SOBRE UN ESTADO EN MAL ESTADO

por Oscar Taffetani

gentileza Agencia Pelota de Trapo

 

Hay una humorada de café atribuida a James Joyce: "Ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos de conversación".

Ciertos funcionarios argentinos parecen estar en una mesa de café y tener esa clase de pensamientos.

No en una mesa de exiliados, como Joyce, lejos de su patria y asistiendo a la preparación de una guerra, sino sentados confortablemente en las butacas de sus despachos, examinando los reportes y estadísticas que otros burócratas, de alguna oficina del Estado (pongamos, el INDEC) elaboran para tranquilizar a los gobernantes.

La aplicación de la humorada de Joyce a los Objetivos del Milenio sería más o menos así: "Ya que no podemos cumplir con el objetivo número uno de erradicar el hambre y la pobreza extrema, entonces dediquémonos a otros objetivos..."

Es el razonamiento de un colegial que quiere aprobar a toda costa una materia: "ya que la bolilla del hambre no la sé y no alcanzo a estudiarla, entonces preparo las otras, que igual me dan puntaje".

Imaginemos que para 2015, cuando los países firmantes de la Declaración del Milenio (que consiguieron créditos y ayuda internacional por ello) deban presentar ante las Naciones Unidas sus informes sobre el cumplimiento de los Objetivos, la Argentina dirá -como un mal alumno o una maestra indulgente- que "no alcanzó todos, pero hizo el esfuerzo" y que "merece la promoción"...

Un triste escenario, que lamentablemente es posible: ver a los funcionarios del Estado argentino rindiendo, ante un organismo diplomático internacional, las cuentas que antes debieran haber rendido ante su propio pueblo, por incumplir con sus deberes y por dejar que en el granero del mundo y en el gordo país de la carne, fueran asesinados de hambre miles de niños e hijos de la pobreza.

La palabra genocidio, descontamos, no estará en las carpetas de esos funcionarios, ni en sus diapositivas. "Esa palabra -dirán ellos- corresponde a otras carpetas y otras diapositivas, a presentar en el próximo Foro de Derechos Humanos..."

El hambre y sus cómplices

"Desde el Gobierno admiten que la Argentina no podrá erradicar el hambre y la indigencia", titulaba hace unos días un cable de la agencia DyN. La preocupante noticia se originó en un seminario organizado por el Centro de Informaciones de las Naciones Unidas, en Buenos Aires.

Allí, Luis Di Pietro Paolo, funcionario que reemplazó a Matilde Morales en la Coordinación Técnica del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, explicó a un grupo de periodistas cómo fueron "adaptados" los ODM (Objetivos del Milenio) a la realidad argentina.

La meta de "Erradicar la pobreza extrema y el hambre" se convirtió en "Erradicar la indigencia y el hambre y reducir la pobreza a menos del 20%".

"Asegurar en todo el mundo la enseñanza primaria universal" se convirtió en "Asegurar que en 2010 todos los niños argentinos puedan completar la Escuela Secundaria Básica".

"Reducir la mortalidad infantil" (Objetivo Nro. 5) se convirtió en "reducir en 3/4 partes la mortalidad de menores de 5 años y en un 10% la desigualdad entre las provincias".

Ahora bien, el señor Di Pietro Paolo, luego de afirmar que la Argentina, en materia de Objetivos del Milenio "está bien", y que la mayoría de los Objetivos serán alcanzados, observó que el "núcleo duro" del hambre y la indigencia (situación que, según el INDEC, afecta al 8,2% de la población argentina) no podrá eliminarse en los años que faltan para 2015, ya que se trata de "pobreza estructural".

Luego, en relación con la meta de la Enseñanza Secundaria Básica, admitió que los datos publicados recientemente en un diario, sobre abandono y deserción de la escuela secundaria, siembran dudas sobre el cumplimiento del Objetivo.

En cuanto a la corrección de las asimetrías y las desigualdadees entre las provincias argentinas, el dato aportado por el citado funcionario de Desarrollo Social fue también descorazonante: a la fecha, hay catorce provincias argentinas que ni siquiera adhirieron a las Objetivos del Milenio.

Para terminar su exposición, Di Pietro Paolo habló de "desafíos pendientes", como reducir en 2/3 la tasa de mortalidad materna y aumentar la participación de la mujer en niveles decisorios...

Sugestivamente, entre los "desafíos pendientes" no figuran la erradicación del hambre y la pobreza extrema.

"Ya que no podemos cambiar la realidad -dijo Joyce en una mesa de café- entonces cambiemos de conversación".

Claro que Joyce no era funcionario de ningún gobierno. Ni engrosaba carpetas ni estadísticas con el hambre del pueblo de Irlanda. Joyce era un perfecto desterrado.

En eso se parecía a los millones de pobres extremos de la Argentina a los que ciertos funcionarios han decidido dejar afuera, incluso, de los Objetivos del Milenio.