ser un principio, aunque de carácter inmanente y moderno y por lo tanto de Izquierda. La mejor prueba de tal 'pragmatismo', que rechaza los prejuicios ideológicos y privilegia en cambio la viveza, nos lo han proporcionado los diferentes exponentes que nos ha dado tal movimiento, en especial en los últimos tiempos, con una secuela interminable de corrupciones de todos los niveles propias justamente de alguien carente de principios superiores que solamente una verdadera Derecha puede sustentar.