DEFENDER LA FE CATÓLICA COMO PILAR DE LA IDENTIDAD ARGENTINA E HISPANOAMERICANA por Ernesto Damian Sanchez Ance
Nuestra nación fue fundada en base a la Fe Católica. Esa es una verdad que no admite discusión de ninguna índole y la realidad nos indica que el Catolicismo es el principal factor de hermandad entre las mayorías hispanoamericanas. La obra evangelizadora de la Iglesia en nuestra nación es harto conocida. No hubo momento en que la Iglesia n haya estado iluminando a sus hijos. Fueron los Jesuitas quienes organizaron militarmente a las tribus guaraníes de la Mesopotamia Argentina para enfrentar a los cazadores portugueses de esclavos; Fue la Iglesia el corazón de la resistencia contra las invasiones inglesas en 1806/07; muchos de los congresales de 1816 eran curas; Fray Luis Beltrán, sacerdote e ingeniero estuvo a cargo de la fabricación del armamento usado por San Martín; No se puede hablar de la historia de Córdoba sin el Cura Brochero ni de Tucumán sin el Obispo Colombres. Esta realidad genera en los enemigos de nuestra nación y de nuestra Fe, una militancia llena de cristofobia que la generalidad de los católicos lamentablemente mira de reojo o bien ignora. Se busca la destrucción de la Fe Católica por dos motivos principales. Uno es estrictamente religioso: el odio a Cristo; el otro, político, porque la Fe es, como ya hemos dicho, el principal factor de hermandad y resistencia espiritual, cultural y moral de nuestros pueblos. Walter Beveraggi Allende, en El Dogma Nacionalista lo deja claro: “Los pueblos dominantes…aspiran a debilitar sistemáticamente a sus víctimas actuales o potenciales, a fin de poder ejercer su dominio sin resistencias. Y el más eficaz recurso para el debilitamiento integral de la personalidad es la acción disociadora sobre la moral y la cultura de los pueblos sojuzgados por ellos. De ahí que en el caso argentino, por ejemplo, luego de haber creado a su favor las condiciones más críticas de explotación, acarreando la miseria y la angustia a todo un pueblo, accionen como “instrumentos psicológicos”, a fin de aplastar en la medida posible las resistencias morales y culturales de nuestra nacionalidad; En rigor de verdad, al contemplar el derrotero histórico de América Latina, uno se pregunta cómo han podido resistir nuestros pueblos una acción tan prolongada y tan intensiva de avasallamiento cultural, destinada a anular su fisonomía tradicional y su mentalidad espiritualista; A nuestro juicio, sólo cabe una explicación: los factores prodigiosos de esa resistencia e invulnerabilidad definitiva han sido la fe católica proveniente de la colonización hispano – lusa, con todos sus complementos e implicancias morales y espirituales, y la fuerza cultural formidable de las tradiciones indígenas que, ensambladas con aquella fe, hicieron prácticamente inabordables a nuestros pueblos respecto de los agentes y estímulos foráneos…” La Fe Católica, además de ser el principal elemento aglutinante de los pueblos hispanoamericanos, lo repito, es el principal elemento de resistencia espiritual, moral y cultural entre éstos, siendo misión irrenunciable de los enemigos de la nación destruirla, en el concepto de que la división de una comunidad es el primer paso hacia su destrucción y al dominio extranjero. Sabemos perfectamente que quienes pretenden destruir al Catolicismo, mas allá de los curas traidores, sean estos curas liberales o adherentes a la Teología de la Liberación que apoyan el casamiento entre personas del mismo sexo, o bien pedófilos funcionales a los intereses de los enemigos de la Iglesia (sionistas y masones), el Catolicismo en Hispanoamérica viene siendo combatido desde la llegada de las nefastas ideas liberales, difundidas a lo largo del siglo XIX por personajes tristemente célebres como Moreno, Sarmiento, Alberdi, etc. Ejemplos del anticatolicismo de estos enfermos sobran. Citaremos un caso burdo de odio hacia nuestra Fe: luego de la derrota que nuestro ejército sufre en Huaqui, en su paso por Chuquisaca, Castelli y sus camaradas arrancaron y destruyeron una Cruz que estaba en un templo, arrastrándola por las calles, mientras gritaban consignas en contra de la Fe Católica, considerada ésta una muestra de fanatismo y de ignorancia de los pueblos altoperuanos por esos asquerosos liberales, que no lograron imponer ni entre los criollos ni indígenas de la actual Bolivia sus foraneas ideas libertad, igualdad y fraternidad. No solo eso… el anticatolicismo de estos afrancesados, mas los asesinatos cometidos contra los principales