Reporte de la Agencia informativa Kali-Yuga (marzo de 2009)

LA GUERRA DEL NUEVO MILENIO Y LA CRISIS GLOBAL

por Walter Preziosi

 

La CIA, es decir la central de inteligencia norteamericana que modela las informaciones de la propia opinión pública y por extensión de la del resto del planeta, quiere hacernos creer lo siguiente respecto de la actual crisis global que sacude al planeta.

1)    De acuerdo a la religión liberal hoy vigente la naturaleza humana egoísta de la que todos estaríamos compuestos no debe ser modificada sino dejada librada a sí misma ya que, en razón de una milagrosa armonía preestablecida y de una muy sutil dialéctica que regiría nuestra historia, el desaforado deseo por enriquecerse de cada uno trae siempre como resultado el bienestar colectivo. Así pues, el empresario que se enriquece en forma desaforada, el político que roba pero hace, indirectamente y sin siquiera proponérselo, producen bienestar en tanto crean riquezas. Que cuando menos los Estados nacionales intervengan para regular mayor será la abundancia y más serán las panzas que se llenarán irreversiblemente con tal despliegue espontáneo e ilimitado de naturaleza impoluta.

2)    Que lamentablemente, en razón de que a veces hay crisis, es decir fenómenos naturales parecidos a los cataclismos y terremotos que sacuden a la naturaleza física, pero siempre pasajeros, este estado de bonanza universal al que se tiende en tanto se deje librada la iniciativa privada con la menor cantidad de controles y de Estado, a veces puede detenerse y hasta retroceder por un tiempo. Pero, en tanto todo se basa en una fe, no debemos creer que exista alguna de tales circunstancias que signifique o preanuncie el colapso del sistema capitalista, es decir del que representaría la plasmación de la libertad más plena del hombre. Cuando éste a veces pareciera estar a punto de agotarse y fenecer es que es en realidad tan sólo estaría en un proceso de regeneración y reinvento de sí mismo para perfeccionarse mejor y volver a brotar con mayores energía creativas y benéficas.

3)    Que esta lamentable crisis global por la que cada día que pasa una economía cae, un gran consorcio internacional entra en colapso, un superbanco es nacionalizado, habría sido generada por un efecto dominó a raíz de un desfasaje en las hipotecas inmobiliarias en los EEUU y, en tanto todo está interconectado como en las fichas del juego aludido, los efectos financieros se sienten en todos partes, desde Letonia hasta Sudáfrica o Islandia, no quedando ajeno al mismo ni siquiera la república Argentina. De cualquier forma no habría que preocuparse demasiado ya que lo que mueve la economía en el mundo es la confianza en el sistema. Esta crisis no es para nada terminal, sino apenas un momento pasajero del que con seguridad habrá de salirse. No sería para nada la peor de la historia, sería pues menos grave que la de 1929.

Ante este derrame de optimismo con que la inteligencia norteamericana intenta hacernos creer que todo se encuentra en la normalidad, refutemos sus principales dogmas.

1)    No es verdad que el sistema basado en los egoísmos humanos irreversibles haya mejorado la condición del hombre tal como quiere hacernos creer. El capitalismo para existir sin menoscabar la sed ilimitada de riquezas materiales ha debido acrecentar hasta límites ilimitados la producción y correlativamente a ello acrecentar, mediante técnicas especiales de reblandecimiento colectivo, las necesidades de consumos superfluos a fin de que la economía produzca siempre más con la consecuente destrucción ecológica del medio ambiente y con la más grave destrucción espiritual del hombre al que se ha convertido en un animal sometido pasivamente a modas y necesidades ficticias ajenas totalmente a su dimensión superior. Agregando también a ello el hecho de que, en tanto sería imposible que todas las personas del planeta pudiesen acceder al nivel de consumo de los países del Primer Mundo, se han generado correlativamente también situaciones de gravísimas injusticias sociales con incesantes hambrunas y similares padecimientos como no se conocieron nunca en los países que son subdesarrollados.

