UN
INSTRUMENTO INTERNACIONAL SIN POLÍTICAS DE ESTADO por Alberto Buela (*)
Los norteamericanos, esos seres humanos que cuantifican todo, en donde el gigantismo es el dios monocorde de una sinfonía aburrida como es la de medir todo aquello que se hace, no dejando lugar al hacer o dejar de hacer “porque me da la real gana”, como pasa con nosotros en el “mundo bolita”. Los yonis acaban de realizar una nueva encuesta sobre el uso y aprendizaje del castellano (ellos lo llaman español) en Estados Unidos. Las cifras son las siguientes: 850.000 estudiantes universitarios están aprendiendo castellano, mientras que francés lo hacen solo 210.00; alemán 198.000, japonés 74.000 y chino mandarín 74.000. Además alrededor de 40 millones hablan fluidamente la lengua de Cervantes y 4 millones de norteamericanos Wasp (White anglosaxon protestant) que no son de origen hispano lo hablan correctamente. Siempre siguiendo con las cifras, muestra esta nueva encuesta que 89% de los jóvenes hispanos nacidos en USA hablan inglés y español, contra el 50% de dos generaciones anteriores. Se calcula que los hispanos para el 2050 dado su crecimiento poblacional que supera en hijos la media de yanquis y negros serán el 30% de la población. El índice de natalidad de los yanquis es del 1,5%, el de los negros de 2% y el de los hispanos el 3,5%. Se ha producido un cambio de mentalidad en el mundo hispano de los Estados Unidos y es que los padres ven como una ventaja el bilingüismo de sus hijos, contrariamente a lo que sucedía dos generaciones para atrás. Así, unas décadas pasadas los padres pedían a sus hijos que no hablaran español porque pensaban que su inserción y progreso en Estados Unidos sería más rápida, mientras que ahora aprecian que la práctica del bilingüismo les ofrece mejores posibilidades laborales y de inserción social. Este
cambio de paradigma ha producido una explosión en los estudios hispánicos
en USA con el consabido efecto multiplicador que produce en las sociedades
que le son periféricas como es, su patio interior: Por otra parte, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación como el Internet han venido a colaborar en esta explosión de la práctica del castellano en Norteamérica. Los inmigrantes hispánicos están en contacto diario con su cultura de origen, sus prácticas cotidianas, sus usos y costumbres. ¿Cómo
se aprecia políticamente este fenómeno desde los Estados Unidos?
Desde yanquilandia un analista político y estratégico como Samuel
Huntigton en un reciente trabajo titulado El reto hispano afirma: «La
llegada constante de inmigrantes hispanos amenaza con dividir Estados
Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguas. A diferencia de grupos
anteriores de inmigrantes, los mexicanos y otros hispanos no se han
integrado en la cultura estadounidense dominante, sino que han formado sus
propios enclaves políticos y lingüísticos -desde Los Ángeles hasta
Miami-y rechazan los valores angloprotestantes que construyeron el suelo
americano. EE UU corre un riesgo si ignora este desafío." Por su parte el politólogo del Boston Collage, Peter Skerry afirma: "A diferencia de otros inmigrantes los mexicanos llegan procedentes de una nación vecina que sufrió una derrota militar a manos de Estados Unidos y se establecen, sobre todo, en una región que, en otro tiempo, fue parte de su país (...) Los habitantes de origen mexicano tienen una sensación de estar en casa que no comparten otros inmigrantes". Pues casi todo Texas, Nuevo México, Arizona, California, Nevada y Utah formaban parte de México hasta que este país los perdió como consecuencia de la guerra de independencia de Texas, en 1835-1836, y la guerra entre México y Estados Unidos, en 1846-1848. Y, desde el mundo hispano americano?. Prácticamente no se hace nada, se deja liberado al fenómeno a una especie de fuerza de las cosas por la cual lo ha de ha dar se dará y lo que ha de cambiar, cambiará. No existe una sola política de Estado, que tengamos noticias, de ninguno de los veintidos Estados iberoamericanos sobre el tema de la expansión, consolidación y transmisión del castellano entre los inmigrantes a los Estados Unidos. Estos están librados a su suerte y arbitrio y no reciben ninguna ayuda ni apoyo para su práctica. Es que la dirigencia política iberoamericana (salvo el caso extraordinario de Lula) no ve en el ejercicio y práctica del español un resorte de poder internacional, que sobre un universo de discurso de 550 millones de hablantes la convierte en la lengua más hablada del mundo. Ni siquiera ven el dato bruto que acabamos de enunciar. Y el caso de Lula va más allá de lo ordinario, como lo es la dirigencia política iberoamericana en su conjunto, pues él como buen discípulo de Gilberto Freyre pudo afirmar: “la cultura hispánica está en la base de nuestras estructuras nacionales argentina y brasileña, como un vínculo transnacional, vivo y germinal en su capacidad de aproximar naciones”. En septiembre de 2008 firmó el decreto ley sobre “Acuerdo ortográfico de lengua portuguesa” que simplifica y unifica la forma de escribir el portugués entre los ocho Estados que lo tienen como lengua oficial (Portugal, Brasil, Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Bissau, Sao Tomé y Príncipe y Timor Oriental). Acuerdo que calificó de estratégico. Hoy en Brasil son 12 millones los estudiantes que practican correctamente el español, es que el hombre hispano entiende y, con mínimo esfuerzo, habla naturalmente cuatro lenguas: el gallego, el catalán, el portugués y el castellano. El multi o polilinguismo con el cual el castellano convive desde siempre- la vida en España y la aventura de América han sido pruebas concluyentes- nos está indicando que hoy donde el bilingüismo es tan necesario como el agua, está nuestra lengua en mejores condiciones que cualquier otra de servir a la humanidad en su conjunto. Este es el hecho bruto del cual la dirigencia política no ha sabido sacar ninguna ventaja ni provecho. Y su ceguera no le permite apreciar que tiene en sus manos y en desuso el instrumento más valioso en orden a la política internacional. UTN- Fed. del Papel
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