La
falsificación de la historia como INSTRUMENTO de dominio Escribe
Adrian
Salbuchi
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Para
un pueblo, conocer su pasado - su historia - es tan importante como lo
es para un individuo conocer quién es, de dónde viene y cuáles son
sus raíces. Las personas que sufren de amnesia quedan inermes ante la
voluntad ajena y corren el riesgo de que cualquier pillo los embauque
haciéndose pasar por su amigo, o hermano, o familiar para así
aprovecharse de él. Lo
que les ocurre a estos individuos puede ocurrirle también a los
pueblos si olvidan, confunden o desconocen el pasado; con las tecnologías
modernas, incluso puede ocurrirle al mundo entero.
Hoy,
poderosísimos grupos compactos disponen de los medios para
literalmente controlar nuestra visión del pasado - la Historia y del
presente, descarrilando así la Realidad que es reemplazada por una
suerte de realidad virtual, alineada con sus propios y a menudo
inconfesables objetivos e intereses. LA
INDUSTRIA DEL HOLOCAUSTO Bajo
este insinuante título el historiador norteamericano Norman Finkelstein,
profesor de teoría política en la City University of New York, Hunter
College, publicó en el año 2000 un libro muy polémico: The
Holocaust Industry: Reflections on the Exploitation of Jewish Suffering([1]),
en el que critica los poderosos motivos financieros y geopolíticos de
quienes hoy promueven en forma exagerada el así-llamado Holocausto con
el fin de, entre otras cosas, extraer
gigantescas sumas de dinero para el Estado de Israel a un conjunto de víctimas
pudientes: bancos suizos, los gobiernos estadounidense y alemán,
grandes empresas alemanas y otras víctimas actuales y futuras.
Finkelstein
define a Israel como un Estado terrorista, invasor y altamente peligroso
no solo para la paz en Medio Oriente sino de todo el mundo,
particularmente si se considera su enorme capacidad nuclear gracias a
las Armas de Destrucción Masiva atómicas que desde hace décadas le
cediera sumisa y obedientemente Estados Unidos de Norte América. Norman
Finkelstein se inserta en la corriente de pensamiento de su amigo y
mentor Noam Chomsky, ambos prestigiosos intelectuales judíos
anti-sionistas, que se han ganado las iras de la poderosísima
maquinaria del sionismo internacional, al calificar a sus principales
organizaciones y operadores como "gangsters" y "delincuentes";
al celebrado propagador del Holocausto, Elie Wiesel ([2])
como su payaso residente; y a las exigencias sionistas a Alemania para
que les pague gigantescas reparaciones monetarias, como un desfachatado
chantaje. Lo
interesante del caso es que Finkelstein se inserta dentro de un
creciente conjunto de historiadores, periodistas, intelectuales y
sectores de opinión a nivel mundial que no aceptan mansamente el Dogma
del Holocausto, emanado desde los centros de poder esencialmente privado
del Nuevo Orden Mundial ubicados en Nueva York, Londres, París y
Jerusalén, entre otras ciudades. Se
trata de un amplio sector de personas intelectualmente independientes
que consideran que esta auténtica Industria del Holocausto como bien la
define Finkelstein, es utilizada no solo para el robo de dineros públicos
y privados en todo el mundo, sino también para justificar el genocidio
que hoy perpetra el Estado de Israel contra el cautivo pueblo palestino
y otras futuras agresiones en distintas partes del mundo que ya empiezan
a avizorarse. TERRORISMO
INTELECTUAL En
el actual y tan liberal "mundo desarrollado" existe, sin
embargo, un auténtico terrorismo intelectual que prohíbe
en algunos países bajo pena de cárcel - que se investigue y se
propague cualquier opinión o investigación que siquiera cuestione la
veracidad de este Dogma del Holocausto. Así, se ha perseguido e
incluso encarcelado a historiadores como el francés Robert Fuarisson, a
centros de investigaciones como el Instituto de Revisionismo Histórico
de California, al investigador alemán Ernst Zündel y, más
recientemente, el prestigioso historiador inglés David Irving quien
fuera arrestado en Austria bajo un viejo cargo que data del año 1989
cuando osó dar una conferencia en la que cuestionó la historia oficial
de los 6 millones de judíos muertos en los campos de concentración
alemanes durante la segunda guerra mundial, aseverando como mantienen
muchos investigadores que más allá de la persecución de los judíos
en la Alemania nacionalsocialista, no existe sustente serio y
verificable a esa tremenda cifra de los 6 millones. ([3])
Esta
cifra casi emblemática y cabalística de 6 millones hoy se acepta como
buena, no porque se halle avalada por investigaciones históricas serias
y sólidas, sino porque se la ha repetido, dramatizado y taladrado en el
imaginario colectivo gracias a los cientos de miles de
millones de dólares invertidos a lo largo de sesenta años de
propaganda en películas, documentales propagandísticas, libros,
novelas, entrevistas, actos, monumentos, recordatorios, memorias activas,
y muchas otras acciones psicológicas colectivas tendientes a imponer el
Holocausto de los 6 millones como una realidad, a pesar de carecer tal
cifra de un riguroso sustento fáctico.
