Ayer se dieron a conocer en Estados Unidos las conclusiones del Grupo de Estudios Iraquí (Iraq Study Group), una comisión bipartidaria de notables de máximo nivel, que acaba de emitir un informe sumamente crítico sobre las desastrosas políticas del gobierno del presidente George W. Bush en Iraq, en particular, y en Medio Oriente, en general.

Esta Comisión es presidida por James A Baker III (republicano, ex secretario de Estado de George HW Bush padre, y ex-secretario del tesoro del presidente Ronald Reagan) y Lee Hamilton (demócrata, diputado, ex presidente de la comisión legislativa de relaciones exteriores y director del influyente think tank Woodrow Wilson International Center for Scholars). 

Entre sus miembros hay republicanos como Lawrence Eagleburger (ex-secretario de Estado de Bush padre) y Edwin Meese III (ex fiscal general y asesor de seguridad nacional del presidente Reagan), demócratas como Vernon Jordan Jr (asesor y operador del presidente Bill Clinton), Leon Panetta (jefe de gabinete de Bill Clinton), y William Perry (secretario de defensa de Clinton), y también la jueza Sandra Day O'Connor, miembra de la Corte Suprema de Justicia.  Todos, a su vez, son miembros de poderosas entidades y organizaciones políticas del Nuevo Orden Mundial, notablemente, del Council on Foreign Relations (CFR) de Nueva York.

A través de 79 recomendaciones, el Informe del Grupo de Estudios Iraquí señala, entre muchos otros puntos, que "la situación en Iraq es grave y se está deteriorando; no hay ningún camino que garantice el éxito pero se pueden mejorar las perspectivas..."   Luego, agrega que se deben implementar "nuevos y mejorados esfuerzos diplomáticos y políticos en Irak y en la región, junto a un cambio en la misión primaria de las fuerzas de Estados Unidos en Irak que permita a Estados Unidos retirar sus fuerzas de combate en forma responsable..."

A su vez, el informe previene de manera dramática al presidente Bush que "si la situación en Irak sigue deteriorándose, las consecuencias podrán ser graves.  Un deslizamiento hacia el caos podría disparar el colapso del gobierno iraquí y una catástrofe humanitaria.  Los países vecinos podrían intervenir, los choques entre sunitas y chiítas podrían intensificarse.  Al-Qaeda podría ganar una victoria propagandística, ampliando su base de operaciones, y la posición global de Estados Unidos podría verse debilitada al tiempo que la opinión pública estadounidense se polarizaría aún más."

La parte clave del Informe recomienda que "Estados Unidos debiera lanzar una nueva ofensiva diplomática para construir un consenso internacional para lograr la estabilidad en Irak y la región.  Este esfuerzo diplomático debiera incluir a todos los países que tengan algún interés en evitar un Irak caótico, lo que incluye a todos los vecinos de Irak y Estados clave dentro y fuera de la región que debieran formar un grupo de apoyo para reforzar la seguridad y la reconciliación nacional dentro de Irak, ya que Irak no puede lograr estos dos objetivos por sí sola.   Considerando la capacidad de Irán y de Siria de influir sobre eventos dentro de Irak, y sus respectivos intereses de evitar la caotización de Irak, los Estados Unidos debieran procurar involucrarlos en forma constructiva.  .... El tema de los programas nucleares de Irán debieran seguir siendo manejados por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania."   Claramente, no solo propone un acercamiento estadounidense a Irán, sino que descarta toda acción unilateral contra Irán por su plan nuclear que deberá resolverse en el ámbito de la ONU.

Luego, agrega el Informe que "Estados Unidos no podrá lograr estos objetivos en Medio Oriente, a no ser que aborde directamente el conflicto árabe-israeli y la inestabilidad regional.  Deberá haber un renovado y sostenido compromiso por parte de Estados Unidos tendiente a lograr una paz integral árabe-israeli en todos los frentes: Líbano, Siria, y el compromiso asumido por el presidente de Bush de Junio 2002 de lograr una solución constituyendo dos Estados para Israel y Palestina.  Este compromiso debe incluir conversaciones directas con, por y entre Israel, Libano, los Palestinos y Siria."  (Los subrayados son nuestros). 