vecinos de esos pueblos altoperuanos, le generaron a nuestro ejército una notable antipatía en la zona, que sin lugar a dudas jugaría en contra de la actuación de Belgrano en Potosí en 1813. El odio de Castelli y los suyos hacia nuestra Religión mereció que en el Alto Perú se los calificara de “porteños herejes”. Desde la caída del gran Juan Manuel de Rosas, máximo héroe de la guerra contra el Liberalismo en la Argentina, que en nuestro país la fe católica es constantemente agredida, y siempre están allí involucrados los liberales como Sarmiento, quien sostenía en Febrero de 1883 que “Los frailes y monjas se apoderaron de la educación para embrutecer a nuestros niños... Ignorantes por principios, fanáticos que matan la civilización; emigrantes confabulados y recua de mujeres: basura de Europa, son la filoxera y el cardo negro de la pampa, hierba dañina que es preciso extirpar”. (http://www.otrasalternativas.com.ar/2008/04/sin-verguenza-nacional-domingo-faustino.html) Alberdi, por su parte decía: “queremos implantar y aclimatar en América la libertad inglesa, la cultura francesa, la laboriosidad del hombre de Europa y de Estados Unidos”… “el pueblo de la caldera se ha improvisado alrededor de un ferrocarril, como en otra época se formaba alrededor de una Iglesia”. (citado por Jordán Bruno Genta en “Guerra Contrarrevolucionaria). Alberdi nombra a Francia, la misma que realizó su revolución persiguiendo y asesinando a los católicos; nombra a Estados Unidos y a Inglaterra, países protestantes, acérrimos enemigos del Catolicismo. Aunque no tan directo a la hora de mostrar su odio contra el Catolicismo como Sarmiento, Alberdi lo hace de un modo más diplomático. Con antecedentes de este tipo, el Liberalismo en Argentina llega a dictar la Ley 1420, con la cual se da un gran golpe a la enseñanza de la Religión en los distintos niveles educativos. Como sostenemos desde el CENTRO AYOHUMA POR EL DOGMA NACIONALISTA DE BEVERAGGI ALLENDE, tanto Liberalismo como Marxismo son tendencias aparentemente enfrentadas, pero que en realidad ambas confluyen en la destrucción del Ser Nacional. Es así como en todo el Mundo el Marxismo también combatió de la forma más sanguinaria al Catolicismo, y nuestros países hispanoamericanos no podían ser la excepción. Ejemplos sobran… observemos cómo el Castrismo persiguió a los católicos en Cuba, o como el Marxismo argentino asesinó a esclarecidos católicos, como Jordán Bruno Genta o Carlos Sacheri. Resulta paradójico, pero tanto Fidel Castro como muchos marxistas argentinos, fueron criados en hogares católicos y educados en colegios de curas. Sin embargo, no cabe dudas que mucho tiene que ver la mala formación que en muchas instituciones católicas se brinda a los alumnos. Otro ejemplo de anticatolicismo de los marxistas es acusar a la Iglesia de complicidad con los militares del Proceso de Reorganización Nacional. El cantito más estúpido: “Iglesia basura… vos sos la “dictadura””. Habría que preguntarles a los imbéciles que cantan esas tonteras (por lo general psicobolches que en el futuro muchos de ellos terminarán pasando del marxismo a la Centro Izquierda), qué sector de la Iglesia o qué curas en particular fueron la supuesta dictadura. Porque como es sabido, así como muchos curas pudieron haber sido funcionales al Proceso, muchos otros estuvieron metidos “hasta las manos” con la Izquierda. Obviamente, estamos hablando, tanto de unos como de otros, de curas con una pésima formación que seguramente no leyeron una de las más esclarecedoras obras que todo católico está llamado a conocer: “El Orden Natural”, de Carlos Sacheri. Los marxistas, en particular los más jóvenes, parecen desconocer que muchos curas católicos, fueron cómplices del terrorismo marxista. Y quienes sí lo saben, evitan decirlo, porque la idea es desprestigiar a la Iglesia en todos los ámbitos posibles, en estos tiempos en que el Progresismo cumple magistralmente su tarea de descatolizar al país. Son constantes los ataques que el Catolicismo padece de parte del Marxismo, como en los asquerosos encuentros de mujeres que se realizan en nuestro país, en que el Marxismo feminista y abortista brega por lograr la legalización de prácticas como el aborto, y en sus marchas por las calles de la ciudad en la cual se realice, las manifestantes pasan gritando consignas anticatólicas, blasfemando y agrediendo de hecho a los católicos apostados en las puertas de los principales templos para evitar que esta lacra los ultraje. Así, el pasado Domingo 11 de Octubre fue uno de los días mas