La derecha

Extractado de Tercera Línea

"Una mano lava a la otra y las dos se lavan la cara" dice el viejo dicho que representa con simpleza como la cooperación entre dos elementos logran resultados que de otra forma serían imposibles, una abstracción válida pese a la impronta actual que justamente dicta lo contrario, una pugna sempiterna entre la izquierda y la derecha sobre la cual construir una sociedad cuyo único resultado visible es la inestabilidad perpetua y la falta de armonía.

Todos los partidos políticos llegan a autodefinirse como de refundación amplia, sin ligación de derechas ni izquierdas, sin embargo, todos los actores de la democracia terminan tarde o temprano en uno u otro bando, por cuanto sus filiaciones o actitudes los relacionan con ellos, lo que refleja que ambos grupos poseen para sí percepciones comunes que los aúnan a través de los tiempos y de la geografía.

La derecha responde con mas o menos intensidad a ser los defensores de la patria y de los valores, a la vez que del mismo modo se identifican con este sector los liberales que dieron vida al actual sistema económico imperante.

Conservadores

Una alternativa siempre dispuesta a la defensa de los buenos valores y de la patria, eso sí siempre y cuando no afecte sus intereses particulares, por cuanto sus percepciones patrióticas o valóricas no aspiran al sacrificio en pos del bien común, sino que mas bien responden a una percepción egoísta de la cual hacen gala, evadiendo el verdadero sentido de lo valores eternos y tradicionales, por lo general responden en términos sociológicos a los alicaídos herederos del latifundismo, entre quienes no era extraño encontrar a notables personas que velaban por las tradiciones, sin embargo, la versión actual del demócrata conservador se aleja grandemente del tradicionalista real, por cuanto éste último es esencia eterna y magisterio que no se negocia, en cambio el conservantismo juega al juego de los partidos políticos negociando todo en pos de los resultados ambicionados.

El conservantismo es netamente inmovilista por cuanto no gestiona cambios que permitan a la sociedad su realización trascendente, mas bien se limita a observar al mundo con gran indulgencia o en el mejor de los casos a luchar con voluntad reactiva frente a las aberraciones de la izquierda, de esta forma se configura un bloque que en el inconsciente de la población es el de los clásicos “viejos retrogrados”. Concientes que el régimen demoliberal particiona la realidad para subvertir a la sociedad es menester concebir que el conservantismo es el heredero prodigo e involucionado de concepciones que en el pasado fueron la base de Imperios y zagas gloriosas, sin embargo hoy es sólo una camarilla que le disputa el poder a la izquierda.

Liberales

Hijos de las máximas escritas bajo la pluma de Adam Smith y David Ricardo, el liberalismo aparece a finales del S XVIII donde logra situarse en la mente de burgueses con dinero, pero sin poder institucional, una apuesta por establecer paradigmas donde la “mano invisible” inspirada bajo la univoca visión de la codicia personal podía tener una repercusión social positiva, en términos simples: “haciendo lo que yo quiero se benefician todos”........

Por cierto una aberración social que se ha perfeccionado a lo largo del tiempo llegando a entronizar sus axiomas en el mundo actual, de hecho todos los cuadros políticos se arrodillan bajo sus preceptos esparciéndose sus cualidades a todos los ámbitos de la sociedad, una vía segura defendida a través del debate partitocrático.

Sus integrantes responden a modelos morales autonómicos, validando un proceder práctico y sin ambages, que valora por sobre todo el hedonismo y la satisfacción de deseos sin límite, una realidad que colisiona frontalmente con la izquierda, pero que en realidad no es mas que el enfrentamiento de ambiciones.

Su accionar se manifestará preferencialmente en el ámbito económico a través de instancias de mayor movilidad de los factores productivos golpeando fuertemente a la sociedad en su afán por saciar sus necesidades materiales.

Los ideologismos al servicio del divisionismo, anular la diversidad de las personas en pos de identidades grupales marcadas bajo las etiquetas de los partidos políticos, en suma la agrupación de esfuerzos personales en pos de verdaderas empresas de poder.