por Pedro Pablo Gómez
No existe ninguna duda de la caja de Pandora destapada con la entrega de decenas de miles de documentos clasificados del Pentágono y del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos, realizado por la organización Wikileaks, que dirige hasta ahora el ciudadano australiano Julian Assange. Las opiniones de diplomáticos estadounidenses y especialistas militares en el terreno de los hechos, sus verdaderos pensamientos y consideraciones con relación a acontecimientos pasados o situaciones controversiales de interés de su gobierno. Es algo que desenmascaró sin lugar a dudas la hipócrita , prepotente y falaz posición de la administración norteamericana, ante realidades ocultas con toda intensión. El
error fundamental de Assange estriba en haberse creído el cuento de la
llamada democracia representativa y su cacareada “libertad
de expresión”
en el ámbito del capitalismo; del cual es parte el propio Assange, no lo
olvidemos. Desde que le empezaron a llegar este tipo de documentos
comprometedores, el australiano comenzó a buscar alianzas y coberturas,
para ello acudió a la organización “Freedom House”, conocida filial
de fachada de Siguiendo su criterio, o el de sus asesores y vínculos, se dirigió a los principales medios de comunicación internacionales, porque pensó que tendría la repercusión que estos podrían brindarle, así entregó las carpetas de documentos al New York Times en los Estados Unidos; Le Monde en Francia; The Guardian en Gran Bretaña; Der Spiegel en Alemania y El País en España, todos ellos vinculados estrechamente a los intereses del sistema capitalista y sus dirigentes, de una forma u otra. De ahí la realidad que los cientos de miles de las informaciones y cables entregados pasan una rigurosa selección, para ser publicados un por ciento mínimo de la entrega, que es lo sacado a la luz pública. Assange los entregó para publicar, quienes pueden hacerlo, los ocultan. Así
fue abortada la intención del líder de Wikileaks
en sus deseos iniciales. Por haber confiado en su propio sistema ha sido
atrapado por éste; por ello los tentáculos ocultos y a la vez evidentes,
manipulan situaciones para sacarlo del juego. Primero con la farsa de las
supuestas mujeres violadas, acusado de no utilizar el condón en sus
relaciones sexuales con una
persona ligada también a los sectores más reaccionarios del mundo
occidental.
La “justicia” sueca decretó su búsqueda internacional por Su caso, reclamado por Suecia a Londres, abrió un proceso por una causa expresa en las leyes suecas. En Gran Bretaña se confinó bajo fianza y con limitación de movimientos por un juez británico, ahora como cosa novedosa fue transferida su causa a la corte de Belmarsh, donde sería tratada como una cuestión de terrorismo; es allí donde se celebraría la primera vista el 11 de enero. El dictado de Washington hace sus efectos y en cualquier momento Julian Assange será condenado por la “justicia inglesa” y entregado a sus socios de comparsa en los Estados Unidos, donde pagaría la culpa de dar a conocer al mundo las verdades ocultas del Imperio. Wikileaks es un hecho real. Pero Assange es víctima de sus propios errores, sobre todo el de haber confiado en un sistema, famoso por devorar sus propios hijos y seguidores.
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