LOS
GAUCHOS DE GUEMES
por Felipe Pigna
Martín Miguel de Güemes, el líder de la guerra gaucha que frenó el
avance español con sus tácticas guerrilleras, nació en Salta el 8 de
febrero de 1785. Estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San
Carlos. A los catorce años ingresó a la carrera militar y participó en
la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas como edecán
de Santiago de Liniers. En esas circunstancias fue protagonista de un
hecho insólito: la captura de un barco por una fuerza de caballería. Una
violenta bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés
"Justine" y el jefe de la defensa, Santiago de Liniers ordenó atacar al
barco a un grupo de jinetes al mando de Martín Güemes.
Tras
la Revolución de Mayo se incorporó al ejército patriota destinado al
Alto Perú y formó parte de las tropas victoriosas en Suipacha. Regresó a
Buenos Aires y colaboró en el sitio de Montevideo.
Pero
Güemes no olvidaba su Salta natal, a la que volverá definitivamente en
1815. Gracias a su experiencia militar, pudo ponerse al frente de la
resistencia a los realistas, organizando al pueblo de Salta y
militarizando la provincia. El 15 de mayo de 1815 fue electo como
gobernador de su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820.
A
fines de noviembre de 1815, tras ser derrotado en Sipe Sipe, Rondeau
intentó quitarle 500 fusiles a los gauchos salteños. Güemes se negó
terminantemente a desarmar a su provincia. El conflicto llegó a oídos
del Director Supremo Alvarez Thomas quien decidió enviar una expedición
al mando del coronel Domingo French para mediar en el conflicto y
socorrer a las tropas de Rondeau varadas en el Norte salteño. Rondeau
parecía más preocupado por escarmentar a Güemes y evitar el surgimiento
de un nuevo Artigas en el Norte que por aunar fuerzas y preparar la
resistencia frente al inminente avance español. Finalmente, el 22 de
marzo de 1816 se llegó a un acuerdo: Salta seguiría con sus métodos de
guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindaría auxilio a las
tropas enviadas desde Buenos Aires.
Dos
días después iniciaba sus sesiones el Congreso de Tucumán que designó
Director Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El nuevo jefe del
ejecutivo viajó a Salta ante las críticas y sospechas de muchos porteños,
que dudaban de la capacidad militar de Güemes y sus gauchos. Pueyrredón
quedó tan conforme que ordenó que el ejército del Norte se retirara
hasta Tucumán y ascendió al caudillo salteño al grado de coronel mayor.
San
Martín, apoyó la decisión de Pueyrredón y confirmó los valores militares
y el carisma de Güemes y le confió la custodia de la frontera Norte.
Dirá
San Martín: "Los gauchos de Salta solos, están haciendo al enemigo
una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse
de una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado."
Belgrano también valoraba la acción de Güemes. De esta forma nació entre
ellos una gran amistad. Esto le dice Güemes a su amigo en una carta: "Hace
Ud. Muy bien en reírse de los doctores; sus vocinglerías se las lleva el
viento. Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general y
en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de
dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las
generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra
memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas"
El
jefe de las fuerzas realistas, general Joaquín de la Pezuela, envía una
nota al virrey del Perú, señalándole la difícil situación en que se
encuentra su ejército ante la acción de las partidas gauchas de Güemes.
"Su
plan es de no dar ni recibir batalla decisiva en parte alguna, y sí de
hostilizarnos en nuestras posiciones y movimientos. Observo que, en su
conformidad, son inundados estos interminables bosques con partidas de
gauchos apoyadas todas ellas con trescientos fusileros que al abrigo de
la continuada e impenetrable espesura, y a beneficio de ser muy
prácticos y de estar bien montados, se atreven con frecuencia a llegar
hasta los arrabales de Salta y a tirotear nuestros cuerpos por
respetables que sean, a arrebatar de improviso cualquier individuo que
tiene la imprudencia de alejarse una cuadra de la plaza o del campamento,
y burlan, ocultos en la mañana, las salidas nuestras ponen en peligro mi
comunicación con Salta a pesar de dos partidas que tengo apostadas en el
intermedio; en una palabra, experimento que nos hacen casi con impunidad
una guerra lenta pero fatigosa y perjudicial"
A
principios de 1817 Güemes es informado de que el Mariscal de la Serna
prepara una gran invasión sobre Salta. Se trata de una fuerza de 3.500
hombres integrada por los batallones Gerona, Húsares de Fernando VII y
Dragones de la Unión. Eran veteranos vencedores de Napoleón. Güemes pone
a la provincia en pie de guerra. Organiza un verdadero ejército popular
en partidas de no más de veinte hombres.
El 1
de marzo de 1817 Güemes logra recuperar Humahuaca y se dispone a esperar
la invasión. Los realistas acampan en las cercanías. Han recibido
refuerzos y ya suman 5.400. La estrategia de Güemes será una aparente
retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al
enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de
La Serna llegan a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la
población salteña es absoluto y las tropas sufren permanentes ataques
relámpago. El general español comienza a preocuparse y sus tropas a
desmoralizarse. No lo ayudan las noticias que llegan desde Chile y
confirman la victoria de San Martín en Chacabuco. De la Serna decide
emprende la retirada hacia el Alto Perú.
