¡MALVINAS, VENCEREMOS!

por Oscar A. Turone - Agrupación Patricios

2 de Abril 1982- 2 de abril de 2008

 

Bajo una luna espléndida y una visibilidad poco común en la zona, a las 21 hs. del 1º de Abril de 1982 el primer contingente argentino dispuesto a recuperar las Islas Malvinas, nuestras Malvinas –jamás debemos olvidarlo-, estaba tocando playa.

Todo estaba bajo un estricto control entre los hombres que conformaban la Agrupación Anfibios, los buzos tácticos, el “Santísima Trinidad”, el “Cabo San Antonio” y el submarino “Santa Fe”. Las principales consignas eran “respetar al enemigo, asegurar y no destruir bienes”.

Una vez en playa, los alrededor de 100 infantes de marina se dividieron en dos patrullas, una al mando del comandante de la agrupación, el capitán de corbeta Sánchez Sabarots y la otra bajó la órbita del oficial del mismo rango Giacchino.

Por si a los soldados les hacía falta recordar algo, el teniente Schwitzer lo hizo: “Ya saben, ni un lastimado”.

Media hora había corrido del sábado 2, cuando el comandante dio la orden de llevar a cabo la acción, con lo que la gesta estaba en marcha, y sin posibilidad de retorno.

A marcha lenta, el objetivo era la base de los Royal Marines, a casi 10 kilómetros de la costa. Cinco horas después, algo cansados por la caminata, unos 40 hombres se apostaron frente a la base, que daba aspecto de abandono, y se comenzó con la tarea prevista: colocación de explosivos, de armas pesadas y lanzamiento de bombas de gases, en medio de un muy estudiado plan de cercar la base.

El comandante de las fuerzas de desembarco, Carlos Busser, seguía con la idea fija de finalizar la acción de manera incruenta, y por ello, con megáfonos, en un bastante fluido inglés se buscó la rendición de los defensores del cuartel. No hubo respuestas. Es que había sido abandonado.

Una vez en el pueblo a las 7 hs, las tropas argentinas revisaron casa por casa, y los isleños – marines y civiles - comenzaron a salir portando banderas de parlamento. Parecía que todo iba a terminar como estaba planeado, porque los marines entregaban sus armas y se entregaban prisionero.

Pero el panorama cambió en cercanías de la casa del gobernador. Allí si hubo detonaciones esporádicas, mientras el capitán Giacchino y sus hombres avanzaban con la mira de llegar a la residencia. Los intentos de hacer todo en forma pacífica fueron cayendo y el valiente capitán Giacchino pidió apoyo a las tropas para llegar hasta la puerta misma de la casa, desde donde se repelió el fuego que se les había lanzado de manera intimidatorio. Ellos no, ellos buscaron los blancos. Y en una de las dependencias de la vivienda los hallaron: cayó el capitán Giacchino, cayeron también el teniente de fragata García Quiroga, y el cabo segundo enfermero Ernesto Urbina – quien quiso socorrerlos cuando fueron heridos sus dos superiores -.

Durante tres horas se registraron luego intercambios de disparos, pero los soldados argentinos cumplieron a rajatabla con la orden, y no hubo ni un habitante de las Malvinas herido.

Ya había un sol espléndido en la zona. La Argentina, que por una vez había dejado de lado las palabras, comenzaba a acabar con la usurpación inglesa. Lo que vino después es historia conocida, pero así transcurrió el histórico 2 de abril de 1982...