Así, ha quedado planteada la tremenda disputa de poder interna que existe en estos momentos en Estados Unidos entre los "Pragmáticos" o Realistas, hoy representados por el Grupo de Estudios Iraquí junto a personalidades como el ex-presidente Bush (¡increiblemente!), Henry Kissinger, y el nuevo secretario de defensa Robert Gates que lograron imponer en reemplazo de Donald Rumsfeld, por un lado; y los "Halcones" del presidente George W Bush, Dick Cheney, Condoleeza Rice y los neoconservadores, apoyados y presionados por las poderosísimas organizaciones sionistas proisraelíes mundiales y el propio gobierno israelí de Ehud Olmert.

Si prevalecen los Pragmáticos, entonces George W Bush se verá obligado a desandar sus politicas en Irak y Medio Oriente y a descomprimir las amenazas militares contra Irán por su programa nuclear, lo que lo transformará en un presidente débil y fracasado en los dos años de mandato que aún le quedan hasta 2009.  Ello hará que las relaciones entre Estados Unidos e Israel se compliquen y, al menos en lo inmediato, puede preverse que no habrá una guerra caliente y generalizada en Medio Oriente.

Sin embargo, si prevalencen los Halcones, entonces veremos a George W Bush ignorar las recomendaciones de los Pragmáticos, iniciar una "huída hacia adelante" triplicando la apuesta y acompañar a Israel en una inminente guerra preventiva contra Irán. Las consecuencias de semejante iniciativa militar israelí contra Irán son incalculables.  Estaríamos ante un escenario que conformaría el virtual inicio de una tercera guerra mundial.

Mientras en Estados Unidos el gobierno, la oposicion, los medios de prensa y la opinión pública van digeriendo este Informe sobre Irak, las fuerzas politicas, los lobbies y demás factores de poder prosionistas se hallan en furiosa actividad dentro y fuera de Estados Unidos.  Saben que un ataque israelí contra Irán convendrá realizarlo antes que asuma el nuevo Congreso dominado por el Partido Demócrata (hoy devenidos en "Palomas" que claman por una rápida salida de Irak), dentro de apenas un mes. 

Como reacción inmediata ante esta "emergencia" a la que hoy se enfrentan las fuerzas del sionismo internacional, ayer viajó a Estados Unidos el nuevo viceprimer ministro de Israel Avigdor Lieberman, un racista ultraderechista nombrado hace pocas semanas por el primer ministro Ehud Olmert, a quién también confió la flamante cartera de ministro de asuntos estrategicos a cargo, precisamente, de "desarrollar la estrategia israelí hacia Irán." 

Lieberman, quien "propone el asesinato de lideres del grupo palestino Hamas y reducir la cantidad de árabes que son ciudadanos israelies", se entrevistará con altos funcionarios del gobierno de Bush, notablemente con la secretaria de Estado Condoleeza Rice.  Claramente, su misión consiste en mantener la presión sobre los Halcones para que no cedan ante los Pragmáticos y sigan adelante con los planes de guerra preventiva contra Irán. 

Sus primeras declaraciones en Tel Aviv tras conocerse el Informe del Grupo de Estudios Iraquí y antes de viajar a Estados Unidos fueron decir que "nuestra primera tarea es convencer a los países occidentales que deben asumir una posición dura hacia el problema iraní", al que Liberman definio como "la mayor amenaza a la que el pueblo judio se ha enfrentado desde la segunda guerra mundial".   Muy, muy elocuentemente, Lieberman concluye que "debemos estar preparados para arreglar este problema nosotros solos", ya que "el dialogo con Irán será un fracaso en un 100 porciento, igual que ocurrió con Corea del Norte" (1).