EL VERDADERO ESCÁNDALO

por Malú Kikuchi

 

                   “Lo más escandaloso que tiene el escándalo, es que uno se acostumbra.”  (Simone de Beauvoir)

 

En Argentina los hechos escandalosos se suceden, se renuevan, se multiplican. Forman parte de nosotros y son el pan nuestro de cada día. Sin escándalos nos faltaría algo, forman parte de nuestra alimentación. Los devoramos, los deglutimos, nos empachamos.

Son el comentario inevitable durante algunos días, no más. Son escándalos mediáticos que provee generosamente el programa de Tinelli, o los ex novios de Susana, o la política vernácula que compite codo a codo con la farándula, y por desgracia, a veces le gana.

El escándalo en diputados del miércoles 10, sobre posibles e indebidas llamadas de funcionarios a diputados de la oposición para sobornarlos de alguna manera, -BANELCO, viajes, proyectos aprobados, ayudas a sus respectivos representados etc.- a fin de que votaran el presupuesto 2011 o que, de no hacerlo se retiraran del recinto; esto debe ser probado. Aunque la gente cree que fue cierto.

Mientras se intenta probar algo (casi imposible), el tema ocupa el tiempo de los argentinos. Que si, que no, que si fue Aníbal o De Vido, o los dos. Que si parte del PRO y de la UCR se plegaron, quienes, y por qué. Preguntas y suposiciones, aseguran tema para periodistas de todo tipo. Es el escándalo de la semana, ¡y qué escándalo!

De ser cierto, estamos hablando de un escándalo terrible que involucra la honestidad de aquellos a los que elegimos para que nos representen y de aquellos que nos gobiernan. Estamos hablando de violaciones a la Constitución Nacional. Estamos hablando de delitos. Y sin embargo…

No es entretenido, es trágico, pero hay un escándalo realmente escandaloso, infinitamente mayor, humanamente imperdonable, y ese, pasa desapercibido. Es una nota de color en los medios y no ocupa ni la primera plana de los diarios, ni los titulares de los noticiosos.

En el granero del mundo hay argentinitos que mueren de hambre. Dicen que producimos alimentos para 300 millones de personas y acá somos sólo 40 millones. Dicen que si el gobierno no se interpusiera con la ONCCA y las retenciones, podríamos llegar a producir alimentos para ¡600 millones de personas! Pero no podemos alimentar a nuestros chicos.

Hechos. Muy pocos, sólo como ejemplo. En los últimos 30 días: en Apóstoles, Misiones, murió Héctor Díaz, 2 años, desnutrido. En Montecarlo, Misiones, murió Milagros Benítez, 15 meses, desnutrida. En Colonia Santa Rosa, Salta, murió Tatiana Tapia, 2 años y medio, desnutrida.

Desnutrición quiere decir “hambre”. Los planes contra el hambre abundan, Hambre 0, El hambre más urgente, El plan de Seguridad Alimentaria y muchos más, pero hay chiquitos del NOA y del NEA y a veces hasta de la CABA , que se mueren de hambre.

¿Por qué? Tenemos reservas por U$S 50.000 millones, al gobierno le sobran por año miles de millones de pesos gracias a presupuestos devaluados e inflación mentida: la presidente alquila un avión, en U$S 500.000 para ir a Seúl con 12 personas, y le dice a los del G20 en la mesa de Finanzas que:

“El modelo argentino debe ser tomado como ejemplo e imitado por los países que quieren salir rápidamente de la crisis económica”, Seúl, Clarín 12/11/10. El exitoso modelo argentino implementado por este gobierno progre ¿incluye argentinitos muertos de hambre? ¿La presidente está enterada del hambre de los chiquitos? ¿O de eso no se habla?

Mientras hay argentinitos que mueren de hambre, el ministro Julián Domínguez asegura que: “Argentina está en condiciones de convertirse en el gran proveedor de alimentos del mundo”. ¿Hacia fuera si y hacia dentro no?

Si Argentina fuera infértil, si el gobierno declarara que estamos en estado de pobreza extrema, aún así, sería inexplicable el hambre que mata a los chicos. Pero no sólo no estamos pobres, sino que hacemos gala de riqueza y abundancia, de políticas económicas exitosas y el despilfarro por parte del gobierno en algunos rubros, es decididamente obsceno.

¿Qué hacen los gobiernos municipales, provinciales y el nacional con respecto a los bebés muertos por hambre? Aparentemente lo computan como un dato inevitable de la realidad. En Misiones, Maurice Closs, gobernador UCR (K) anunció que en lo que va de año ya se habían muerto 206 chiquitos de hambre en su provincia.

“Obviamente alguno de estos chicos se nos va a morir (1.300 desnutridos) porque la mortalidad infantil es un problema, es una realidad”. ¿Nadie le aclara al gobernador que es su obligación cambiar esa realidad, que ésa es la parte más importante de su trabajo? En la carrera de “político”, la materia “hambre infantil” ¿no se estudia?

En cuanto al muy joven, prometedor y ambicioso gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey (PJ), que juega con la idea de ser candidato a presidente, puede que ni siquiera se haya enterado de la muerte de Tatiana; estaba en Roma, y se sabe que Italia es demasiado fascinante para detenerse en noticias desagradables.

Pasa en otras provincias y no nos enteramos, es simplemente, como diría Closs, un dato de la realidad. Y mientras nosotros, los ciudadanos privilegiados que satisfacemos nuestra hambre y la de nuestros hijos, no reaccionemos exigiendo a los políticos que hagan algo al respecto, todo seguirá igual. La desnutrición asesinará más argentinitos.

El dinero está. Los planes, buenos, malos o mediocres, están. La burocracia, la desidia y el latrocinio, también. La indiferencia en este caso es pecaminosa y delictual. Estamos acostumbrados a que otros argentinos, con los mismos derechos ciudadanos que nosotros, tengan hambre. Y en este curioso mundo donde la mitad de la población hace dieta y la otra mitad la padece, existiendo productos transgénicos, el hambre hoy es una decisión política.

Se nos ha hecho tan común, tan de todos los días el hecho de la desnutrición infantil seguida de muerte, que ya forma parte de la geografía del país. Argentina le ofrece a los turistas la imponente cordillera de Los Andes, el infinito Río de la Plata , la extrema generosidad de las Cataratas del Iguazú, la incomparable fertilidad de la pampa húmeda, la deslumbrante cultura de la ciudad de Buenos Aires, y el único gran glaciar con vida que le queda al planeta: el Perito Moreno. Evidentemente, Argentina es un país que tiene con qué atraer a los turistas.

Lástima el hambre de los argentinitos del NOA y del NEA. Un hambre que lastima.

P.D. Disculpe, sé que no es la lectura más agradable, ni la más divertida, en especial si lo lee comiendo, pero como dice esa terrible frase tan usada por los argentinos, “es lo que hay”. Y lo permitimos.