Uno
de los tantos instrumentos de guerra psicológica utilizados en este
proceso es la neoyorquina Anti-Difamation League (ADL
www.adl.org),
una de las organizaciones de choque encargada de ejercer presión de
todo tipo contra quienes cuestionen el Mito del Holocausto en cualquier
parte del mundo. Utilizando una metodología agresiva, copiosamente
financiada y con amplia cobertura entre los multimedios monopólicos
mundiales, la ADL ejerce una suerte de terrorismo intelectual tendiente
a acallar toda crítica hacia el sionismo, sus objetivos mundiales y sus
operadores, esgrimiendo a menudo con tono rayano en la histeria la
acusación de ¡antisemitismo! contra quienes pretendan promover un
estudio serio de estos temas fundamentales, o cuestionen las políticas
israelíes, equiparando erróneamente antisemitismo con antisionismo ([4])
Señalemos que la ADL opera estrechamente con la muy influyente y
exclusiva logia masónica judía B´Nai B´Rith. SIN
PELOS EN LA LENGUA… Es
dentro de este marco que creemos conveniente interpretar las agudas
declaraciones del presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, realizadas
hace pocos días en La Meca, Arabia Saudita, cuando expresó dudas sobre
la veracidad de la historia oficial en torno al Holocausto judío y
sugirió que Israel debiera ser trasladada a Europa.
Ello,
naturalmente, generó el inmediato rechazo de las muy poderosas
organizaciones sionistas mundiales y de los gobiernos y multimedios bajo
su control, notablemente los de Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania,
Austria y, desde luego, de la propia Israel. Innegablemente,
Ahmadinejad está poniendo el dedo en la llaga, lo que pudo verificarse
en la seguidilla de reacciones casi histéricas de las democracias
occidentales, comenzando por las de la flamante canciller germana Angela
Merkel, quien consideró "totalmente
inaceptables" esas declaraciones iraníes recordando que "con
nuestra responsabilidad histórica en mente, solo puedo decir que las
rechazamos en los términos más duros". Ahora,
bien, nosotros preguntamos: ¿Por qué ese rechazo germano? Si la
actual Alemania está tan convencida de la veracidad del Holocausto de
los 6 millones, y si su gobierno rechaza lo que muchísimas personas
dentro y fuera de aquella otrora gran Nación hoy creemos en el sentido
de que se trata de una tergiversación histórica, entonces que Alemania
y Austria (oficialmente, los perpetradores del Holocausto) le cedan en
compensación a los sionistas alguno de sus bellos Länder
como Silesia, o Westfalia, o Brandenburgo, o, incluso ¿porqué no? la
histórica Baviera... Haberles
tirado este fardo a los palestinos, robándoles su Nación podrá ser
muy cómodo para los aburguesados y decadentes alemanes y austriacos de
hoy, pero el costo para los palestinos ha sido uno de genocidio, sangre,
tortura, vejaciones, miseria y humillación.