tristes que el pueblo de Tucumán en su conjunto debió vivir. No me refiero a ningún caso de desnutrición de los que tantos abundan, tampoco a alguno de los patéticos casos de corrupción, ni a la drogadependencia, ni a ningún flagelo a los que nuestros malos gobernantes democráticos nos tienen acostumbrados desde el 10 de Diciembre de 1983. Me refiero a lo que todo el mundo vio y que se sabía que sucedería: la marcha del Encuentro Nacional de Mujeres realizada por las calles de San Miguel de Tucumán. Pasó lo que desde AYOHUMA advertíamos que iba a suceder: edificios públicos, domicilios particulares y comercios céntricos arruinados por las pintadas de la marcha del feminismo abortista de raigambre marxista. Pero mas allá de todos estos actos de vandalismo, lo que molesta, ofende y mas que nada preocupa, es el mensaje de esas pintadas… que hacían referencia a la destrucción de nuestra identidad católica y a la legalización del asesinato del niño por nacer. Lo que mas ofendió a los católicos tucumanos fue lo que se produjo frente a San Francisco y la Catedral: escenas de lesbianismo en abierta provocación a la auténtica Fe de los argentinos, insultos y agresiones físicas a quienes se pararon en las veredas de los templos para evitar que estos sean profanados, y las “bombuchas” con pintura roja que reventaban en el frente de San Francisco, ultrajando un edificio que, amen de ser muy caro a la Fe de nuestro pueblo, forma parte del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad. Tucumán, castigado por una clase política incompetente, insensible y anticristiana, cuyo principal interés es enriquecerse a costilla de un pueblo cada vez mas empobrecido y esquilmado, aliada de intereses antinacionales, que hace morir de hambre a muchos niños pobres y que insulta la dignidad de los estratos sociales más humildes con la política del bolsón, no merecía vivir esto. Como estaba establecido de antemano, una escasa cantidad de católicos (1), por iniciativa propia o por convocatoria del arzobispado, concurrimos a defender los templos. La orden, con la que obviamente yo no estaba de acuerdo, era no responder a los insultos, a la blasfemia pública, ni a la agresión física. Sin embargo hubo católicos que, si bien no se atrevieron a reaccionar de la forma mas contundente sí lo hicieron con insultos (yo soy uno de ellos) a quienes blasfemaban, y hubo otros católicos (pocos) que, como correspondía, respondieron directamente con una trompada o una patada, en especial contra un repugnante travesti irrespetuoso. Sin embargo, quienes no toleramos las agresiones contra la Fe, fuimos injustamente reprochados por la seguridad que puso el Arzobispado y por otros católicos pésimamente formados que, lejos de reaccionar como la firmeza que las agresiones ameritaban, no salían de su asombro al enterarse (Sí. Recién ese día se enteraron) del odio que el marxismo abortofeminista siente contra la Fe Católica. Tampoco faltaron los ingenuos que decían que lo que estaba sucediendo no debía ser politizado. Creo que calificarlos de inocentes sería generoso. Sus referentes religiosos debieran informarles que todo eso está relacionado con la política del poder mundial de destruir al Catolicismo, lamentablemente conducido por un importante número de curas cobardes que no defienden a la Iglesia, sino que su principal preocupación es no molestar al Sionismo. Curas que han metido entre los fieles la idea de un pacifismo ajeno a la tradición católica, un pacifismo lejano a la tradición católica del buen combate y de cruzadas que le ha permitido a la Iglesia existir durante 2010 años. Y para que quede claro lo que digo, son estos curas los que me alejan de participar activamente de la Iglesia, porque estoy cansado de curas que lo único que hacen es enseñarnos a aceptar, como estúpidos, una predica “jipona”, rayana con el lema de paz y amor. Yo no puedo entender que en la Iglesia exista un pacifismo casi suicida que consiste en no responder a la ofensa contra todo aquello que esté relacionado con la Fe Católica y tolerar la blasfemia pública. Esta tendencia, está basada en el falso concepto de “poner la otra mejilla”. Permanentemente se dice “hay que saber poner la otra mejilla”. Pero, ¿Cuándo?, ¿en qué situaciones el católico debe poner la mejilla? Es indudable que esto tiene alcance solamente para cuestiones personales, no siendo aplicable a situaciones como las que se produjeron en Tucumán cuando el Encuentro de Mujeres y en todo aquel evento relacionado con los homosexuales. Poner la otra mejilla y