FUTURO IMPERFECTO por Néstor Sappietro
(APe).-
La información llega desde Posadas, Misiones, y dice que el 65,10 por
ciento de los menores de 18 años está bajo la línea de la pobreza y la
franja de los niños de entre 0 a 6, es la más vulnerable según
proyecciones realizadas por una fundación no gubernamental con cifras
oficiales que datan del censo del año 2001. El trabajo final cuenta también
con números brindados por un relevamiento de la Universidad Nacional del
Nordeste. La cifra es contundente, escalofriante… desconsuela. ¿Quién
se anima a garabatear la palabra futuro ante semejante número? Creciendo en medio de la miseria, lejos del guardapolvo blanco, despojados de los mejores colores de la infancia porque para ellos solo quedaron los grises. Haga
un simple repaso de las historias de estos pibes y podrá comprobar que,
en la mayoría de los casos, son los hijos de quienes fueron expulsados
del mercado laboral. Ellos son parte del genocidio cultural y han sido formados con las leyes más oscuras de la supervivencia. Son los empujados al individualismo más feroz, y tratan de salvarse como sea, buscando el atajo que los ponga del otro lado de la miseria; o bien rodando de un empleo precario a otro y changueando sin feriados, sin aguinaldo, sin recibo de sueldo, sin obra social, sin vacaciones y agradeciendo porque al menos “encontraron algo”. Las cifras de la provincia de Misiones coinciden con el último trabajo realizado por la Dirección Nacional de Juventud (Dinaju), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, en el que se revela que seis de cada diez jóvenes son pobres en la Argentina. Son más
de 5.500.000 chicos de entre 15 y 29 años y sólo el 37,45 por ciento de
las personas en esa franja de edad tiene un trabajo. Todo
suma para el show televisivo. Lo que no vende no se muestra ni se dice. El
minuto a minuto necesita exhibir las miserias y no buscar las causas. No
están interesados en explorar las razones del aislamiento o la
desesperación de los pibes, simplemente exponen la resultante del
abandono como si hubiera sido obra del destino. Seis
de cada diez jóvenes que golpean una y otra vez a las puertas de un
empleo digno, solo encuentran una nueva frustración como respuesta. Están ahí, donde no hay quién se anime a escribir la palabra futuro.
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