¿Porqué deben los palestinos pagar las culpas de alemanes y
austriacos? Máxime cuando
la intrusión de Israel en el mundo musulmán ha sido causa de casi
sesenta años de guerras, invasiones, y crímenes contra prácticamente
todos los pueblos islámicos por parte de las fuerzas militares de
Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña. Ursula
Plassnik, ministra de relaciones exteriores de Austria por su parte dijo
que "no se pueden plantear
dudas sobre el derecho a la existencia de Israel", no solo
aludiendo a estas declaraciones de Ahmadinejad sino también a las que
hiciera el líder iraní hace poco tiempo invitando a "borrar
a Israel del mapa". A
su vez, Raanan Gissin, vocero del primer ministro israelí Ariel Sharon
manifestó su preocupación ante el
consenso que existe en muchos círculos del mundo árabe de que los judíos
no tienen derecho de establecer un Estado judío democrático en su
patria ancestral. Por
nuestra parte, agregaríamos que no solo en el mundo árabe se cuestiona
ese derecho a usurpar tierras ajenas, sino que en nuestro continente y
en nuestra Argentina, somos muchísimas las personas que sostenemos
precisamente ese punto de vista. El
Sr Gissin incluso le recordó al presidente Ahmadinejad que "los
judíos hemos estado aquí mucho antes que sus ancestros",
dando a renglón seguido "gracias
a Dios que tenemos la capacidad de disuadir y prevenir que semejante
declaraciones se transformen en realidad". Resulta
muy interesante la posición israelí.
Señalemos que si todos los pueblos y etnias del mundo se
dedicaran a reclamar las tierras que según sus Libros Sagrados y
tradiciones culturales, religiosas y étnico-raciales les corresponden
porque sus ancestros llegaron
antes, ello indudablemente generaría enormes cambios en el mapa
mundi político. Sin ir más lejos, los norteamericanos deberían
retirarse de la totalidad del territorio que hoy ocupa su poderosa nación
para devolvérselo a las naciones Sioux, Chinook, Tonkawa, Wichita, Ute,
Apache, Delaware, Algonquin, Iowa, Cheyenne, Mojave, Mohawk, Chocktaw,
Iroquí, Miami, Omaha y muchas otras tribus originarias cuyas tierras
les fueron robadas por el gobierno de EEUU a lo largo de casi cuatro
siglos de invasiones y genocidios.
Pues, no caben dudas que estas tribus llegaron ahí mucho antes
que los conquistadores ingleses, holandeses, españoles, portugueses,
alemanes e, incluso, inmigrantes judíos que se establecieron en esas
tierras para terminar fundando el voraz imperio hoy conocido como
Estados Unidos de Norte América. Similarmente,
en estas latitudes sudamericanas, nosotros los argentinos al menos
quienes somos de descendencia europea italiana, española, sajona, y
también quienes sean miembros de la comunidad judía debiéramos todos
ir preparando nuestras maletas para retirarnos de estas tierras
usurpadas hace apenas un par de siglos a las tribus Ranquel, Pampa,
Mapuches, Comechingones, Guaraní, Tobas, Selcnam, Aimara, Ranquel,
Quilmes, Guayaquí, entre tantas otras. Y
con respecto a la posibilidad de
disuadir y prevenir" a la que alude el vocero del premier Ariel
Sharon, no nos caben dudas de que tienen esa capacidad por cuanto las
fuerzas del sionismo israelita hoy han logrado secuestrar al propio
gobierno de los Estados Unidos de Norte América para que opere como
instrumento dócil y subordinado a sus propios intereses geopolíticos
mundiales, de claro corte mesiánico y racista.
Este insólito y complejo proceso mediante el cuál se secuestró
el Estado norteamericano tiene nombre y apellido concreto: el así-llamado
Project for a New American Century (www.newamericancentury.org),
sobre el cuál brindamos detalles en el Cap. V. del ensayo "Bienvenidos
a la Jungla…: (pags. 105 a 113.)
Cada
vez que nuestra prensa pueril informa sobre estos temas, siempre lo Así,
leemos en el matutino Clarín de Buenos Aires del 10-Dic-05, que las
declaraciones del presidente iraní
"expresan
un sentimiento antisemita, intolerante, beligerante y antidemocrático",
dijeron en Argentina, en un comunicado conjunto, la AMIA, la DAIA y la
Organización Sionista Argentina, que reclamaron al presidente Néstor
Kirchner que se sume a la condena al presidente iraní por sus dichos.
Seguramente, Kirchner prontamente obedecerá, mientras que el
mismo artículo periodístico vuelve a azuzar el peligro nuclear
representado por Irán (soslayando que el verdadero peligro nuclear
actual para la paz mundial son Estados Unidos, Israel y el Reino Unido[6]),
e incluso lanza una no muy velada amenaza sobre un futuro ataque israelí
contra Irán al recordar que
Israel
quiere que haya una actitud más firme de la comunidad internacional
sobre el programa atómico que desarrolla Teherán. Ya en 1981, la
Fuerza Aérea israelí bombardeó el reactor atómico iraquí Osirak, a
17 kilómetros al sur de Bagdad. No
recordamos que por entonces las Naciones Unidas sancionaran a Israel por
semejante agresión flagrante contra la soberanía iraquí, por más que
hoy el siempre genuflexo secretario general de la ONU Koffi Annan se
manifieste horrorizado por
las declaraciones de Ahmadinejad cuestionando el Mito del Holocausto. Conviene
recordar que las presiones sionistas sobre la República Argentina
vienen de larga data.