Las
victorias de San Martín en Chile y de Güemes en el Norte permitían
pensar en una lógica ofensiva común del ejército del Norte estacionado
en Tucumán a las órdenes de Belgrano y los gauchos salteños hacia el
Alto Perú. Pero lamentablemente las cosas no fueron así. La partida de
San Martín hacia Lima, base de los ejércitos que atacan a las provincias
norteñas, se demorará en Chile, por falta de recursos, hasta agosto de
1820. Belgrano por su parte, será convocado por el Directorio para
combatir a los artiguistas de Santa Fe. Güemes y sus gauchas estaban
otra vez solos frente al ejército español.
En
marzo de 1819 se produce una nueva invasión realista. Güemes se prepara
nuevamente a resistir y sabe que no puede contar con el apoyo porteño:
su viejo rival José Rondeau es el nuevo Director Supremo de las
Provincias Unidas. La prioridad de Rondeau no era la guerra por la
independencia sino terminar con el modelo artiguista en la Banda
Oriental que proponía federalismo y reparto de tierras. El nuevo
director llegó a ordenarle a San Martín abandonar su campaña libertadora
hacia el Perú y regresar a Buenos Aires con su ejército para reprimir a
los federales. San Martín desobedece y aclara que nunca desenvainará su
espada para reprimir a sus compatriotas.
El
panorama de la provincia de Salta es desolador. La guerra permanente,
los campos arrasados, la interrupción del comercio con el Alto Perú, han
dejado a la provincia en la miseria. Así lo cuenta Güemes en una carta a
Belgrano: "Esta provincia no me representa más que un semblante de
miseria, de lágrimas y de agonías. La nación sabe cuántos y cuán grandes
sacrificios tienen hechos la provincia de Salta en defensa de su
idolatrada libertad y que a costa de fatigas y de sangre ha logrado que
los demás pueblos hermanos conserven el precio de su seguridad y sosiego;
pues en premio de tanto heroísmo exige la gratitud que emulamos de unos
sentimientos patrióticos contribuyan con sus auxilios a remediar su
aflicción y su miseria." Pero los auxilios no llegaron nunca y la
situación se hacía insostenible porque las clases altas de Salta le
retaceaban su apoyo por el temor de aumentar el poder de Güemes y por la
desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armadas a los
que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas. El
gobernador Güemes toma la decisión de aplicarles empréstitos forzosos
sobre sus fortunas y haciendas.
En
1820, la lucha entre las fuerzas directoriales y los caudillos del
Litoral llega a su punto culminante con la victoria de los federales en
Cepeda. Caían las autoridades nacionales y comenzaba una prolongada
guerra civil. En ese marco, se produjo una nueva invasión española. En
febrero general Canterac ocupó Jujuy y a fines de mayo logró tomar la
ciudad de Salta. San Martín, desde Chile, nombró a Güemes y le pide que
resista y le reitera su absoluta confianza nombrándolo Jefe del Ejército
de Observación sobre el Perú. A Canterac no le irá mejor que a La Serna:
terminará retirándose hacia al Norte.
El
año 1821 fue sumamente duro para Güemes porque a la amenza de un nuevo
ataque español se sumaron los problemas derivados de la guerra civil.
Güemes deberá atender dos frentes militares: al Norte los españoles, al
Sur, el gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz que, aliado a los
terratenientes salteños hostiga permanentemente a don Martín que será
derrotado el 3 de abril de 1821. El Cabildo de Salta, dominado por los
sectores conservadores, aprovecharon la ocasión para deponer a Güemes de
su cargo de gobernador. Pero a fines de mayo Güemes irrumpe en la ciudad
con sus gauchos y recupera el poder. Todos esperan graves represalias,
pero éstas se limitan a aumentarles los empréstitos forzosos a sus
adversarios.
Estas divisiones internas debilitaron el poder de Güemes y facilitaron
la penetración española en territorio norteño. Los sectores poderosos de
Salta no dudaron en ofrecer su colaboración el enemigo para eliminar a
Güemes.
El
coronel salteño a las órdenes del ejército español José María Valdés,
alias "Barbarucho", buen conocedor del terreno, avanzó con sus hombres y
ocupó Salta el 7 de junio de 1821. Valdés contó con el apoyo de los
terratenientes salteños, a los que les garantizó el respeto a sus
propiedades
Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada,"Macacha",
al escuchar unos disparos decidió escapar a caballo, pero en huída
recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento
de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta.
Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las últimas
indicaciones. Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta.
El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de
Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la
guerra gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo,
los gauchos de Güemes derrotaron y expulsaron a "Barbarucho" Valdés y
expulsaron para siempre a los españoles de Salta.
HONOR Y GLORIA A LOS HÉROES CAÍDOS EN DEFENSA DE LA PATRIA !! |