Humor político en Cuba Por Luis Aguilar Leon
Hace tiempo que guardo la nada científica convicción de que la mayor parte de los desastres que ha sufrido la humanidad han sido provocados por gente adusta que nunca sonríe. Gente de frente surcada y ojos profundos, que todo lo toma en serio, empezando por ellos mismos, y que nunca han entendido "la hilarante virtud del disparate'', o la relajación de tensiones que produce la saludable carcajada que provoca un chiste. Algunos sociologos mantienen que para entender bien una época es preciso estudiar los tipos de chistes que son o fueron mas comunes en esa época. Los llamados yuppies , por ejemplo, los miembros de la generación más numerosa, abundante y agresiva de nuestro tiempo, son famosos por su afición a las cosas materiales. De ahi que uno de los mas conocidos chistes sobre ellos refleje esa tendencia: Un yuppie choco su carro contra un árbol y llamó a la policía. Cuando el agente se le acercó, el yuppie se lamentaba: "¡Mire como ha quedado mi recien comprado BMW, mire eso!''. El oficial le dice asombrado: "¿Pero usted no se da cuenta de que ha perdido el brazo izquierdo?''. El yuppie mira su hombro vacío y exclama espantado: "!Dios mío, tambien he perdido mi Rolex!''. Arma temible Esa posibilidad de reirse de una situación desesperada, o de burlarse de los poderosos, es lo que convierte a los chistes políticos en un arma temible. Nadie lo sabe mejor que los despotas que ahogan a un pueblo. Bajo la represión oficial, el chiste se transforma en una válvula de escape, en un arma que revela el aspecto ridículo de una dictadura o la verdad de lo que esta sufriendo el pueblo. De ahí que una de las primeras medidas que tomo el Gran Líder que aplasta a Cuba fue suprimir a Zig-Zag, el semanario más afiladamente cómico que se publicaba en Cuba. Los jovenes cubanos de hoy, los de acá y los de allá, no pueden tener idea de las innumerables fuentes de humor político que brotaban en el ambiente cubano antes de Castro. Se improvisaban en la calle, en los cafés, en las guaguas. Pero era un humor político sonriente, sin veneno, sin voluntad de destruir. En esa atmosfera, Zig-Zag era la revista más chispeante y fecunda que existía. Fue, naturalmente, la primera en caer. El barbudo proclamó temprano que en la nueva Cuba, la que el quería dominar totalmente, no cabían los "chistes contrarrevolucionarios''. Como siempre, la prohibición contra los chistes no hizo otra cosa que multiplicarlos subversivamente, creando una corriente subterránea de sátiras que, a medida que se deterioraba la situación, alcanzo niveles caudalosos. Creo que uno de los primeros fue aquella décima que recorrió la isla apenas comenzada la reforma agraria.
Chistes de todos los colores Quien quiera asomarse y reírse con el humor político que llega de la isla, humor donde se percibe la tragedia actual del pueblo cubano, debe buscar la primera edición del libro antológico de Modesto Arocha, titulado Chistes de Cuba , publicado por la Editorial Universal en 1994, cuando el autor estaba todavía en Cuba. Una segunda edición, aumentada y corregida, va a aparecer dentro de un par de meses. En ese libro hay chistes de todos colores y niveles, desde definiciones que hacen reír y pensar, como esa de que ``el socialismo es un tortuoso y largo camino que sale del capitalismo para llegar al capitalismo''. O la respuesta a una pregunta: ``¿Hay algo peor que catastrófico? Si: `castrófico' ''. O la del inevitable Pepito: "Fidel, muy bravo, manda a buscar a Pepito y le dice: oye me enteré que andas diciendo que cuando yo me muera vas a escupir sobre mi tumba. ¿Es verdad eso? No, comandante, eso es mentira. Usted sabe que a mi no me gusta hacer cola''. Claro que muchos chistes llegaron del extranjero y fueron ajustados rapidamente a la situación en Cuba. Pero la cosecha de amargas risas es amplia y, como comprobaremos cuando se publique la segunda edición, sigue creciendo. Por mi parte, me permito sugerirle al autor que incluya un chiste que escuché hace muchísimos años en Europa, y que me sigue pareciendo una de las más expresivas críticas al comunismo. Un checoeslovaco se encuentra con un amigo cuando recién se había impuesto el comunismo en el país: "Oye ...¿qué piensas del nuevo régimen?'', le pregunta. Cautelosamente, el amigo le responde: "Pienso lo mismo que tú''. El primer checo lo mira en silencio y luego le dice: "Bueno, pues entonces te llevo preso por contrarrevolucionario''. El eco de ese chiste puede resonar hoy en Cuba perfectamente. |