Desde que su propio fundador Theodor Herzl propusiera en 1896 -
hace ya más de un siglo - fundar el Estado israelita en territorio
argentino a cambio de una compensación financiera. (Preguntamos: ¿cobrará
esto forma a través de algún venidero canje de deuda por territorio?).
Hoy,
esas presiones han derivado en un tremendo deterioro diplomático entre
la Argentina e Irán, que no solo le ha costado a nuestro país la pérdida
de miles de millones de dólares en exportaciones a Irán a lo largo de
la última década, sino que muchísimo peor - nos arrastra
peligrosamente a involucrarnos directamente en la guerra que Estados
Unidos, Israel y Gran Bretaña hoy preparan contra Irán, al tiempo que
nos comportamos de manera despreciable al agredir e insultar
gratuitamente al noble y milenario pueblo iraní.
Las
consecuencias potencialmente catastróficas para nuestro país de haber
permitido semejantes maniobras por parte de servicios de inteligencia de
ciertos Estados foráneos, apenas
pueden enfatizarse.
Los graves peligros que hoy corre la Argentina al estar en manos
de un gobierno integrado por personajes ignorantes en materia
internacional como el presidente Néstor Kirchner - quien hasta hace
pocos días confió nada más y nada menos que nuestra Cancillería a un
personaje inepto, claramente incapaz e impotente para tomar decisiones
como Rafael Bielsa - nos exime de todo otro comentario. ¿QUIÉNES
SON Y DÓNDE ESTÁN NUESTROS ENEMIGOS? La
propia existencia de un Estado Nacional soberano implica un
relacionamiento con todos los demás Estados nacionales soberanos y con
otros operadores en el escenario mundial.
Lo queramos o no; nos guste o no.
Para
abordar este hoy tan complejo y peligroso entorno externo sobre el cual
la Argentina tiene poco o ningún control ni poder, debemos comenzar por
comprenderlo, identificando
cuáles son las amenazas y
oportunidades que nos presenta, para luego diseñar las políticas y
planes de acción correspondientes que promuevan nuestro objetivos y
consoliden nuestros intereses. Una
Nación seria dispone de instrumentos concretos para estas tareas, que
incluyen al Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de
Defensa y se supone un presidente mínimamente lúcido, idóneo y
equilibrado. La
auténtica Política
mal que le pese
a nuestra dirigencia de politiqueros de alcantarilla - es
la Política Exterior, que es el plano dónde una Nación se mide
con otros Estados, a menudo vastamente más poderosos.
Un axioma fundamental de
la Política Exterior requiere identificar a los Estados y operadores
amigos, diferenciándolos de aquellos que se presentan como enemigos o
al menos adversariales, para luego poder buscar alianzas con los
primeros, y tomar acciones preventivas y de defensa respecto de los
segundos. Los
Estados y operadores identificados como enemigos no lo son porque sean
malos, sino porque tienen
otros intereses y otros objetivos no coincidentes con los nuestros, que
al promoverlos pueden potencialmente entrar en conflicto indirecto o
directo con nuestro país. Ahora
bien: cuando esos Estados y operadores externos identificados como
enemigos o adversariales resultan vastamente más poderosos que nosotros
y, encima, claramente agresivos, entonces
tenemos un problema. Y
cuando se presenta este tipo de problema, hay que hacer algo con el
mismo, puesto que si se lo deja solo, decididamente no
desaparecerá. Todo lo
contrario: aumentará su
peligrosidad, presión y amenaza.
En nuestro caso, lo hará hasta que el Estado Nacional argentino
ya no pueda hacer nada ante su creciente presión, fuera de ceder ante
intereses y objetivos foráneos, claramente en detrimento de los
objetivos e intereses de nuestro Pueblo (si no, no los hubiéramos
identificado como enemigos, ¿verdad?).