2)    Que es falso -y en esto consiste el principal montaje de la CIA- señalar que la actual crisis global ha sido generada simplemente por el efecto dominó producido por lo acontecido en el mercado inmobiliario de las ciudades de Chicago y Detroit, tal como se nos quiere hacer creer. La Gran Guerra Mundial desencadenada el 11 de septiembre de 2001 ha sido la causa principal de tal colapso. Esta guerra que ya lleva casi ocho años ha superado en extensión a las anteriores del pasado siglo que abarcaran los períodos de 1914-1918 y 1939-1945, es decir menos de seis años. Si bien la diferencia entre ambas son notorias, pues mientras que estas últimas se trataron de guerras de naciones y la de este nuevo milenio tiene la peculiaridad de ser un conflicto entre concepciones del mundo, lo cual sin embargo debe reconocerse que afloró especialmente en la Segunda en los últimos dos años cuando pasó a convertirse abiertamente en una guerra ideológica entre Democracias y Fascismos, hay ciertas peculiaridades que deben señalarse.

a)     Como las anteriores la actual guerra mundial abarca un conjunto de naciones. Pero mientras que primeras tuvieron su epicentro en Europa, la nueva contienda lo tiene en Asia y África, aunque ciertos efectos colaterales también se han producido en los continentes Europeo y Americano. Esta nueva guerra ha comenzado en octubre de 2001 en Afganistán, pero se ha expandido luego hacia Irak, Somalia, Palestina, Líbano, Magreb, el Cáucaso ruso y en estos días se agudizará en Pakistán, país al cual Obama ha dicho que piensa ‘ayudar’ en tanto que, a diferencia de los otros, ya tiene la bomba atómica y posee un gobierno sumamente inestable que no solamente no puede hacer frente a la rebelión talibán en el noroeste, sino tampoco a la propia oposición democrática interna.

b)    Debido a la larga duración del conflicto y al hecho de que se está produciendo a distancia y a que en el mismo están comprometidas más de 40 naciones, es decir más del doble de lo que estuvieran en las anteriores contiendas, el dinero invertido en la misma acaba de superar en estos días al que se empleara durante toda la Segunda Guerra Mundial, la más costosa de todas. No se precisa ser un economista muy experto para saber que el empleo sin retorno de más de dos billones de dólares tiene que haber sido forzosamente mucho más letal para la economía mundial que la simple crisis hipotecaria de los EEUU.

De hecho en la Argentina somos testigos claros de los efectos que la guerra mundial tiene sobre la economía de aquellos países que han vinculado su sistema al de las finanzas internacionales. Debido a que nuestro moneda en el 2001 dependía del ingreso compulsivo de dólares para cumplir con los compromisos más elementales, como el pago de sueldos y servicios públicos, cuando en octubre de ese año la partida que iba a destinarse como préstamo para que la Argentina pudiese cumplir con sus compromisos lo fuera en cambio para el imprevisible financiamiento de la invasión a Afganistán, ello trajo como resultado inmediato el colapso de nuestra economía con el conocido fenómeno del corralito.

c)     Pero el nuevo milenio ha traído, tal como anticipáramos, un cambio esencial en las guerras. Esta nueva contienda, a diferencia de las anteriores ya no es más una guerra de naciones, sino abiertamente una guerra de civilizaciones. Si en la Primera y en la Segunda Guerra mundial ambos términos pudieron confundirse, ahora ya no es posible más hacerlo, a pesar de todos los esfuerzos en contrario implementados por la CIA. La diferencia entre ambas contiendas es sumamente notoria, mientras que la guerra de naciones es la contienda moderna por el petróleo, por la adquisición de riquezas económicas mayores, por territorios a explotar, es decir la guerra burguesa, siendo esta clase aquella para la cual la economía es el destino de todo, la guerra de civilizaciones * es en cambio una lucha entre concepciones del mundo contrapuestas en la cual tan sólo un bando sostiene el ideal burgués y economicista.