perdonar es también obligatorio para el católico, siempre que el agresor se arrepienta y pida perdón. De lo contrario, el católico debe exigir reparación en base a las instituciones que el orden jurídico pone a su disposición. Una de esas instituciones es el derecho al ejercicio de legítima defensa propia. Sin la presencia policial durante el asqueroso Encuentro de Mujeres, el ejercicio de ese derecho hubiera sido procedente según el Orden Natural: “si un ladrón entrara a nuestra casa, la defensa propia procede; el Templo es la casa de Dios. Por lo tanto, en ese caso, también procede”. Debieran saber quienes simpatizan con la política de “poner la otra mejilla” que la Biblia nos dice que esto no es lo correcto. Veamos algunos ejemplos: 1. David, con el auxilio de Dios, derrota a Goliat: "Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina; mas, yo vengo a ti en el nombre de YAHVEH de los ejércitos... a quien tú has provocado. YAHVEH te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza... y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que YAHVEH no salva con espada y con lanza; porque de YAHVEH es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.". (Samuel 17:45-47) 2. El mismo Cristo es quien, sin necesariamente llamar a la violencia, sí llama a sus apóstoles a armarse. Veamos que nos dice San Lucas al respecto: "Luego Jesús les preguntó: Cuando los mandé sin bolsa, ni monedero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo? Ellos contestaron: Nada. Entonces les dijo, el que tenga bolsa que la lleve, y también monedero, y el que no tenga espada venda su abrigo y se compra una. Porque les digo que tiene que cumplirse en mi esto que dicen las Escrituras. Y fue contado entre los malvados. Pues todo lo que está escrito de mí, tiene que cumplirse. Ellos dijeron: Señor, aquí hay 2 espadas. Y el contestó: Basta Ya." (Lucas 22, 35 - 38) “Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Éste se acercó a Jesús para besarlo, pero Jesús le preguntó: Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?; Los discípulos que lo rodeaban, al darse cuenta de lo que pasaba, dijeron: Señor, ¿atacamos con la espada? Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha”. (Lucas 22, 47 - 51) De estos pasajes bíblicos del Nuevo Testamento, se desprende que, si bien Cristo no llama a la guerra ni a la violencia, sí previene a los apóstoles que, llegado el momento, será necesario recurrir a la violencia. A estos pasajes le sumemos otro: La Pascua de los judíos estaba próxima, y Jesús subió a Jerusalén. En el Templo encontró a los mercaderes de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados (a sus mesas). Y haciendo un azote de cuerdas, arrojó del Templo a todos, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. Y a los vendedores de palomas les dijo: "Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre un mercado". Y sus discípulos se acordaron de que está escrito: "El celo de tu Casa me devora". (Juan 2,13-22) Aquí podemos observar que Cristo, al ver que el Templo se había convertido en un mercado, echa a los comerciantes con un látigo, llegando a volcar sus mesas y a arrojar el dinero que habían conseguido con sus ventas. Por lo tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos que el cristiano está llamado a ser pacífico, pero no pacifista, pues el mismo Cristo recurre a la fuerza en casos de irrespetuosidad contra lo Sagrado. Sostenemos que el combate contra la Fe Católica en Tucumán, Argentina e Hispanoamérica nada tiene que ver con la tolerancia ni con el pluralismo con los que instituciones como el INADI se llenan la boca, sino con la destrucción del pilar principal sobre el que se asienta nuestra identidad, que a su vez, repetimos, es una fuerte barrera para los intentos de dividirnos. Ante estas tendencias anticatólicas, ha llegado la hora de que nuestros curas y todos los fieles católicos nos alejemos del pacifismo imperante en la Iglesia, que lleva a hacer creer que debemos poner la otra mejilla ante los ataques que sufre la Fe. Creemos que el ejemplo a seguir es el la milicia católica de los cristeros mexicanos (2) que, una vez ya habiendo llegado al extremo las agresiones del gobierno contra la Iglesia, se levantaron contra el Estado, y llevaron adelante una guerra que le iba a generar serios problemas al gobierno anticatólico de Plutarco Elías Calle; o bien, tener en cuenta el ejemplo del Padre Menvielle, quien con la gente de su parroquia de la localidad de Versailles incendió una carpa protestante desde