UN HOMENAJE A LA BRIGADA DE ERNA: EUROPA Y EL COMUNISMO
por Marcos Ghio
Centro de Estudios Evolianos
Al visitante de la Europa actual le resulta sumamente llamativo constatar la disparidad de tratamiento que el habitante de tales países otorga entre los cuatro y seis años en que duró la ocupación de la Alemania nazi en sus territorios y los casi cincuenta en que estuvo en cambio rigiendo la tiranía comunista, en algunos de ellos como Polonia, la república Checa y Hungría entre otros. Impacta sobremanera ver por todas partes una cantidad muy numerosa de monumentos recordatorios relativos a la resistencia contra el nazismo y a las víctimas ocasionadas por tal invasión y nada en cambio relativo a la ocupación ruso comunista que ocasionara tantas o más víctimas que la primera. Más aun, resulta llamativo constatar que todavía haya importantes ciudades en las que se conservan monumentos de homenaje a la ocupación comunista, tal el caso más notorio de la ciudad de Viena en la cual puede constatarse la existencia de una plaza entera con un monumento en homenaje al soldado soviético de grandes dimensiones e incluso con ornamentos dorados y con frases escritas en lengua rusa como recordatorio hacia los "libertadores".
En Praga, en Budapest, o en Varsovia, lugares en donde se desarrollaron rebeliones populares en contra del comunismo, no existen monumentos históricos de tal envergadura en donde se rinda homenaje a los mártires caídos como en cambio se los ve en abundancia en relación a las víctimas del nazismo. En tales ciudades apenas se conservan para el gusto de los turistas unos monótonos museos sobre el comunismo que son solamente visitados por curiosos o estudiosos pero que no se encuentran en cambio ante la vista permanente del público a fin de resaltar la memoria colectiva en relación a un período verdaderamente infame de la propia historia.
Esta regla, que pareciera haberse universalizado en todas partes, podría casi para confirmarnos en la convicción arraigada en el sentido de que el comunismo en realidad no fue lo opuesto de la civilización que hoy vivimos, sino en cambio un componente indispensable para ésta a fin de poder arribar mejor a las actuales etapas más degradadas y masificadas que hoy se viven consistentes en el materialismo extremo, la masificación, el consumismo y el Quinto Estado. El comunismo ha sido un componente indispensable para la formación de la conciencia moderna de estos tiempos y por tal razón es que en el fondo no se lo condena como en cambio se lo hace con el nazismo respecto del cual por otro lado, tal como hemos resaltado en otras oportunidades, tan sólo se combaten ciertos componentes secundarios y accesorios y no su elemento moderno que se encuentra en cambio en sintonía con los grandes mitos de la época actual.
Sin embargo afortunadamente no todo es igual y existen ciertas excepciones que es dable señalar aquí como un síntoma saludable de algo que aun puede gestarse a fin de rectificar el rumbo degradado de nuestra civilización. Esta regla generalizada ha recibido un muy sano mentís en la República báltica de Estonia. Este país hasta ahora ha sido entre todos los que componen a la Europa del este recientemente liberados de la opresión soviética el único junto a su vecino Lituania el que ha suprimido de su territorio el monumento al soldado soviético "liberador", produciendo ello obviamente airadas protestas por parte de su par y vecino ruso. Pero no solamente ha dado este paso verdaderamente valeroso, sino que ha avanzado un poco más. En la semana pasada nos enteramos de que en la ciudad de Tallinin, capital de tal país, fuerzas militares rindieron un homenaje público al raid heroico desarrollado por el grupo Erna en el año 1941.
Expliquemos brevemente de lo que se trata. En esa fecha un grupo de 42 soldados y oficiales estonianos adiestrados en Finlandia por las fuerzas especiales de la Abwehr, es decir los servicios secretos nazis, desembarcaron en las costas de Estonia en ese entonces en manos de los soviéticos y se infiltraron detrás de las tropas enemigas llegando hasta a hacer saltar por los aires la línea de ferrocarril que unía la ciudad de Tallinin con Leningrado (hoy San Petersburgo). Luego de dos días de lucha incesante el comando fue rodeado por las tropas del Ejército Rojo y aniquilado. Unos pocos sobrevivientes del mismo sin embargo pudieron luego continuar con la lucha y sumarse a las tropas alemanas que días más tarde habrían de liberar a su país.
Pero lo que ha resultado llamativo en este caso es que esta epopeya haya sido hoy en día revalorizada no solamente por el gobierno estonio, el que durante toda una semana ha efectuado una acción evocativa del mismo, sino que durante la misma contó con la participación de fuerzas militares de países vecinos, como finlandeses, alemanes, daneses, checos y portugueses, agrupando así en el ejercicio a un total de dos mil hombres. Es decir que se ha tratado de una ceremonia que ha contado con la participación de efectivos de la Otan. Esto por supuesto que ha generado reacciones impensadas desde el lado ruso en modo tal que su actual Ministro de Defensa ha emitido el siguiente comunicado: "Despierta estupor que en nuestros días algunos países miembros de la coalición anti-hitleriana y de la resistencia envíen tranquilamente y sin problema efectivos militares para recordar este hecho brindando así apoyo moral a los que a su manera interpretan hoy en día el rol de las SS y de la Abwehr". Acotemos al respecto que en Estonia los héroes del Erna son venerados colectivamente y su culto es respaldado ampliamente y subvencionado por el Estado. En la página de internet relativa a tal epopeya se puede leer que "tal brigada siguió luchando hasta la liberación de Tallinin el 28 de agosto de 1941", es decir cuando las tropas nazis ocuparon la ciudad.
En Rusia ya ha habido manifestaciones de seguidores de Putin repudiando el hecho en las calles de la ciudad de Vladivostok para "denunciar el arribo de los ex oficiales de las SS en Estonia". Algo de Europa pareciera pues resucitar en la alejada y hasta hoy poco mencionada Estonia.
Este hecho verdaderamente auspicioso acontecido en este remoto rincón del Báltico debería ser completado por el gobierno estonio con otra medida acorde con tal espíritu como ser el retiro de sus tropas de Afganistán en donde en forma por demás inexplicable lucha en colaboración con rusos, ingleses y norteamericanos en contra de un país que también se liberó de la opresión comunista y hoy sigue padeciendo de la invasión de un conglomerado afín a tal perspectiva materialista impulsado por la ONU. La brigada del Erna lucharía en cambio del lado Talibán.
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