OBAMA RATIFICA LA DOCTRINA GATES: SE VIENE LA 'LARGA GUERRA'

 

por Walter Preziosi

 

 

Dos hechos sumamente importantes y concurrentes han acontecido en estos últimos días, los que agregaremos a la manera de un apéndice a nuestro anterior reporte editado la semana pasada.

 

El primero de ellos ha sido la confirmación ya definitiva (apenas se había tenido una versión no oficial) de que Robert Gates, el secretario de Defensa de los EEUU que lo sustituyera a Donald Runsfeld en tal vital cargo, acaba de ser ratificado en sus funciones por el futuro presidente Obama. No volveremos aquí a exponer las características principales de la doctrina Gates debidamente señaladas en una nota anterior aparecida hace cuatro meses y a la que remitimos, sino que simplemente explicaremos sus derivaciones. Debido a que, tal como dijéramos, la misma modificara sustancialmente lo sostenido por su predecesor Runsfeld, defensor incondicional del principio de la unipolaridad, alimentado por los éxitos fulminantes obtenidos en las invasiones a Afganistán e Irak, e impusiera  en cambio el concepto de multipolaridad, se produce con la misma un cambio decisivo en la política internacional. La idea ya no es más que los EEUU es el imperio universal encargado de mantener el orden en el mundo debido a la gran desproporción de fuerzas existente a su favor, sino que en cambio, en la medida que se ha demostrado su incapacidad de poder controlar la situación por sí solo y aun con la colaboración de países satélites, especialmente europeos, y de llevar a cabo exitosamente las dos guerras aludidas, en lo sucesivo buscará de manera más intensa la alianza con otras naciones con las que comparte su oposición hacia un mismo enemigo, especialmente Rusia, China y en un grado menor, aunque no secundario, Irán. De este modo termina sucediendo una situación parecida a la de la Segunda Guerra Mundial en donde las diferencias que hubiesen podido existir entre los intereses de las distintas naciones quedaban subordinadas y postergadas en aras de la eliminación de un enemigo común, por lo que la contienda asumía un definido corte ideológico. Este cambio sustancial que había comenzado en los albores de la presidencia de Bush, determinado principalmente por sus fracasos militares, ahora con Obama alcanzará una decisiva consumación en tanto que se confirmaría su programa electoral de retirarse de Irak para concentrarse en cambio en el frente de Afganistán y Pakistán.

 

Partiendo pues de esta premisa principal, en el futuro cercano sucederán las siguientes cosas: Irak fortalecerá su control chiíta, bajo el apoyo expreso de Irán, el que, a pesar de lo que manifiesten aquellos que nos hablan de un bombardeo inminente por parte de los EEUU e Israel, es la mejor garantía de 'paz' para tal país. Este hecho se ha visto acompañado por la resolución del gobierno norteamericano de poner bajo su égida a la milicia de los Despertados, el grupo de sunitas mercenarios que combate contra Al Qaeda. Esta situación no ha dejado de producir resquemores debido a la tradicional enemistad entre ambas comunidades y muchos de estos milicianos, en razón de tal cambio y ante la inseguridad de seguir cobrando el salario de 300 dólares con que se los retribuía, ya han comenzado a volver al lado de su anterior enemigo. A su vez los regímenes sunitas de Arabia Saudita y Pakistán, entre otros, ven con malos ojos este avance de Irán. Pero en tal nuevo mapa Rusia, que hoy ejerce una gran influencia sobre el régimen de Ahminajedad, se habría ofrecido como garante para evitar que el avance iraní sobre un territorio tradicionalmente gobernado por sunitas se convierta en un predominio creciente en la región. A este hecho se asocia también que, sin esperar la llegada de Obama al gobierno, EEUU haya resuelto duplicar su número de tropas en Afganistán.

 

El segundo acontecimiento fundamental que exige un comentario han sido las declaraciones vertidas por el secretario de Defensa inglés, John Hutton al diario The Times del día 20/12/08. Tales manifestaciones son efectuadas luego de la letal semana para las tropas inglesas en la provincia sureña de Helmand en donde oficialmente perdieran 6 soldados (aunque según fuentes talibanes serían en realidad 18) sumando así -siempre oficialmente- a 135 el número de bajas desde el inicio de la guerra. El aludido aprovecha aquí para ratificar su adhesión a la doctrina de Gates de la Guerra Larga en Afganistán y otras regiones, haciendo recordar la famosa frase de su predecesor Churchill de que esta lucha demandará "sangre, sudor y lágrimas". Pero lo más significativo de sus declaraciones es que haya llegado a comparar expresamente la contienda que actualmente su país y su aliado EEUU llevan a cabo contra el fundamentalismo islámico representado principalmente por Al Qaeda y los talibanes con lo que fuera la Segunda Guerra Mundial y a estos últimos con la figura de Adolfo Hitler. Según Hutton el fundamentalismo islámico, del mismo modo que el nazismo, no es un simple adversario circunstancial, sino el enemigo absoluto, pues "pretende modificar nuestro estilo de vida" por lo cual la lucha solamente se resolverá con la eliminación definitiva del mismo, así como se hiciera en la anterior guerra larga.

 

Pero acotemos que los tiempos no son exactamente iguales ahora que en 1939, es decir hace casi 70 años. Hoy, a diferencia de aquel entonces, los nazis europeos y paradojalmente también algunos sudamericanos concuerdan con Hutton y en última instancia con Gates y con Obama en condenar a dicho fundamentalismo sustentado por razas de piel oscura que intentarían modificarles la idiosincrasia, del mismo modo como a los que no son nazis les quieren sacar la democracia.(1)

 

(1) Es interesante notar el nuevo encuadramiento internacional que se está pergeñando en la guerra de civilizaciones desde el punto de vista de las distintas ideologías. La inmensa mayoría de la izquierda ve con buenos ojos la llegada de Obama al poder 'pues retirará sus tropas de Irak', aunque no proteste porque las incrementará en Afganistán, tal como lo manifestara en un reportaje radial el piquetero Luis D'Elia, estrechamente vinculado a Chávez, a Irán y a los rusos por su cercanía al Partido Comunista. Una postura similar, pero desde la 'derecha' pro-nazi europea, es asumida en la revista española Identidad y reproducida aquí en la Argentina por Adrián Salbuchi en una nota que fuera recientemente criticada por Marcos Ghio.