LA DESVERGÜENZA INTERNACIONAL

por Aníbal D’Ángelo Rodríguez

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Bien dicen que el hombre es un animal que se acostumbra a todo. Desde hace un largo mes todo el mundo lee diariamente en los periódicos o ve por la televisión la forma en que Israel está machacando al Líbano, con las consiguientes muertes de civiles, niños y mujeres incluidos.

En muchos diarios de Buenos Aires —y seguramente del mundo entero— aparecen cartas de lectores de judíos, defendiendo la posición de Israel. Es, obviamente, una consigna (no he dicho una conspiración). El argumento utilizado en todos los casos es que Hezbollah es una organización terrorista que trabaja impunemente con la complicidad del gobierno libanés y que Israel tiene derecho a defenderse.

Con ello consiguen confundir a mucha gente y tienden un manto de inocencia sobre las acciones de Israel. Pero el primer inconveniente que tiene esa tesis defensiva es que corta artificialmente los tiempos, minimiza el conflicto y lo falsifica. Es una operación muy parecida a la de nuestra zurda, que reduce la Guerra Revolucionaria en la Argentina al período de gobierno militar.

Para empezar, y no es ir tan lejos, lo primero que hay que explicar (si alguien puede) es la formación del Estado de Israel en medio de un mar de países y regiones islámicas. Recomendamos al lector que abra un buen Atlas Histórico y observe la superficie (para ni hablar de la población) que ocupa el Estado judío y la zona de predominio islámico.

En segundo lugar, la enemistad a muerte entre islámicos y judíos nace de tres circunstancias:

a) La formación misma del Estado de Israel sin que los judíos puedan alegar para la posesión de esas tierras ninguno de los títulos reconocidos por el Derecho Público Internacional;

b) La expulsión forzada de cerca de un millón de palestinos durante la guerra de 1948. Dichos habitantes continúan exiliados (ellos y sus descendientes) sin que Israel les reconozca ningún derecho;

c) La ocupación por la fuerza de Cisjordania (que debería ser el grueso de un Estado palestino) y su negativa a cumplir las Resoluciones de las Naciones Unidas sobre devolución de ese territorio. No sólo eso, sino que debe allí agregarse la fundación ilegal de colonias judías y la construcción de un muro-cerca que avanza sobre territorios palestinos.

Estos hechos provocaron —con toda justicia— el odio ciego de todo el mundo islámico a Israel y constituyen un antecedente que no puede ignorarse a la hora de juzgar incidentes actuales. Es falsificar y mentir decir que lo que hoy sucede se debe al secuestro de unos soldados israelíes. Se debe a eso, pero sobre todo se debe a los antecedentes que acabamos de recordar.

Muchas veces dijimos que esta historia tiene un costado sobrenatural sin el cual es incomprensible. ¿Por qué los Estados Unidos apoyan a Israel tan incondicionalmente? ¿El lobby judío y su importancia en los medios norteamericanos y en las decisiones financieras?. Bien, pero no basta. Israel es una nación inviable que se sostiene sólo por estas dos cosas:

a) por la desunión de los islámicos y su incapacidad de armar una política conjunta;

b) obviamente, por el apoyo norteamericano.

Hoy parece improbable que ninguna de las dos cosas cambie en el corto y mediano plazo. Pero ¿qué pasará cuando, en el largo plazo, Estados Unidos tenga que afrontar desafíos a su nivel, es decir, por ejemplo, de potencias hoy emergentes como China y Rusia?

Por el momento Israel sobrevive y asesina civiles, ocupa territorios ajenos y hace terrorismo de Estado sin que a nadie en el mundo se le mueva un pelo, todo bajo el paraguas de la ayuda yankee y la mentira por omisión que los medios masivos instalan.

Puede que algún día los judíos israelíes se den cuenta de la ratonera en que se metieron.

Puede.