JOSE
LUIS TORRES (1901-1965): EL FISCAL DE LA DECADA INFAME
por
Alberto Buela
Se
destacó por su producción de denuncia en torno a los grandes
negociados que signaron la, bautizada por él,
Década Infame.
Y en el orden ideológico es el fundador junto con su entrañable
amigo y compadre Carlos Montenegro(1904-1953) del nacionalismo
anitimperialista hispanoamericano. Y así como el pensador
boliviano fue el teórico del Movimiento Nacionalista
Revolucionario, Torres lo fue del GOU y del golpe de Estado de 4
de junio de 1943.
La
Gran Prensa internacional,
los mass media diríamos hoy, (la nacional es un epígono de ella)
tiene dos armas contundentes: una, la propaganda mediante la cual
vende lo que quiere, crea arquetipos de hombres e insufla ideales
que solo benefician al poder financiero que las sustenta. La otra
es el silencio. Silenciar la denuncia que la afecta, omitir una
noticia que la daña, ignorar la voz de un hombre que dice: lo
que todos quieren decir. Es esta última la mejor arma, la más
poderosa de las dos.
Así,
en el momento de la propaganda la Gran Prensa se mueve con
soltura, con agilidad, es el momento del ataque a las conciencias,
de su manifestación y consecuentemente, de idiotización del
lector. En el segundo momento, el del silencio, ella se halla
abroquelada. Ha sido afectada en su poder. Le han cortado algún
tentáculo. Su detractor no ha podido ser sobornado de ninguna
manera, pues él es un hombre con principios y que vive en función
de un ideal. Luego, hay que evitar que se lo conozca, pues
reconociéndolo, sus principios y sus ideales se tornarán
peligrosos para el statu
quo reinante, hoy expresado a través del llamado pensamiento
único y políticamente correcto.
Es
este, sintéticamente, el mecanismo de los embaucadores de
conciencias y José
Luis Torres con sus
vida y su muerte, es un ejemplo irrevocable de lo que este
enfrentamiento acarrea. Sobre él escribió Arturo Jauretche: “No
hay ningún periodista argentino que no haya querido escribir su
necrológica. Pero no hay ningún periódico argentino que haya
querido recogerla. Este silencio que ha habido para la muerte de
José Luis Torrres, prueba simplemente que murió en su ley. Esto
es lo que se llama aquí “libertad de prensa”. Libertad de los
intereses antinacionales y antipopulares, para impedir que tenga
medios de expresión lo nacional
y popular”(1).
Vida
y obra de Torres
Nació
en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 21 de enero de 1901, fue
su madre una mujer de condición humilde, siendo su padre un
ingeniero del ferrocarril, Domingo Torres, que lo reconoció como
hijo. Sus estudios llegaron a cuarto grado del colegio primario,
lo que habla a las claras del carácter autodidáctico de su
formación.
“Ya
a los 14 años, recuerda la segunda señora de Torres, se unió a
la acción anarquista para realizar la primera huelga violenta en
el Ingenio Ledesma de Tucumán, a fin de conseguir el salario de 3
pesos para los obreros del surco”.
Al
tiempo comienza a trabajar para el periódico tucumano El
Orden. Es allí donde aprende el oficio de periodista y desde
donde empieza, ya a los 18 años, su primera campaña periodística
contra los que serán sus enemigo de por vida: la
oligarquía maléfica y los perduellis, como los identificará
años más tarde en libros homónimos.
Pasados
los 20 años se trasladó al norte donde contrajo enlace con una
mujer del lugar de quién tuvo la menos un hijo, Domingo. Ahí,
nos cuenta Torres “En
Salta y Jujuy fui director de diarios, obrero de ingenio,
motorista de automóviles de alquiler(tachero, diríamos hoy), y
siempre por temperamento, por vocación y por deber, agitador de
rebeldías(2).
Enviudó
relativamente pronto, hecho que lo movió a retornar a Tucumán.
De allí en más su figura comienza a adquirir dimensión política
propia, y así lo vemos en 1932 cumpliendo funciones de ministro
de gobierno de Juan Luis Nogués, quien a juicio de un oligarca de
la talla de Juan Simón Padrós: “ Renunció
a la tradición legada por sus mayores, junto con su sangre y su
apellido”. Y ello por qué. Porque Nogués y Torres como su
ministro, llevaron a cabo el único gobierno de provincia que
defendió la autonomía federativa de la misma contra la voluntad
inconstitucional del testaferro Agustín P.Justo y su patrón el
requeteoligarca Centro
Azucarero Tucumano. Este enfrentamiento motivó la intervención
de la provincia ante el silencio cómplice del Congreso de la Nación.
Después
en 1933, el que va a ser reconocido como El
fiscal de la década infame, viaja
a Buenos Aires donde se radica definitivamente, pues consideraba
que “la cabeza de la
hidra estaba aquí” Al viajar a Buenos Aires, cumplidos los
32 años, Pepe Torres ya está formado y la influencia del
nacionalismo porteño y oligarcón es casi nula. Su nacionalismo
fue siempre de Patria Grande, debido sobre todo por sus contactos
permanentes con lo que fuera para nosotros el Alto Perú, esta
vinculación existencial con la América profunda lo hizo el más
americano de los hombres de su generación por lo que se emparenta
mucho con Manuel Ugarte, un hombre de la generación anterior.