Para
administrar este complejo panorama, una Nación dispone de una Cancillería,
de Fuerzas Armadas, de un Ministerio de Economía; en síntesis: para
eso una Nación tiene un Estado Nacional cuyas estructuras se confían a
un conjunto de ciudadanos que se integran en lo que denominamos el
Gobierno que administra para bien o para mal - los destinos del país.
De más está enfatizar
que colocar a un Gobierno de ineptos en las estructuras de Poder
del Estado, termina resultando fatal para la Nación. Por
eso, hoy la Argentina debe abordar esta compleja problemática
internacional desde un ángulo diferente alineado en base a: (a)
un
enfoque equilibrado de la historia contemporánea (para comprender los
orígenes del problema); (b)
un
enfoque equilibrado respecto de las titánicas fuerzas que hoy conforman
y deforman la política mundial (para comprender las amenazas que
enfrentamos) y, por sobre todo, (c)
un
enfoque alineado con el Interés Nacional Argentino, o sea, el Bien Común
de la mayoría de sus 39 millones de habitantes y no tan solo los
intereses de alguna de sus minorías sociales, económicas o étnicas
(para preservar la Nación). Primeramente,
resulta, como mínimo, sospechoso verificar la manera en que nuestros
multimedios formadores de opinión se alinean sistemáticamente con la
visión e intereses sustentados por la historiografía oficial promovida
desde las más poderosas y violentas naciones del mundo.
Naciones que desde hace siglos son enemigas o al menos
adversarias reales y concretas de la Republica Argentina: me refiero al
Reino Unido y a los Estados Unidos de Norteamérica, que a lo largo de
varios siglos nos han agredido y siguen agrediendo en los frentes económico,
financiero, político, moral y militar casi sin interrupción, sea
directamente o a través de sus agentes y operadores dentro del país en
los sectores público y privado. Así
por ejemplo, y en relación a la compleja problemática en torno a la
Segunda Guerra Mundial contienda que definió quiénes serían los dueños
del planeta en las décadas subsiguientes y su desenlace, hemos adoptado
la irracional posición de asumir como "nuestro enemigo" a una
satanizada Alemania derrotada en aquella terrible y complejísima
contienda bélica de hace más de sesenta años.
Sin embargo, tanto Alemania y Austria como su principal aliado
Japón, jamás agredieron a
la Argentina ni a nuestro continente, ni nos atacaron ni vulneraron
nuestros intereses, como sí
lo hicieron y siguen haciendo sistemáticamente la rapiña
estadounidense y británica.
Tampoco
olvidemos que la Unión Soviética (aliada de Estados Unidos e
Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial), en los años sesenta y setenta
lanzó contra nosotros sus huestes guerrilleras iniciando una catastrófica
guerra civil en nuestro país. Así
caímos bajo un sincronizado efecto de pinzas, mediante el cual nuestro
pueblo era agredido, por un lado, por la URSS a través de la guerrilla
apátrida y sus jóvenes idealistas, mientras que por el otro, sufrimos
la represión, entrega y traición de una cúpula cívico-militar
usurpadora del Estado que se alineó estúpidamente con la geopolítica
de Estados Unidos. Así,
llegamos a la irracionalidad de considerar como nuestros amigos a
Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel que decididamente no lo son; al
tiempo que creemos que son nuestros enemigos aquellas fuerzas opositoras
a la alianza anglo-estadounidense-israelí: desde Alemania y Japón como
actores históricos en la mayor contienda bélica del siglo XX, hasta Irán
y las organizaciones de liberación islámicas en Palestina, Irak y
Afganistán. Esta Argentina
cultural e intelectualmente colonizada pareciera disfrutar del veneno
que a diario le hacen beber a borbotones. NADA
QUE VER CON NOSOTROS… El
Estado de Israel es un país foráneo aliado a Estados Unidos y Gran
Bretaña. Si pensáramos
con nuestro propio cerebro y no con el de nuestros enemigos y
adversarios tanto fuera como dentro del país, entonces mantendríamos
aunque más no sea una actitud decorosamente neutra y objetiva ante la
catástrofe desatada en Medio Oriente desde hace más de medio siglo.