donde se ofendía al Catolicismo, sin dejar de mencionar a José de San Martín, quien en su cargo de Protector del Perú, dictó el Estatuto Provisional de 1821 que, en su sección Primera presentaba los siguientes artículos: 1o. La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la Religión del Estado: El Gobierno reconoce como uno de sus primeros deberes el mantenerla y conservarla por todos los medios que estén al alcance de la prudencia humana. Cualquiera que ataque en público o privadamente sus dogmas y principios, será castigado con severidad a proporción del escándalo que hubiese dado; 2o. Los demás que profesen la Religión Cristiana, y disientan en algunos principios de la Religión del Estado, podrán obtener permiso del Gobierno con consulta de su Consejo de Estado, para usar el derecho que les compete, siempre que su conducta no sea trascendental al orden público; 3o. Nadie podrá ser funcionario público si no profesa la Religión del Estado. (http://www.congreso.gob.pe/historico/quipu/constitu/1821b.htm) Nos quieren hacer creer que el católico, por el hecho de ser católico, no puede responder a ninguna agresión contraria a la Fe, mientras que está harto comprobado que la fuerza, agotada toda diplomacia, es una opción que el católico debe tener en cuenta, pues hay testimonios bíblicos que permiten al católico recurrir a las armas y hay hechos que así lo avalan. Bajo ninguna circunstancia pretendo que este escrito sea tomado como una incitación a la violencia. Me opongo a la violencia por la violencia en sí. Sólo un desequilibrado puede simpatizar con la violencia y con la guerra. Pero tampoco es cuestión de seguir poniendo la otra mejilla mientras impunemente se ultraja a la Fe fundacional, y sería bueno que los curas pongan en conocimiento de los fieles que la Iglesia en Hispanoamérica, en países como Bolivia y Argentina, está entrando en un período de catacumba. También, lamento tener que ser yo, una persona con una pobre formación doctrinaria, y no un sacerdote, quien esté advirtiendo sobre esta realidad. Me duele decirlo, pero me produce mucha tristeza que de estos temas no esté hablando un sacerdote con estudios y años dedicados a la Fe, sino yo, que mas allá de mi devoción Mariana, en particular por la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, no participo de la vida activa de la Iglesia. Sin embargo, a pesar de mis falencias, me permito decir lo siguiente: No se olviden, sacerdotes y fieles católicos, que siempre existió el concepto de Guerra Justa.
(1) si bien el número de católicos alcanzaba para cubrir sin mayores dificultades los templos de San Francisco, La Merced y Catedral, difícilmente haya pasado el número de 1500. Una cifra escasa para una provincia histórica y mayoritariamente católica, máxime cuando en la misma ciudad donde se realizó el encuentro de mujeres, tres semanas antes, para el día de la Virgen de la Merced, 40.000 católicos participaron de la procesión. (http://www.lagaceta.com.ar/nota/345416/Notas%20de%20tapa/Una_multitud_honro_Virgen.html) Hay que comentar también que un importante número de católicos que defendieron los templos en Tucumán no eran de esta provincia, sino que vinieron para la ocasión desde distintos puntos del país, como Mendoza y La Plata. (2) En 1926 el gobierno del presidente Mexicano Plutarco Elías Calles se propuso "descatolizar" a México para abrir el país a la "modernidad". Con ese fin puso en marcha una feroz persecución contra la Iglesia Católica. Una de las medidas fue la supresión del culto católico en toda la nación. Para defender su religión y libertad de culto, miles de campesinos y rancheros empuñaron las armas en lo que se conoce como la última Cruzada de Occidente. El heroísmo de aquellos hombres, mujeres y niños, en su mayoría gente sencilla y sin entrenamiento militar, produjo una formidable resistencia al tirano. Los soldados del gobierno llamaron despectivamente "cristeros" a los valientes cruzados porque llevaban la cruz sobre el pecho y gritaban "Viva Cristo Rey" antes de ser fusilados. Los cristeros fueron vencidos por la traición y el engaño pero no sin antes enriquecer a México con innumerables mártires, algunos de ellos canonizados o beatificados por Juan Pablo II. Los cristeros fueron y son una inspiración para los mexicanos y todos los fieles. Gracias a su sacrificio la Iglesia Católica pudo sobrevivir, aunque ilegal, a lo largo de buena parte del siglo XX. (http://www.corazones.org/diccionario/cristeros.htm)
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