DIRIGENTES HISPANOS Y EL INGLÉS por
Alberto
Buela En
estos días salió publicada en el influyente diario The
New York Times la opinión de Larry Summers figura del equipo económico
de Obama y ex presidente de la también influyente Universidad de Harvard
afirmando que: se confirma el inglés
como idioma global junto con el progreso de los traductores electrónicos
y la fragmentación de las lenguas. Para concluir: No
vale la pena el esfuerzo en los norteamericanos para dominar otro idioma
pues cada vez va a ser menos necesario para hacer negocios en Asia, África
y Medio Oriente. Desde
el mundo de la cultura le levantaron mil voces para condenar el
utilitarismo del juicio de Summers y dar otros mil argumentos a favor del
bilingüismo vinculado al mejoramiento de las actividades cognitivas, políticas,
culturales y religiosas. El
hecho brutal está marcado por el juicio: Así
como el dólar es la moneda internacional, así el inglés es el idioma
mundial. Y el resto, a aprenderlo o quedarse mudo. ¿Tenemos
algo que decir nosotros que formamos parte del mundo hispano parlante que
sumamos, hoy en el 2012, de alrededor de 550 en castellano más 270 en
portugués, lo que hace un total de 820 millones de habitantes? Hoy,
con las cifras en la mano y actualizadas, y no las que nos llegan vía
Internet desde los centros de producción de sentido de lengua inglesa
como Google o Yahoo, el castellano supera al inglés en más de 70
millones de hablantes. Pero este dato es cuidadosamente ocultado y
tergiversado. El
castellano es la lengua occidental más hablada, atrás viene el inglés
con 480 millones y luego el portugués con 270. Y como Gilberto Freyre
enseñara que el hombre hispano habla o al menos lee sin esfuerzo cuatro
lenguas: el castellano, el portugués, el catalán y el gallego, nosotros
nos convertimos, sin saberlo o sin tomar conciencia de ello, en el grupo
humano o ecúmene más compacta y homogénea lingüísticamente del mundo. Es
el gran katechón= obstáculo al
imperialismo internacional del dinero expresado en inglés, y que como el
“huevo de la serpiente”, se depositó en el corazón del Imperio con
45 millones de hispanoparlantes. Siguiendo
esta línea de pensamiento este se nos presenta como el único reparo
serio a los nacionalismos periféricos (catalán, vasco o gallego) que le
hacen el juego al imperialismo cuando buscan el reemplazo del castellano
por el inglés para exaltar su lengua de costumbre o familiar. Esto se
confirma cuando en estos días se realizó una manifestación millonaria
en Barcelona y vimos, en un gran y único cartelón: bye,
bye, Spain. La lengua es poder y si yo
convenzo a mi interlocutor de usar mi lengua lo estoy, de
facto, dominando. Allí va dirigido el
juicio falso e ideológico de Larry Summers. Además
para los casos de decisiones graves, fundamentales y medulares siempre se
debe utilizar la lengua maternal en la elaboración o presentación del
juicio que se quiere sostener frente al interlocutor. La traducción
posterior es una anécdota. Si
nuestros dirigentes tuvieran en cuenta este consejo liminar para todo
dirigente, cuántos malentendidos y errores evitaríamos. Cuántos juicios
internacionales dejaríamos de padecer. Cuántas anfibologías,
tergiversaciones y frustraciones nos evitaríamos y evitaríamos. La
actitud más genuina es la que usó siempre el presidente argentino Roque
Sáenz Peña, quien sabiendo inglés se hacía traducir al castellano en
las reuniones o congresos internacionales. Además,
si uno habla castellano y otro italiano o francés no es necesario
recurrir al inglés en ningún lugar del mundo. Es
una actitud de “preferencia de nosotros mismos” la que debemos adoptar
como norma del obrar y del hacer. Es una manera eficiente de reducir la
complejidad en las relaciones internacionales. Resumiendo
nuestra opinión sobre el tema es la siguiente: los
hombres de lengua española o portuguesa deben conocer, necesariamente,
los rudimentos del inglés pero siempre hablar en español frente al
interlocutor de otra lengua, los temas importantes. Hay
que abandonar definitivamente la capitis
diminutio del hablar en luso-castellano y la autodenigración por
pertenecer a la cultura hispánica. El
juicio de Larry Summer es tanto ideológico (la lengua es poder y el que
impone la suya domina) como falso (el inglés no es la lengua mundial
porque el mundo siempre va a ser más extenso). El
mundo no es un universo sino un pluriverso y las ecúmenes de que está
compuesto (la eslava, la oriental, la arábiga, la anglo-americana, la
ibero-americana, et alii) nos
muestran que, más allá de las miles de lenguas que se hablan, existen
media docena de lenguas ecuménicas que tienen que convivir, y
saber hacerlo, sin el patronato de ninguna lengua franca o universal. Si
así ocurriera se terminaría dañando el equilibrio del mundo con la
primacía de una ecúmene sobre las otras. Y eso sí que sería fatal por
nefasto.
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