Esto me trae a la memoria una anécdota: “No,
Sandino no es comunista, como dice la propaganda yanqui, Sandino
es nacionalista como nosotros”. Era la voz áspera de un
hombre gravemente enfermo que había dado su vida y sus bienes(de
pobre que era fue a parar al osario público) por su patria y por
su pueblo. De la mano de Pepe Taladríz el hermano de Domingo el
imprentero del nacionalismo peronista estaba ahí parado, inmóvil,
un joven de escasos 17 años conmovido por la situación y las
denuncias que salían a borbotones de la boca de ese viejo gruñón.
Ese hombre era José Luis Torres y era la primera vez que lo vi
allá por 1963.
Comienza
con su llegada a Buenos Aires su período más fértil y
combativo, pues junto con las denuncias del negociado de la venta
de tierras de El Palomar(origen de la fortuna de Roberto Noble y
de Clarín); de la estafa de la conversión de la deuda pública
externa de la provincia de Buenos Aires en 1935; del Instituto
Movilizador; de la ley de Coordinación de Transportes; de los
monopolios del gas y teléfonos, hace campaña periodística
contra la CADE , el grupo Dreyfus, el engendro de creación del
Banco Central por parte de Inglaterra y la denuncia de la Banca
Bemberg , prepara el clima de lo que él llamaba la Revolución
Nacional de 1943 y el posterior gobierno del General Perón.
En
cuanto a su vida privada, el hecho más significativo por esa época
es su enlace en 1940 con Brígida Sal que lo acompañará hasta el
resto de sus días y de quien tendrá una hija que agregará alegría
a su carácter ya jovial. En una carta desde Mar del Plata fechada
el 26-12-74 la viuda nos contará que “vivo
prácticamente en la casa de mi hija ayudándole a manejar los
mellizos”.
Si
bien en el 43 publicó su primer libro Algunas
maneras de vender la patria, es recién en el período que va
del 43 al 53 donde Torres halla relativa tranquilidad para dejar
por escrito sus experiencias, luchas e ideales. Así, Los
perduellis(1943), La Década Infame (1945), La Patria y su
Destino(1947), Seis Años después(1949), Nos acechan desde
Bolivia(1952), La Oligarquía Maléfica (1953) son algunos de
los títulos más salientes de su producción.
Pero
José Luis Torres no es un hombre de partido sino de la Nación y
ante la burocratización del peronismo, compuesta por esa camándula
de adulones y alcahuetes que siempre rodearon a Perón, alzará
nuevamente su pluma, o colaborará con sus pocos ahorros, en
defensa de los intereses nacionales y populares.
Es
por lo demás conocida la colaboración desinteresada que prestó
al gobierno de Perón, quien incluso más de una vez lo mandó
llamar a fin de que lo informara sobre temas de vital importancia
para el país. Es plausible que haya sido Torres, quien redactó
el borrador de la proclama del GOU del 4 de junio de l943, habida
cuenta que era Perón quien lo visitaba junto a otros oficiales en
su casa de la calle Perú casi Independencia.
Con
posterioridad a la revolución del 55 edita la revista Política
y Políticos, que tenía como leyenda “ni con unos, ni con
otros”, de la que logran salir ocho números hasta que es
cerrada por orden del almirante Rojas. En ella Torres, que era su
único redactor y escribía con estilos diferentes para darle
mayor relieve, estigmatizó la revolución triunfante desde todos
los ángulos, bautizándola como “revolución fusiladora”,
nombre con que años más tarde se la identificó definitivamente.
Es éste, otro de los rasgos del “Loco Torres” como lo
llamaban sus amigos, el poder sintetizar en un nombre preciso y
apropiado hechos, personas y épocas. Así, a él se debe la
caracterización de “Década Infame” al período del 32 al 43;
“Oligarquía maléfica”, al sector social de mayor recursos
que se enriqueció a costillas
del pueblo en ese período y “Perduelio”, al aparato
financiero y legal montado por los enemigos internos de la patria
para su liquidación.
Clausurada
la revista viaja a España, pues sostenía que: la
cabeza de la hidra está en Europa y yo tengo que ir a cortarla
allá. Se entrevista con
Pío Baroja, el inconformista ibérico autor del inhallable
ensayo Comunistas, judíos
y demás ralea.
Sin
embargo, a los dos meses, él que había sido un hombre todo vigor
y dinamismo, regresa desanimado y sin fuerzas. Ya había comenzado
a desarrollarse la larga y penosa enfermedad que le resultará
mortal. Y así, mostrando un desinterés total, confiesa: Como
Carlos Guido Spano, me corto la coleta y me meto en la cama a
leer. No escribo más.
Luego
de casi una década de oscuridad y silencio, fallece en Buenos
Aires, el 5 de noviembre de l965, en la pobreza más absoluta. Sus
amigos entre ellos Pepe Taladriz, realizan una colecta para
comprar el cajón. Sus restos descansan en el osario público del
cementerio de la Chacarita.
Mas,
como el mismo lo previera, no murió del todo, pues “Hasta
después de muerto ha de prolongarse en el tiempo la consecuencia
de mi esfuerzo”.
1.-
Jauretche, Arturo: periódico “Prensa Argentina”, Bs.As.
5-11-65.-
2.-
Torres, J.L.: La Década
infame, Bs.As.,
Freeland, 1973, p. 26.-
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