Sabra y Chatila eran dos campos de las Naciones Unidas para albergue de
los exiliados palestinos, en los arrabales de la Ciudad de Beirut,
capital de la República de El Líbano.
Estos dos campamentos -como resultado de la invasión israelí a El Libano
y de la posterior evacuación de las tropas de la Organización de
Liberación de Palestina (OLP) convenida entre las partes, con la
intervención de los Estados Unidos- quedaron bajo control y jurisdicción
del Ejército de Israel, el cual, moral y jurídicamente, era responsable
y garante de la vida de los moradores de esos dos campamentos, de
acuerdo con las Convenciones Internacionales respectivas.
Entre los días 16 y 17 de septiembre de 1982 y como resultado de una
conspiración urdida por los jefes del Ejército israelí de ocupación, los
campamentos fueron invadidos por bandas criminales que, con amplio
respaldo logístico de las tropas sionistas -incluyendo una profusa
iluminación de los campamentos con luces de Bengala- procedieron a
masacrar a la inerme población civil. Esa población civil era en su
mayoría ancianos, mujeres y niños, provocando un número de víctimas
fatales las que, segun la procedencia de la información, varía entre los
1.500 y los 3.000. En su furia homicida los criminales no respetaron ni
a los animales domésticos y con idéntica saña ametrallaron caballos y
perros. Luego procedieron a derrumbar viviendas para sepultar a las
víctimas entre los escombros.
La difusión por los medios de comunicación de esta incalificable masacre
produjo un estremecimiento de horror en la opinión pública mundial y
desde los más diversos sectores se alzaron airadas voces de protesta
clamando el total esclarecimiento de los hechos y el castigo tanto de
los responsables como de sus agentes actores.
Mientras el gobierno israelí creó una comisión ad hoc para investigar lo
sucedido en Sabra y Chatila, por otro lado un grupo de juristas de
reconocido prestigio internacional de los Estados Unidos, Canada,
Francia, Sudafrica e Irlanda, creó una comisión para investigar las
violaciones israelíes de las leyes internacionales en El Libano.
Presidente de la comisión fue designado el poeta irlandes y Premio Nobel
de la Paz, Sean Mac Bride.
Empero y mientras la comisión ad hoc israelí resultaba ser nada más que
un subterfugio para enmascarar y diluir responsabilidades y una válvula
de escape para la creciente presión de la opinión pública, la comisión
internacional presidida por Sean Mac Bride ponía en descubierto todos
los detalles de la confabulación urdida para perpetrar tan horrendo
crimen.
Misión
de la Liga de los Estados Arabes |