El hombre frente al micrófono bebe un vaso de agua Villavicencio,
escuchando atentamente las palabras de ese ex piloto naval que
realizó lo imposible, Owen Crippa. Mira con cariño aquellos
rostros familiares, con corazones hermanos forjados en la turba
malvinense. También recuerda las presiones, ese omnipresente
capitán de Inteligencia que lo seguía como perro al hueso, su
inquisidor personal. El responsable de la destrucción de material
de invalorable rigor histórico, entregado a la hoguera del
sinsentido en el comienzo de la conspiración desmalvinizadora.
Nicolás Kasanzew es, al menos por unas horas, profeta en su
tierra. El auditorio de la librería Marista revienta de
asistentes entusiastas, muchos de ellos blandiendo su último
libro La
Pasión según Malvinas.
Toma la palabra, quien en las postrimerías del combate, no vaciló
en disparar un cañón Otto Melara 105 milímetros con el Tercer
Regimiento de Paracaidistas británico que intentaba consolidarse
en el recién capturado Monte Longdon. Esa misma voz que fue
censurada también por los personeros culturales del alfonsinismo,
Aguinis y Gorostiza, y por ende obligado a autoexiliarse en EEUU
para no morirse de hambre.
La presentación del libro es más que una excusa para recordar,
para denunciar ese manto siniestro de olvido que lleva más de 25
años, y que provocó como cruel correlato 400 suicidios de ex
combatientes. Y precisamente, estos suman varios entre sus oyentes
en la caída de la tarde de este martes 7 de octubre.
"Argentina es el país con menos sentimiento patriótico, y
si hubiera una conspiración, que mejor para este país que
privarlo de sus fuerzas armadas y de su conciencia nacional,
ensuciar la gesta donde los argentinos podrían tomar ejemplo y
fuerzas para resistir y salir del estancamiento, del precipicio en
que se encuentran. Qué mejor que hacer eso. Nosotros hemos sido
bombardeados durante dos décadas y media con informaciones
falsas, falaces, de los dos lados. Digo que la guerra de Malvinas
es una contienda totalmente desconocida para la sociedad argentina
porque ha habido una convergencia de mentiras dotada de dos patas.
Por un lado, estaban los militares del Proceso que tenían cola de
paja y por eso taparon las miserias. Y por otro los
desmalvinizadores, con el gran desmalvinizador Alfonsín a la
cabeza, que taparon las grandezas. Y entonces no conocemos
realmente qué pasó, porque ni los héroes fueron glorificados ni
los cobardes castigados. La tercera pata de la mentira, la
constituyen los ingleses que elevaron el secreto Malvinas a 90 años
para que no se puede publicar nada al respecto. Entonces, si
ganaron tan claramente, ¿por qué durante ese tiempo van a
ocultar la verdad de lo que pasó realmente? Porque no les fue tan
bien, porque la Argentina estuvo a un tris de ganarla y eso
hiere su orgullo nacional. Al contrario de lo que hacemos
nosotros, que tratamos de buscar todas las bajezas, cobardías y
perfidias, que las hubo y no fueron castigadas, al mismo tiempo
decir la verdad de los grandes hechos heroicos que se reconocen en
el exterior y que el pueblo argentino permanece absolutamente
ignorante de eso. Y tampoco se preocupa en conocerlos,
realmente", puntualiza no sin razón.
Tras un manto de neblina
"No las hemos de olvidar", decía la
conocida marchita. Pero, según la correcta aseveración de
Kasanzew, hubo muchos intereses de peso que se coaligaron para que
"ese camión atmosférico" (Alfonsín dixit) de
la guerra de Malvinas se enterrara para siempre en el basurero de
la historia. Pero evidentemente, por más esfuerzo y desidia
puestos en juego, no pudieron porque aún el recuerdo sigue
lacerando muchas conciencias y no sólo de quienes estuvieron en
primera línea o movilizados esperando la orden de embarcar rumbo
al teatro de operaciones.
El conflicto austral marcó una bisagra no sólo en las FFAA, sino
también en el conjunto de la sociedad pues luego de la derrota se
abrió el camino para el retorno de la institucionalidad. Pero no
fue como lo señalaron algunos infames "el dislate de un
general borracho", para despojar al acontecimiento de todo
sentido trascendente. A eso contribuyeron los miserables de rangos
superiores e inferiores, que aprovecharon tener a los británicos
a la vista para sacar "la banderita blanca" (como recordó
el mencionado corresponsal de guerra) y pusieron pies en polvorosa
reculando a Puerto Argentino.
Causa mucha tristeza verificar que esa entrega generosa haya sido
reconocida y celebrada por el vencedor, los dos libros magistrales
del ex cabo Vincent Bramley así lo certifican, pero de este lado
de la trinchera aún casi nadie se anima a comenzar el fuego
amigo.
Nicolás Kasanzew lo realizó hace 26 años poniendo el pecho,
ajustando la lente y contando la historia como fue, y ahora con su
libro perpetua ese acontecimiento fundacional. Ojalá que otros
valientes como él tomen ese posta.