Como muestra de un mínimo de autoestima intelectual, no aceptaríamos
sin más la historia oficial mundial interesadamente propagada e
impuesta por Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, en momentos en que
casi ni se conoce cuál fue esa misma historia vista desde el punto de
vista de los grandes derrotados de aquella Guerra Mundial; y no me
refiero a los gobiernos títeres que hoy ocupan el poder en Alemania y
Austria por la gracia de un Dios tribal que atiende en Nueva York,
Londres y Jerusalén, entre otras cosmopolitas metrópolis. Desde
1945, la Opinión Pública planetaria ha sido informada sobre terribles
matanzas, campos de concentración
y persecuciones perpetradas por la Alemania nacionalsocialista.
Sin embargo, aquello viene ocurriendo en un marco sin precedentes y único
en la historia de la humanidad en el que un Estado (el Tercer Reich alemán)
sucumbió militarmente en forma total quedando inerme ante sus
irreconciliables enemigos (Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética
y Francia), que así lograron robarle su territorio, condenar a sus
dirigentes (la travestía jurídica de los Juicios de Nuremberg son un símbolo
de ello), robarle cientos de miles de patentes, inventos, procesos
industriales y derechos intelectuales de toda índole, y muy importante
quitarle la totalidad de su documentación de Estado, especialmente
aquella calificada como secreta; todo como gran botín de guerra. Esa
documentación fue retirada y llevada a Nueva York, Londres, París y
Moscú desde donde con los años se fue escribiendo una "historia
oficial" según la conveniencia, intereses y objetivos mundiales de
aquellas potencias victoriosas. Entre
esos futuros objetivos y planes se encontraba la creación, el
financiamiento y la poderosa militarización ad
eternum del Estado de Israel. A
modo de ejercicio mental, preguntamos: ¿Cual sería la imagen que tendría
el mundo hoy si la totalidad
de los documentos secretos de, por ejemplo, Estados Unidos, Gran Bretaña
e Israel cayeran íntegramente en manos de sus adversarios para que éstos
los seleccionaran y armaran su propia historia oficial, con el fin de
satanizarlos y promover su propio conjunto de objetivos? ¿Se
imagina el lector las cosas que descubriríamos si pudiéramos, por
ejemplo, investigar a fondo los
capítulos más oscuros, sanguinarios, perversos, patológicos y
destructivos escondidos en los archivos secretos de la CIA, del Pentágono,
y de la Nacional Security Agency estadounidenses?
O del MI6 y el Foreign Office británico?
O del Mossad, Shin Beth y Fuerzas de Defensa Israelí? Hoy,
Estados Unidos ni siquiera logra quedar bien parada ante la opinión pública
a pesar de ser la nación más poderosa del planeta y disponer de
gigantescos instrumentos de control de la información y loe multimedios.
Imaginémonos cómo quedarían ante la opinión pública si se
los pudiera desnudar a estadounidenses, británicos e israelíes íntegramente
como ellos hicieron con Alemania a partir de 1945… ¿Cuántos
Tribunales de Nuremberg tendríamos que montar para juzgar y condenar a
los Kissinger, Truman, Eisenhower, Roosevelt, Bush, Johnson, McNamara,
Bundy, Kennan, Deutch, Baruch, Mongenthau, Cheney, Perle, Wolfowitz,
Feith, Rockefeller, Harriman, Clinton, Albright, Carlucci, Reagan,
Hoover, Westmoreland, Rusk, Schwartzkopf, Powell, Braden,
Rhodes, Kagan, Podhoretz, Brzezinski, Abrams, Negroponte, Bolton,
Dulles, Rice, Rumsfeld, Baker, Casey, Berger, Armitage, Lehman, Kaplan,
Helms, Solardz, Sokolski, Thatcher, Churchill, DAmato, Nixon, Ford,
Carter, Eden, Carrington, Nott, Harris, Shamir, Meir, Sharon, Netanyahu,
Barak, Peres, Gore, Beghin, Gurion, y tantos, tantos, más.
El mundo jamás habría visto tantos encumbrados juzgados por crímenes
de lesa humanidad, genocidio y de crímenes contra la paz. Por
eso, el alineamiento vergonzoso y sistemático de todos los gobiernos
argentinos desde hace al menos treinta años a favor de los objetivos,
intereses y planes de los dueños del Nuevo Orden Mundial conducido por
Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel debe terminar.
Este vulgar proceso de decadencia se vio agudizado a partir de la
traición menemista de los años noventa en todos los planos de la vida
nacional y de sus relaciones internacionales, signadas desde entonces
por las relaciones carnales con el imperio anglo-norteamericano-israelí
(hoy intactas bajo el gobierno Kirchner que mantiene los ejes
principales de esa sumisión, a pesar de haber cambiado el estilo).
