A PROPÓSITO DEL ÚLTIMO LIBRO DE METHOL FERRÉ por Alberto Buela (*)
A
los jóvenes de En
estos días tuve el placer de viajar a Montevideo para inaugurar Ya en el título mismo Methol insiste, como lo hizo toda su vida, con el concepto trucho, falso y, lo peor, falsificante de “América Latina”. Como yo lo frecuenté a Tucho y disfruté de su amistad, no como alcahuete o adulador, sino como pensador de lo nacional-popular mucho más joven, en por lo menos, veinte ocasiones, le ofrecí razones a diestra y siniestra, mostrándole (nunca demostrándole) que el concepto de “América latina” es espurio, no solo por su origen sino, sobretodo por su falso contenido. El
origen, y Tucho lo sabía muy bien, es francés. Nace en la cabeza de
Chevalier el canciller de Napoleón III, para intervenir en Hispanoamérica,
una tierra donde los franceses no tenían nada que ver. Ellos ya habían
cometido el terrible error de vender Es
Chevalier quien lanza la idea de la
latinité. Los franceses van a insistir con el concepto, luego lo
toman los curas y crean en Roma el Colegio Pío Latinoamericano para los
curas “bolitas”. Los yanquis lo usan estratégicamente par introducir
una capitis diminutio en el
“mundo boli” y el marxismo para caracterizar una “sub clase
proletaria”. Con la convergencia de estos cuatro factores: Francia, En cuanto a su contenido, carece de especificidad propia y por lo tanto es falso de toda falsedad. Cuando decimos “América latina” no establecemos ni un género próximo ni una diferencia específica. Es un flatus vocis. En criollo, un pedo oral. Pues, si el concepto quiere englobar a los descendientes de Francia, España, Italia, Portugal y Rumania no lo consiguió, porque ni descendientes de italianos, ni los rumanos ni los portugueses se consideran latinos. Ni siquiera los descendientes franceses del Canadá se consideran latinos. Los únicos latinos que existen en el mundo son los italianos oriundos de la zona del Lacio. No hay otros. El resto es una extensión indebida. Y si el concepto quiere especificar solamente a los americanos que hablan castellano porque éste deriva del latín, eso es falso de toda falsedad, pues está requete probado que el castellano deriva del osco. Y si el término América Latina quiere significar un proceso de liberación nacional de los pueblos indoibéricos, es falso porque nadie da la vida ni va a la lucha por un “universal vacío”. Solo se va a la lucha por valores y vivencias y el concepto de América latina no encarna ninguna de las dos referencias. “de estéril latinoamericanismo” califica al concepto el brasileño Helio Jaguaribe. Dicho esto por enésima vez, pasemos al comentario del libro. Es sabido que Tucho Methol se ocupó toda su vida del tema Iglesia. Fue un laico comprometido desde siempre. En un Uruguay masón y liberal fue una especie de hierro de madera, este hijo brillante. El
libro está compuesto de siete capítulos donde en los seis primeros habla,
mutatis mutandi, sobre
su interpretación del la historia de La
interpretación de Tucho sobre 1)
1955:
Río de Janeiro. Creación del CELAM. El obispo brasileño Helder Camara
fue el gran promotor. Se alienta el trabajo de 2)
1968: Medellín. Se promueve 3) 1979: Puebla donde se profundiza la idea de pueblo cristiano histórico. El padre Lucio Gera fue quien más incidió con el rescate de la religiosidad popular. Se deja de lado lo anterior y se privilegia el trabajo sobre las Comunidades eclesiales de base (CEB). 4) 1992: Santo Domingo. Celebra los cinco siglos del descubrimiento y evangelización de América. Se habla de nuevos movimientos apostólicos y se abandona la idea de las CEB por ser víctimas de la manipulación ideológica por parte del marxismo. Su
interpretación sigue la línea del progresismo cristiano, aunque bien
diferenciada del marxismo cristiano o de lo que queda de él. No hay que
olvidar que Methol es quien más se opone, desde Como
vemos esta es una lectura de la historia de 1) la constitución del éthos católico del mundo indiano 2) la iglesia en las luchas de la independencia 3) la iglesia en la constitución de los Estados nacionales 4) la iglesia y los movimientos nacionales 5) la iglesia y el desencanto de los pueblos El
libro de Tucho Methol se ocupa, solamente, de este último apartado, pues
comienza en el mismo año que cae el peronismo. Si afinamos la puntería
es una historia de Tenemos
finalmente el último y, como dijimos al comienzo, lamentable capítulo
sobre Ratzinger, el concilio y Y decimos lamentable porque Methol que toda su vida apoyó al Partido Blanco en Uruguay y al peronismo en Argentina por considerarlos fuerzas contrarias al liberalismo y a sus variantes socialdemócratas, termina haciendo la apología del Estado liberal democrático. Comienza,
en primer lugar ofreciendo una versión y visión progresista del Concilio
Vaticano II, como expresión, en su opinión, de una tercera escolástica:
Maritain, Rahner, Guardini, Guitton que permitió la convergencia de lo
mejor del pensamiento católico con lo mejor del pensamiento
laico-iluminista. Cuya conclusión natural fue el diálogo entre Habermas
y Ratzinger. Así, afirma Tucho: “En
la visión de estos dos exponentes, el Estado liberal democrático, pasa a
ser un ámbito de vínculos, de Legitimaciones,
de reconocimientos y de garantía para todos” (p.145). Methol,
sobre un presupuesto tan débil como que Descartes era católico y Thomas
Paine protestante va a sostener que Esta
visión optimista y moderna de Desde
el punto de vista profano, no soy más que un católico amateur, produjo
un descalabro tanto dentro de Si
lo pensamos detenidamente la pérdida de América para De
ello no se percataron Juan el
Bueno ni Paulo el Estudioso, quienes
equivocaron la estrategia internacional de El
primero partió de un error
gravísimo en filosofía de la historia y así cuando la modernidad se
agotaba jugó la carta de la
modernización de Juan
Pablo II se percata de este último error y modifica sustancialmente las líneas
directrices de Finalmente,
digamos a favor de Alberto Methol Ferré que fue un gran tipo, que salió
de la media normal del ensayista “latinoamericano” y que cuando después
que se retira del CELAM en 1992, comienza
a estudiar en forma histórica y política, precisa,
puntual, profunda y constante el tema de la integración suramericana y
allí: ¡Chapeau Tucho! Arkegueta, mejor que filósofo
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