Si en la primera y en la segunda guerra la contienda fue entre la Democracia, representada por naciones como Francia, Inglaterra, los EEUU -y en la segunda también por Rusia- y sus adversarios fueron en el primer caso los Imperios de carácter tradicional y en la Segunda en cambio lo fueron los Fascismos, ahora el dilema resulta más claro. No son naciones las que combaten entre sí, sino abiertamente concepciones del mundo. La Democracia hoy tiene como enemigo al Fundamentalismo islámico el que con el tiempo en tanto sea capaz de hacerle frente como lo ha hecho hasta ahora puede llegar a asumir manifestaciones de otros contextos culturales como el del cristianismo o del budismo. Y el nuevo enemigo de la Democracia no está representado específicamente por una nación como en las guerras anteriores sino por organizaciones transnacionales que ocasionalmente pueden ocupar un cierto territorio, como los casos de Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano, aunque el eje principal está representado por Al Qaeda y el movimiento talibán que son abiertamente transnacionales y se encuentran operando en diferentes zonas. La diferencia entre ambas concepciones, tal como lo hemos manifestado en otras oportunidades es que mientras que la civilización moderna democrática sostiene los principios burgueses implementados por la Revolución Francesa en donde la economía es el destino del hombre y los intereses son por lo tanto lo principal que la moviliza, para el fundamentalismo es la otra vida, de carácter espiritual, lo principal, de allí la guerra santa y la universalización de la experiencia kamikaze que es el hecho original de esta nueva contienda. Del mismo modo que en la Primera, el fundamentalismo sostiene como ideal contrapuesto a la Democracia el Imperio, bajo la forma del Califato islámico.

3)    Conclusión: a diferencia exacta de lo que sostiene la CIA, la crisis global no se resolverá espontáneamente como los terremotos o maremotos que suelen sacudir al planeta periódicamente. Será necesario para ello una victoria militar de grandes dimensiones que detenga en primer lugar la sangría económica representada por la larga guerra y al mismo tiempo restituya la confianza en la capacidad del sistema en poder mantener el orden en el planeta. Si ello no sucediese, tal como acontece hasta ahora, nos encontraríamos en el primer caso de toda la historia en que el Imperio más poderoso del planeta, al menos según lo que nos ilustran las películas de Hollywood, habría sucumbido frente a una simple organización transnacional. A diferencia de lo acontecido en las guerras del pasado siglo en esta nueva guerra de civilizaciones, luego de ocho años de incesantes combates, la victoria está cada día más lejos.

*  Queremos señalar que utilizamos el término guerra de civilizaciones en un sentido totalmente diferente del que le asignara el politólogo yanqui Samuel Huntington. Para éste civilizaciones serían sinónimo de espacios geográficos o culturales totalmente ajenos a la concepción del mundo y de las ideas que se sostengan movilizados todos ellos por una misma finalidad de dominio material. De este modo las civilizaciones para Huntington serían un conjunto de naciones de estilo moderno que lucharían entre sí, en este caso las pertenecientes al contexto islámico en contra del Occidente cristiano. La realidad es muy distinta de sus divagaciones. El Islam que hoy combate al ‘occidente’ no es el que gobierna en las principales naciones que componen tal contexto cultural, ya que el mismo, como ha acontecido con las restantes culturas adhiere a los valores del ‘occidente’. Por otro lado lo que hoy se entiende por tal cosa no tiene nada que ver con lo que fuera verdaderamente tal civilización en la Antigüedad y la Edad Media, sino que representa una verdadera anomalía y distorsión, al hallar el primero muchas más analogías con el fundamentalismo islámico que con el régimen de Bush o Obama, de la misma manera que estos últimos están mucho más cerca de los regímenes que hoy imperan en la ‘islámica’ Arabia Saudita, Egipto o Pakistán.