En
el caso específico de las declaraciones del presidente iraní,
recordemos que la Argentina acusó a Irán por los atentados de la AMIA
y, tangencialmente, de la Embajada Israelí, solo aportando pistas
falsas, pruebas obviamente plantadas por fuerzas israelíes y
norteamericanos que se hicieron cargo de investigar ambos Ground Zero en
marzo 1992 y julio 1994. Así,
se trabajó durante más de una década en inventar una obviamente
inexistente pista iraní con
el bochornoso espectáculo que incluyó a un juez federal cometeando a
un preso para que diera falso testimonio (el destituido juez Galeano) y,
hace pocas semanas, a un histérico fiscal de Estado (Nissman) mostrando
una foto de un supuesto terrorista asesino que se auto-inmoló en el
atentado a la AMIA, tesis que rápidamente quedó descartada debido a su
burda falsedad. Todo, por
supuesto, con altísima cobertura mediática de los diarios, radios y
televisión local. Sin
embargo, hoy se sigue trabajando intensamente para encontrar las pruebas
que den sustento a la pista iraní que necesitan Bush y Sharon para
armar un nuevo casus belli, esta
vez contra Irán, mientras que lo que realmente hace falta es
profundizar en la mucho más verosimil pista
israelí (remitimos al lector al Cap. VI de nuestro citado ensayo
Bienvenidos a la Jungla…). LA
CÁBALA DE LAS CIFRAS Para
comprender cómo opera el mecanismo mistificador en torno a los 6
millones, señalemos que en un entorno mucho más pequeño y reciente en
nuestro país, hemos visto un proceso parecido al propagarse el mito de
los 30.000 desaparecidos, cifra que no solo no tiene ningún sustento,
sino que la propia CONADEP Comisión Nacional de la Desaparición de
Personas creada por el gobierno Alfonsín en 1984 - en su conocido
informe Nunca Más, describe la existencia de unos 8.700 casos
denunciados de personas desaparecidas, al tiempo que reunió pruebas
concretas que permitieron juzgar a los militares responsables en solo un
par de centenares de casos. Aún
entre esta cantidad mucho menor de desaparecidos descriptos por la
CONADEP, hallamos casos notables de desaparecidos que terminaron
apareciendo en el exterior; incluso alguno ha llegado a integrar el
actual gobierno del presidente Kirchner, como el caso notable de la Dra.
Carmen Argibay quien figura en el listado del informe Nunca Más, y que
recientemente fuera nombrada jueza de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación por Kirchner. Lo
importante es señalar que, también aquí, el mito fue echado a rodar
dinamizado por los medios de difusión que lo repiten una y otra y otra
vez, taladrándolo en el cerebro de la ciudadanía, hasta que se lo
terminó integrando de preppo al
imaginario colectivo argentino. Señalamos
esto para enfatizar la importancia que tiene no permitir que se
falsifique la realidad - según la frase de Norberto Ceresole citada al
inicio de este artículo -, lo que decididamente NO implica en lo más mínimo
justificar la barbarie, estupidez y entrega del gobierno cívico-militar
que usurpó el poder en nuestro país entre el 24 de marzo de 1976 y el
10 de diciembre de 1983. Los
despreciables victimarios deben pagar por sus crímenes.
Sin embargo, una cosa es castigar a los individuos
responsables especialmente por tratarse de militares de alta gradación
- y otra muy diferente es defenestrar a la institución de las fuerzas
armadas y de seguridad, esenciales para la defensa y seguridad del
Estado Argentino. Así, un conjunto de personajes internos y externos se
ha aprovechado del terrible dolor de aquellos años para promover otros
intereses menos confesables que apuntan a lograr la paulatina disolución
y destrucción de la República Argentina. Moralmente,
un solo ser humano injustamente perseguido o muerto merece Justicia,
haya sido perseguido por militares argentinos, alemanes, estadounidenses,
iraquíes, soviéticos, o israelíes, o por fanáticos chinos,
sionistas, franceses o ingleses. Pero
la Justicia debe ser pareja y para todos y no sólo para algunos.
Y si hemos de condenar a militares argentinos y jerarcas alemanes,
también debemos condenar a torturadores israelíes e ingleses y a
invasores norteamericanos. Por
eso, pongamos las cosas en su justa proporción: ¿6 millones del
Holocausto? ¿30.000 Desaparecidos?
