El muro de la vergüenza Durante muchos años la propagada estadounidense utilizó el muro de Berlín con un argumento de propaganda contra el socialismo. Se le llamó el Muro de la Vergüenza. Kennedy y Reagan hablaron ante él en abierto desafío. Cuando finalmente fue derribado se organizaron grandes jolgorios dándole una connotación de victoria democrática a la desaparición de aquél valladar. Pues ahora el Congreso norteamericano acaba de aprobar la erección de un muro similar entre México y Estados Unidos y eso no les causa ningún escozor democrático a los venerables legisladores que aprobaron la medida por 260 votos a favor y 159 en contra. El muro tendrá mil kilómetros de extensión de los aproximadamente tres mil que tiene la frontera entre ambos países. Estará erizado de reflectores y cámaras para impedir el paso de los 900 mil mexicanos que anualmente intentan ingresar en el país del norte, de los cuales quinientos mueren. Costará un millón de dólares por cada metro lineal de construcción. A la vez se reclutarán nuevos miembros para la patrulla fronteriza que aumentará su contingente y perfeccionará sus métodos persecutores. Por si fuera poco, la nueva ley convierte el ingreso ilegal en un delito y castiga con penas de cárcel, en lugar de deportación, a los transgresores. De la misma manera se castiga a quienes dan empleo remunerado a los infractores. Se considera que de los diez u once millones de mexicanos residentes en Estados Unidos el sesenta por ciento no cuenta con documentación legal. Al sumiso Vicente Fox no le ha quedado más remedio que elevar una voz de protesta si quiere quedar con un remanente de dignidad ante sus compatriotas. Habrá comprobado como paga el imperio a sus sirvientes. Esta bofetada viene tras los desenfrenados intentos de Fox, en la reunión de Mar del Plata, de convencer a sus colegas de aceptar el ALCA como la suma de todos los beneficios que el generosísimo Bush había decidido otorgar como una dádiva magnánima. Ahora envía a Derbez a Washington a tratar de reparar el desastre, pero es demasiado tarde. Pero el Muro de México no es el único. Israel está elevando otro muro de setecientos kilómetros de extensión que aislará a trescientos mil palestinos de la ribera occidental del Jordán, o sea el diez por ciento de la población del nuevo estado. Israel se reserva así las tierras más fértiles de aquella región así como las más importantes reservas de agua en una región semidesértica. Una acción anexionista de tan envergadura solamente puede hacerse, según ha dicho Noam Chomsky, gracias al apoyo militar, económico y político de Estados Unidos al criminal de guerra Sharon. Ahora se entiende por qué tanto Estados Unidos como Israel son tan despreciados por los otros pueblos del mundo. Lisandro Octavio |