Los
origenes de "La Nacion"
Si
bien la guerra fue una calamidad económica para el Paraguay y los
Aliados, muchos hicieron ”negocios” con la guerra, sobre todo
argentinos y brasileros.
Urquiza vendió a buen precio treinta mil caballos al ejército brasilero,
y se convirtió en proveedor del ejército. (Ver Urquiza
y La
defección de Urquiza)
...Pero no fue el único.
“Lanús, socio del Presidente Mitre, es proveedor general del
ejercito” (Natalicio Talavera. “Crónica de la guerra”.
Campamento de de Paso Pacú. 27-10.1866. El semanario N° 653.
AGM.t.II.p.281)
Lanús Hnos, regenteada por Anacarsis Lanús, fueron unos de los que
levantaron fortunas fabulosas con la guerra, bajo la protección de Mitre.
Carlos D´Amico, gobernador de Buenos Aires, publicó en 1890 en México
un libro denunciando que durante la administración de Mitre “sus
empleados han llevado el abuso hasta la más escandalosa exageración”...”se
robaban hasta las cajas de cirugía del ejercito”, y aunque suponía
que Mitre “no participaba en manera alguna de aquella arrebatiña”,
admitió que la moral “empezó a bajar cuando los proveedores cuyas
fortunas insolentes se habían hecho a la sombra de Mitre, le regalaron a
éste la casa en que hoy está la opulenta imprenta del La Nación”.
La “donación” fue formalizada por escritura del 23 de enero de 1869
ante el escribano José Victoriano Cabral. En representación de los
“donantes” actuó el Dr. Angel María Méndez y los señores Juan José
Méndez y Mauricio Pennano, quienes adujeron como razón del homenaje, que
la actuación de Mitre en el gobierno permitió “a los hombres
industriosos dar impulso a sus trabajos y vuelo a sus operaciones” .
El “homenaje” por cierto, no se había demorado demasiado, pues se
escrituró apenas tres meses después de que Mitre dejara el gobierno.
Su sucesor en el gobierno, el presidente Sarmiento, en carta privada a su
corresponsal en Chile, Mariano E. de Sarratea, le decía:
“...su casa fue negociada por agentes y obtenida la suscripción de
los proveedores que mediante despilfarro de la rentas han ganado millones,
como Lezica, Lanús, Galván, que al fin costearon casi en su
totalidad...” y agregaba: “Mitre sabe que con un poco de
insistencia con amaños conocidos, con muchos hombres que le deben o la
impunidad o la fortuna mal adquirida todo se puede conseguir...” (Sarmiento
a Sarratea. Buenso Aires 17 de marzo de 1869. Archivo de la familia
Sarratea Prats. Feliz nieeto del Río. “Como recordaba Sarmiento a
Chile”. El Mercurio. Artículo en la edición especial del centenario.
Valparaíso. 12 de septiembre de 1927. AGM.t-II.p.283)
Los brasileros acusaban a los argentinos por la prolongación de la guerra
para proseguir con sus “negocios”.
Durante la interpelación al gobierno en la Cámara de Diputados de la
Argentina, hecha en 1868, el diputado José Mármol expresó: “Desde
el principio de la guerra una mala inteligencia a una debilidad de parte
de nuestro gobierno ha hecho que el tratado de la Triple Alianza no se
cumpla y que por eso no se concluya la guerra. Es que hay una política y
una voluntad decidida por la prolongación de la guerra” (Sesión
del 1° de junio de 1868)
El doctor Teodosio González lo dice mas clarito: “se levantaron
durante la contienda las grandes fortunas argentinas…vendiendo a la
proveeduría brasilera sus vacas, caballos, ovejas y harina, por cinco
veces su valor...” (Teodosio Gonzáles. Infortunios del
Paraguay.p.30. AGM.t.II.p.284)
Detrás de los ejércitos llegaron al Paraguay una serie de
“comerciantes oportunistas”, (por llamarlos de alguna forma suave),
entre los que se encontraba el ex ministro de Relaciones Exteriores de
Mitre, y uno de los artífices del Tratado de la Triple Alianza: Rufino de
Elizalde. Ya no ocupaba ningún cargo durante el gobierno de Sarmiento, y
la razón de su traslado a Asunción se deduce de la correspondencia
enviada a Mitre, y reproducida en el tomo V del Archivo del General Mitre:
“He tratado de mis asuntos y espero conseguir algo importante”
le informaba el 7 de marzo al ex jefe de los ejércitos aliados; “Está
arreglado el principal de los negocios a que vine” le informaba el día
11, y el 16 le indicaba “aún no he arreglado mis otros asuntos”.
En las cartas del 24 y 31 de marzo repetía frases prometedoras: “Mis
negocios van muy bien”. ((Elizalde a Mitre. Archivo Mitre,
t.V.p.213-27. AGM.tII.285)
El escándalo de los negocios comenzó a levantar polvareda y fue muy
comentado en Buenos Aires. El diario “La Época”, vocero del partido
radical de Hipólito Irigoyen comentaba:
“Durante la guerra del Paraguay nuestros soldados morían de hambre
en las esteros, mientras afortunados proveedores, gentes de altas
influencias amasaban millones. Aquellos abusos llegaron a tan escandaloso
grado, que un enérgico movimiento de opinión exigió se investigasen las
turbias proveedurías. Pero un providencial incendio consumió los
archivos de cuentas de la guerra del Paraguay. Las llamas cancelaron toda
deuda y borraron los restos de todo delito. El incendio salvo muchos
nombres y muchas reputaciones, purificando muchas biografías.”
Al mismo tiempo que la opinión pública condenaba a “las turbias
proveedurías”, en Buenos Aires se constituía una Sociedad Anónima,
integrada por el general Mitre y los señores Anacarsis Lanús, Cándido
Galván, Ambrosio Lezica, Rufino de Elizalde y otros, para dedicarse a al
actividad periodística.
La sociedad se hizo cargo de “La Nación Argentina”, que el antiguo
secretario de Mitre José María Gutiérrez había fundado el 17 de
septiembre de 1962 para preparar a la opinión pública para la guerra del
Paraguay. La nueva sociedad le suprimió la palabra “Argentina”, por
lo que quedó solamente el nombre de “La Nación”. En el Editorial, el
propio mitre explicaba el cambio:
“El nombre de este diario es substitución del que lo ha precedido:
“La Nación” reemplazando a “La Nación Argentina” basta para
marcar una transición, cerrar una época y señalar los nuevos horizontes
del futuro. “La Nación Argentina” era un puesto de combate; “La
Nación” será una tribuna de doctrina...” (Editorial de La Nación.
Año 1, n°1. Buenos Aires, 4 de enero de 1879) (AGM.t.II.p.286)
Con este cambio, y la quema de los archivos, no quedaba nada por esconder.
Fuente:
García Mellid, Atilio. "Proceso a los falsificadores de la historia
del Paraguay". Edit. Theoría. Buenos Aires 1964. Biblioteca de
Estudios Históricos.
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