La exageración no solo no acerca la Justicia y la Verdad, sino
que, todo lo contrario, las aleja e insulta la memoria de quienes fueron
realmente víctimas en todas estas complejas contiendas y guerras. Primero,
entonces, generemos un ámbito objetivo y equilibrado que permita
conocer los datos reales en torno a estos dolorosos hechos y procesos, y
luego podremos determinar las cantidades de víctimas que sucumbieron.
Hoy parece que se hace al revés: primero se tiran las cifras que
permiten armar el Mito más conveniente para determinados objetivos
encubiertos y luego se ejerce presión para obligar a todos a creer en
ellas, con lo que se cobra una víctima más: la Verdad. Lo
hemos dicho reiteradamente: si los Argentinos hemos de superar los males
que nos aquejan, lo primero a hacer consiste en entender y saber de qué
se trata, lo que por sobre todas las cosas presupone pensar
con el cerebro propio y no con el cerebro ajeno. ____________________ Adrian
Salbuchi, investigador,
ensayista y conferencista; conductor del El Traductor Radial y fundador
del Movimiento por la Segunda República Argentina
www.eltraductorradial.com.ar
[1]
También publicado en la Argentina bajo el título "La
Industria del Holocausto: Reflexiones [2] Premio Nobel de la Paz de 1986, miembro del poderoso Council on Foreign Relations, Inc., de Nueva York, y Gran Pope del Mito del Holocausto a nivel universal. En 1980, Wiesel fue nombrado presidente del Consejo Estadounidense del Monumento al Holocausto por el entonces presidente Jimmy Carter (a su vez, también miembro del Council on Foreign Relations y de la Trilateral Commission de David Rockefeller, Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger y Maurice Greenberg, entre muchos otros poderosos). www.eliewieselfoundation.org [3] Recordamos al lector que en 1935, Alemania sancionó legislación que severamente coartó las libertades individuales de los judíos en aquél país, prohibiéndoseles ocupar cargos públicos y ejercer diversas profesiones, aunque se les permitió ejercer sus actividades comerciales (solo así se explica que, más de tres años después, en Octubre 1938 pudiera tener lugar la lamentable Noche de los Cristales en la que miembros del partido nazi rompieron las vidrieras de miles de negocios pertenecientes a judíos en las ciudades alemanas, en protesta por la muerte del encargado de negocios alemán en la embajada de París a manos de un asesino judío). Resulta notable señalar que aquella legislación las conocidas Leyes de Nuremberg de Septiembre 1935 se basaron, entre otros antecedentes, sobre la legislación y las constituciones estatales racistas de los Estados norteamericanos de Louisiana, Alabama, Mississippi, Georgia, Carolina del Sur y Arkansas, y también en las leyes del Apartheid que regían en la británica Sud Africa, que desde hacía décadas dejaron sin derechos civiles a los pobladores negros, reduciéndolos a un estado de cuasi-esclavitud que habría de perdurar décadas después de que la Alemania nacionalsocialista fuera derrotada por los democráticos norteamericanos e ingleses. Las vueltas de la historia… [4] Para un análisis más profundo, ver del autor Bienvenidos a la Jungla: Dominio y Supervivencia en el Nuevo Orden Mundial (Ediciones Anábasis, Córdoba, 2005, 252 pags), particularmente su Cap. VI sobre el tema del Sionismo [5] Citado por La Nación de Buenos Aires, 09-Dic-05, artículo Irán desata otra polémica mundial: propone mudar Israel a Europa. También El País de Madrid de misma fecha, artículo El presidente de Irán propone que Alemania y Austria acojan a Israel [6] En el caso específico de nuestro país, reciente información proveniente del entorno del ex-presidente de Francia, Francois Mitterrand, jefe de Estado francés durante la Guerra de Malvinas, da cuenta de que la primer ministra Margaret Thatcher consideró la opción de lanzar una bomba atómica sobre la ciudad argentina de Córdoba (segunda ciudad más importante de nuestro país), si la suerte de sus armas le fuera adversa en la contienda anglo-argentina que en esos momentos del año 1982 se desarrollaba en las frías aguas del Atlántico Sur en torno a nuestras Islas Malvinas. Claramente, no son las potenciales armas nucleares iraníes las que deben preocupar a los argentinos, sino las reales armas nucleares británicas. |